Azar Nafisi es una escritora iraní, formada en los Estados Unidos. Regresó a Irán como profesora de Literatura Norteamericana y le tocó vivir la transformación radical que sufrió su país.
“Entre el 16 de enero de 1979, día en que el sah abandonó el país, y la vuelta de Jomeini a Irán, el 1 de febrero, hubo un breve periodo en que tuvimos un jefe de Gobierno nacionalista, el doctor Shahpour Bakhtiar. El era quizá el político de ideas más democráticas y el que tenía más visión de futuro de entre todos los líderes de la oposición de aquella época… Bakhtiar disolvió inmediatamente la policía secreta de la Irán y liberó a los presos políticos.” Pág. 141
Pero ese periodo no solo fue conflictivo dentro del país. Se desató un conflicto armado con su vecino Iraq.
El 23 de septiembre de 1980 se produjo el primer ataque iraquí a Irán y no terminó hasta finales de julio de 1988. Hubo más de un millón de muertos y heridos. Sadam Hussein había expulsado de Iraq al exiliado ayatolá Jomeini después de haber llegado a un acuerdo con el sah.
A pesar de la guerra contra Iraq, el régimen iraní no olvidó su guerra santa contra los enemigos internos. “El gobierno no tardó demasiado en aprobar nuevas normas que restringieran el atuendo de las mujeres en público y obligarnos a llevar el chador, o un manto largo, y el pañuelo… La desobediencia era castigada con sanciones económicas y con setenta y seis latigazos y penas de cárcel.” Pág. 227
“Mi generación se quejaba de la pérdida, del vacío creado en nuestra vida cuando nos robaron el pasado, lo que nos convirtió en exiliados en nuestro propio país… El peor crimen que comenten las ideologías totalitarias es que obligan a los ciudadanos, incluidas sus víctimas, a ser cómplices de sus crímenes. Bailar con el propio carcelero o participar en la propia ejecución son actos de extrema crueldad… La única forma de salir del círculo, de dejar de bailar con el carcelero, es descubrir la manera de conservar la individualidad, esa cualidad única que escapa a la descripción pero que distingue a un ser humano de otro.” Págs. 109-110
Como profesora se planteó cómo contribuir a la defensa de las libertades que poco a poco iban desapareciendo en su mundo universitario y social.
“¿Es posible escribir una novela que sea reverente y que sea buena?” pág. 77
“-¿Y qué ocurre si decimos que está bien hacer lo que queremos hacer y no lo que la sociedad, o una figura autoritaria, nos dice que hagamos?” Pág. 78
“Una novela buena es la que enseña la complejidad de las personas y abre un espacio parar que estos personajes tengan voz.” Pág. 181
“La idea o ideas que existen tras el argumento deben arribar al lector en tanto vive la experiencia de la novela y no como un añadido.” Pág. 152 “Una novela no es una alegoría sino la experiencia sensorial de otro mundo… Y la empatía es la clave de la novela.” Pág. 159
“¿Recuerdas aquello que decía con respecto a que la primera lección para luchar contra la tiranía era ir a lo tuyo y cumplir con la propia conciencia? … La literatura no era la panacea, pero nos ofrecía una forma crítica de valorar y llegar a entender el mundo. No solo el nuestro, sino también ese otro mundo que se había convertido en objeto de nuestros deseos.” Pág 376
Como profesora se niega a cambiar el programa de sus clases en la universidad de Teherán. En él incluía novelas que conforman el ideario del pensamiento occidental actual de los principales autores en lengua inglesa. Personalmente le exigen la utilización del velo en las aulas.
“Mi abuela llevó el velo hasta el día de su muerte, y fue muy longeva. Nunca se lo quitó. Pero le inquietó sobremanera que el Gobierno impusiera el velo no solo a los judíos, cristianos y ateos sino a las musulmanas como mi madre, que no querían llevarlo. Para ella el velo era un símbolo de fe, pero si todas las mujeres estaban obligadas a llevarlo, tanto si eran creyentes como si no, entonces se convertía en un símbolo de fuerza y un símbolo político del Estado.” Pág. 468
Estos dos requisitos, cambios en su programa y el velo, la alejan de la enseñanza en la universidad en un primer momento. Es entonces cuando se plantea continuar en su propia casa con la enseñanza de la literatura, de forma privada. Reúne a un grupo de jóvenes con inquietudes intelectuales y continúa clandestinamente su actividad docente. La novela que tenemos entre manos es la consecuencia de toda esa actividad.
El primer texto elegido será Lolita, de Nabokov, cuyo protagonista, Humbert, se casa con una viuda con la intención de seducir ilícitamente a su hija, Lolita, una niña aún. Más o menos lo que las jóvenes del mundo musulmán tienen que sufrir: un matrimonio de conveniencia que puede distar mucho de sus inclinaciones personales.
“La narración de Humbert es una confesión, pues está en la cárcel, escribiendo una declaración, mientras espera que se inicie el juicio por el asesinato del dramaturgo Clare Quilty, con quien Lolita se había fugado para huir de él y quien la había abandonado al negarse a participar en sus crueles juegos sexuales. Humbert aparece como narrador y seductor, no solo de Lolita, sino también de sus lectores. Según transcurre el argumento, se nos revela un crimen más profundo, más grave que el asesinato de Quilty: la captura y violación de Lolita… Lolita forma parte de una especie de víctimas indefensas: además de arrebatarle su vida, también le quitan la historia de su vida.” Págs. 55-56
A través de una reflexión sobre la obra de Henry James, el grupo de jóvenes reflexiona sobre la libertad de elección personal, también a la hora de tomar una decisión sobre su matrimonio.
“Cuando seleccioné Daisy Miller y Washington Square para comentar en clase, no creí que las señoritas Daisy Miller y Catherine Sloper podían llegar a ser temas tan polémicos y obsesivos… Clarissa Harlow y Sophia Western, dos jóvenes modestas y, al parecer, obedientes, se negaron a casarse con un hombre al que no querían, cambiaron el curso de la narrativa y cuestionaron las instituciones más básicas de su época, empezando por el matrimonio.” Pág. 228
”Para Henry James, su verdadero país, su patria, era la imaginación… Wahington Square parece muy sencilla, aunque los personajes engañan: hacen lo contrario de lo que se espera de ellos, empanzando por Caherine Sloper, la protagonista. Catherine está a merced de un padre inteligente y triunfador que no le hace caso y la desprecia: a su tímida y devota hija no le perdona haber perdido a su amada esposa, que murió al dar a luz. Tampoco es capaz de superar el desengaño que para él supone que Catherine no sea hermosa ni inteligente. Catherine está a merced de su amor por Morris Townsend, el joven “hermoso” (dice ella) y despilfarrador que la corteja solamente por su dinero. La señora Penniman, su frívola, sentimental y entrometida tía viuda, que intenta sosegar las ansias románticas de Catherine haciendo de correveidile, completa el triunvirato del mal… Cahterine es lo opuesto a nuestra idea de cómo debería ser una heroína. Es robusta, goza de buena salud, es poco agraciada, aburrida, sin imaginación y sincera; está atrapada entre tres personajes vistosos, inteligentes y egocéntricos, que la maltratan y la subestiman; ella, mientras tanto, sigue siendo leal y bondadosa. James despoja a Catherine, una a una, de todas la cualidades que hacen atractiva a una heroína; lo que a ella le quita, no obstante, lo reparte entre los otros tres personajes a quienes priva de una sola cualidad de la que es poseedora Catherine Sloper: la compasión….
Catherine se equivoca. Está convencida de que Morris la quiere… Los protagonistas de James no suelen ser infalibles. Sus errores, como el defecto trágico en la tragedia griega, son esenciales para su madurez y desarrollo…. El doctor Sloper, el más malvado de los tres, es también el más correcto en su vida profesional y en su vida privada y todos sus pronósticos sobre su hija son acertados, o casi todos: ningún joven con bigote se enamoraría de su hija…
A Catherine le rompen el corazón dos veces: una, su presunto enamorado; otra, su padre. El padre es culpable del mismo delito del que acusa a Morris; es decir, el desamor por su hija. Pensando en el doctor Sloper nos acordamos de la máxima de Flaubert “Hay que tener corazón para sentir el corazón de los demás”…
El doctor Sloper, así, comete el delito más imperdonable que pueda perpetrarse en literatura: la ceguera. La compasión es la contraseña, dice el poeta John Shade en Pálido fuego de Nabokov. En ese respeto hacia el otro, en la empatía hacia los demás, reside la clave de la novela. Es la cualidad que vincula a Austen con Flaubert y a James con Nabokov y Bellow. Creo que así es como ha nacido el malvado de la novela moderna: una criatura sin piedad, sin ningún sentido de la empatía. Un héroe es el que salvaguarda, casi a cualquier precio, su integridad individual.
Catherine aprende dolorosamente a hacer frente a todos ellos… Su comportamiento no se deriva de un deseo de venganza, sino de su sentido del decoro y de la dignidad, dos términos anticuados pero muy utilizados por los protagonistas jamesianos.
Solo Catherine tiene la capacidad de cambiar y madurar. Al final, muchos de los personajes de James son infelices y aun así les confiere un aura de victoria. Lo que sus personajes ganan es la autoestima.” Cfr. capítulo 26, págs. 300-303
“Creo que toda cultura, sobre todo las culturas puritanas, han tenido problemas con Eros, o con la verdadera sensualidad, porque normalmente los criterios sobre la mujeres van de un extremo a otro: o se idolatran y se veneran en un altar, o se perciben como mujerzuelas y objetos para satisfacción sexual. Así que expresarse como seres sensuales ha supuesto una lucha y un reto para las mujeres. Para lograr la igualdad completa, también es necesario expresar quiénes somos, cuáles son nuestros deseos, tanto física, intelectual como emocionalmente.” Pág. 470
La profesora Azar Nafisi relata en su novela Leer Lolita en Teherán la constante presión que sentía durante su tarea docente. Siempre había alguien en sus clases que representando al gobierno radicalizado criticaba sus comentarios y espiaba sus enseñanzas. Debido a ese acoso se vio obligada a someter a un juicio la novela El gran Gatsby, considerada como propaganda del mundo occidental y exaltación del capitalismo.
“Es verdad que Gatsby acepta que el dinero compone uno de los atractivos de Daisy. Es él en realidad quien atrae la atención de Nick sobre el hecho de que la seducción de su voz es el repiqueteo del dinero. Pero esta novela no habla sobre el amor al dinero de un hombre pobre y embaucador…
Recordemos cómo se describe Nick a sí mismo: Todos presumen de que al menos poseen una virtud fundamental, y esta es la mía: soy una de las pocas personas sinceras que conozco. De alguna forma Nick es el espejo. Al resto de los personajes, se les juzga desde la perspectiva de su sinceridad, y los que ostentan la representación de la riqueza son los menos sinceros.
Tom Buchanan engaña a su esposa, oculta el delito de esta infidelidad y no siente remordimiento. Su esposa, Daisy, seduce para que los demás sean cómplices de sus mentiras. Tom y Daisy son personajes despreocupados, arruinan objetos y criaturas para después refugiarse en su dinero o con cualquier otra cosa que les mantenga unidos, y dejan para los demás la tarea de arreglar el desorden que ellos han creado. A fin de cuentas, Daisy es quien atropella a Myrtle, la amante de Tom, y permite que culpen a Gatsby…” Págs. 1279-181
“Fitzgerald estaba obsesionado por los ricos y por la riqueza, en su literatura refleja el poder corruptor y decadente que la riqueza ejerce en personas básicamente honradas, como Gatsby.” Pág. 181
El tema de la libertad para una profesora de Literatura en Lengua Inglesa se concreta obviamente en la posibilidad de expresar su mundo interior, en la libertad de acceder al pensamiento de otras personas libremente manifestado y en la libertad de comparar el propio pensamiento con el de los demás y con esa misma libertad concluir qué es mejor y qué merece la pena ser cambiado para así contribuir a una mejora personal y de la sociedad en la que vivimos.
“Me obsesiona una fantasía mía sobre la inclusión de un nuevo artículo en la declaración d derechos del ciudadano: el derecho a la imaginación. He llegado a la conclusión de que sin la libertad de imaginar, sin el derecho a utilizar las obras de la imaginación sin restricción alguna, la auténtica democracia no puede existir. Para tener una vida completa, hemos de tener la posibilidad de formar y expresar públicamente mundos, sueños, pensamientos y deseos privados, de tener acceso continuo a un diálogo entre el mundo público y privado. ¿De qué otra manera podemos saber que hemos existido, sentido, deseado, odiado y temido?
Hablamos de hechos, y sin embargo los hechos, para nosotros, si no los repetimos y recreamos con las emociones, pensamientos y sentimientos, solo tienen una existencia parcial. Me daba la sensación de que no habíamos existido realmente o que solo habíamos existido a medias porque no podíamos realizarnos mediante la imaginación ni tampoco comunicarnos con el mundo, porque habíamos utilizado las obras literarias como si fueran peones de una trampa política.” Pág. 445
“En realidad ese es el tema principal de Leer Lolita en Teherán: el papel de la imaginación a la hora de crear espacios abiertos, de resistir a la tiranía tanto de la política como del tiempo.” Pág. 460
“La idea de que la imaginación siempre es subversiva y resulta peligrosa para mentalidades absolutistas o sin amplitud de miras... La estructura de la novela es democrática, ya que es multivocal. Tomemos por ejemplo Orgullo y prejuicio, o cualquiera de las novelas de Jane Austen. Cada una de ellas rebosa con las voces de los distintos personajes que conversan constantemente y que, en la mayoría de la veces, están en desacuerdo. Es esa polifonía, esa democracia de voces, lo que se convierte en algo tan peligroso para una mentalidad autocrática. Jane Austen era la hija de un clérigo y supuestamente tenía unos modales impecables. Y sin embargo, en sus libros se burla de todo eso, incluidos los clérigos. En una ocasión alguien me dijo que Jane Austen demostraba ser antirreligiosa por el personaje de Sr. Collins, pero en sus libros los clérigos son tanto ridículos como honestos y amables. Nos muestra que, como seres humanos, podemos ser muchas cosas distintas…
El texto es un ente vivo producto de la imaginación del autor y a su vez independiente de ella.
Otro aspecto de la novela que resulta muy peligroso para una mentalidad autocrática es el uso del humor y la ironía… Con la imaginación lo único que se considera sagrado es el permiso para ser profano. En la novela tienes que ser fiel a ti mismo, tienes que ser divertido y crítico, y autocrítico, y permitir que incluso los villanos tengan voz…
Y hay algo más sobre la novela que me gustaría mencionar: la cuestión de la ambigüedad… La novela explora la ambigüedad y la paradoja y la contradicción, y no permite que te salgas con la tuya, porque todos los personajes de la novela son responsables de sus acciones….” Págs. 465-466
“Así debería ser el verdadero intercambio cultural: un diálogo constante sobre nosotros y los demás, una observación crítica constante y un interrogatorio además de una celebración de nosotros mismos a través de los ojos de los demás…
Pero una última cosa sobre los lectores occidentales; en el libro menciono una cita de Saul Bellow sobre los personajes que sobrevivieron a la terrible experiencia del Holocausto: “¿Sobrevivirán a la dura experiencia de la libertad?” Bellow habla en sus libros de que lo que amenaza a Occidente es su “conciencia dormida”. Creo que lo más peligroso para los lectores occidentales es dar la libertad por sentada, sentirse demasiado cómodos, no mirarse a sí mismos a través de los ojos de los demás…
Lo que temo es que al desplazar las humanidades de nuestro sistema educativo, mediante la politización de todos los campos hasta el punto de abandonar la lectura simplemente por el placer sensual e intelectual de leer, acabaremos atrapados en lo que Bellow denomina “la atrofia de los sentimientos”. Y eso es lo que debería preocuparnos: la inhabilidad de sentir y pensar.” Pág. 466
Con un título sugerente y atrevido, esta novela cautiva desde las primeras páginas y cumple ampliamente con lo que promete en el título: la transgresión y la subversión frente a la opresión y el totalitarismo. Desde el momento en que la autora compara las dos fotografías de sus alumnas, que se reúnen en su casa para hablar de literatura, el lector se enfrenta ante dos realidades muy diferentes: la primera foto de las jóvenes representa la represión intelectual y política, la oscuridad; mientras que la segunda deja volar el pensamiento, los colores, la libertad; sus alumnas simplemente quieren ser mujeres, simplemente ser personas y mostrarse como son. Así, el título de la novela es un auténtico hallazgo, capaz de representar la antítesis que recogen las dos fotografías, tan opuesta la una a la otra, de la misma manera que es paradójico poder leer la obra de “Lolita” en la ciudad de Teherán: la adolescente seductora en un país radical (en este sentido, conviene no olvidar que Lolita es un diminutivo de Dolores, literalmente “que denota dolor”, siempre interesante para revisar posibles interpretaciones).
Y también en el propio título, la autora nos da la clave del argumento, el guiño a la literatura dentro de la literatura que va a impregnar las páginas de esta obra, plagada de citas literarias y con un estudio magistral de grandes clásicos de la literatura universal. En ellos, podemos encontrar el “país de las maravillas”, los espacios abiertos de las novelas frente a los espacios cerrados en los que las mujeres (y los hombres) viven confinadas en muchos países; así la literatura se convierte en un lugar de transgresión para superar la realidad e incluso ir mucho más allá: “Lo que buscamos en la ficción no es la realidad, sino la manifestación de la verdad”, dice Nafisi.
En definitiva, se trata de una novela cuya lectura no puede dejar indiferentes a los lectores por muy diversas razones: por los hechos históricos que relata, por el estudio sociológico y psicológico de los diferentes personajes, y por el análisis de las obras literarias que la autora sabe comentar desde los niveles más profundos de interpretación para transmitir el sentido último del mensaje de los textos. En palabras de Nabokov, al aproximarse a la literatura, “Íbamos a ver cómo las piedras corrientes de la vida cotidiana se transformaban en joyas gracias al ojo mágico de la ficción”.
Quizá haya que empezar esta reseña advirtiendo que no es una novela, no es una obra de ficción, aunque se trate constantemente sobre obras de ficción. Esto es lo más fácil, decir lo que no es. Sí que es un escrito autobiográfico de la autora Azar Nafisi, profesora de literatura en Teherán. También es un canto a la libertad, como parte de una lucha contra el totalitarismo de un régimen extremista islámico. Quizá sobre todo es una defensa de la dignidad de la mujer, que dista mucho de verse en igualdad de condiciones con el hombre en el ambiente musulmán en general y muy en particular en la revolución islamista del Ayatolá Jomeini, en los años 70. Es también un alarde de conocimientos literarios que permite a la autora refugiarse en la ficción en tiempos tan tremendos como los que tuvieron que vivir. Es también un modelo estupendo de lo que deben ser las clases en la universidad y de la entrega del profesor por sus alumnos. Es un repaso profundo y total de lo que es el matrimonio, pensado como institución natural, y su desnaturalización en el mundo islámico. Son muchos registros que hacen de esta obra una ocasión de profundizar y relacionar los diversos aspectos de la vida y dan pie a una buena tertulia entre los lectores.
De un gran interés para conocer, con bastantes detalles, unos momentos históricos que tiene gran paralelismo con la violencia yihadista actual del ISIS, y para recapacitar sobre la libertad de las personas, un concepto tan manoseado y maltratado. El libro es muy recomendable y si pongo tres estrellas y no cuatro es porque comprendo que hace falta un cierto nivel cultural y de hábito de lectura para sacar toda la riqueza que encierra. Leer artículo...
~~Nafisi nos obsequia con una obra de madurez imponente. Al hilo de su actividad profesional en Teherán como profesora de literatura, ofrece una visión interna y única sobre la implantación de la Revolución islámica en Irán, centrándolo en la situación de la mujer dentro del totalitarismo religioso; pero, como ella misma apunta en una entrevista recogida al final de la edición castellana de su obra, no ha pretendido componer una historia política de la revolución acaecida en Irán; y es así, la obra presenta una rica variedad de registros humanos de la mano de las obras literarias que comenta a sus alumnos y, especialmente en el reducido seminario para algunas de sus alumnas, "sus chicas", en su casa.
En efecto, tomando pié del análisis humano de los diversos personajes, especialmente los femeninos, pone frente a sus alumnas los atropellos contra la dignidad de la mujer, descendiendo a detalles tales como el uso obligatorio del velo, o la precaria educación de la mujer formada en una carencia de identidad negándoles pensar por sí, tener iniciativas, etc., cuestionando la propia identidad femenina y el nulo papel de la mujer en la sociedad islámica; hasta tal punto que en los primeros tiempo después de su vuelta de Inglaterra y EEUU, ese vacío hace que se sienta exiliada en su propio país.
Contempla atónita la lucha entre los dos grupos revolucionarios en liza para hacerse con el poder: los marxistas y los fundamentalistas islámicos, truncando la esperanza de gran parte de la población que pretendía un cambio democrático a la política del Sha, desembocando en un totalitarismo que convierte la religión en ideología.
En sus clases, al presentar personajes tratando de descubrir su humanidad, con lo bueno y menos bueno, con sus ilusiones, sus ideales, sus principios morales, etc., ha de afrontar la crítica de la parte radical de su alumnado (generalmente hombres) de estar pregonando una moral que es corrupción, frente a la moral islámica, haciendo ver que en esta vida no todo es blanco o negro.
En este entorno, Nafisi toma partido por una oposición manifiesta que le acarreará ser expulsada de la Universidad haciendo su situación cada vez más insostenible: nos hace partícipe de su lucha interior; seguir dando clases y transigir con las exigencias de la revolución, lo que considera como "bailar con el carcelero", o por el contrario exiliarse, que es la opción que tomará no sin un duro debate interior donde entra en juego el amor a su país y a su gente y el modo de ayudarles, desde dentro, o desde fuera.
En el ámbito de su seminario," sus chicas" no son ajenas a los planteamientos inhumanos de la revolución y tomarán caminos diversos buscando su propia identidad y dignidad como persona y como mujer. Hasta tal punto es dramática la situación que dos de ellas que optan por quedarse en el país, manifiestan que lo único que les queda como buenas musulmanas es la fe que, al convertirla la revolución en ideología, se va debilitando dejándola vacía de identidad. Leer artículo...
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Azar Nafisi es una escritora
Azar Nafisi es una escritora iraní, formada en los Estados Unidos. Regresó a Irán como profesora de Literatura Norteamericana y le tocó vivir la transformación radical que sufrió su país.
“Entre el 16 de enero de 1979, día en que el sah abandonó el país, y la vuelta de Jomeini a Irán, el 1 de febrero, hubo un breve periodo en que tuvimos un jefe de Gobierno nacionalista, el doctor Shahpour Bakhtiar. El era quizá el político de ideas más democráticas y el que tenía más visión de futuro de entre todos los líderes de la oposición de aquella época… Bakhtiar disolvió inmediatamente la policía secreta de la Irán y liberó a los presos políticos.” Pág. 141
Pero ese periodo no solo fue conflictivo dentro del país. Se desató un conflicto armado con su vecino Iraq.
El 23 de septiembre de 1980 se produjo el primer ataque iraquí a Irán y no terminó hasta finales de julio de 1988. Hubo más de un millón de muertos y heridos. Sadam Hussein había expulsado de Iraq al exiliado ayatolá Jomeini después de haber llegado a un acuerdo con el sah.
A pesar de la guerra contra Iraq, el régimen iraní no olvidó su guerra santa contra los enemigos internos. “El gobierno no tardó demasiado en aprobar nuevas normas que restringieran el atuendo de las mujeres en público y obligarnos a llevar el chador, o un manto largo, y el pañuelo… La desobediencia era castigada con sanciones económicas y con setenta y seis latigazos y penas de cárcel.” Pág. 227
“Mi generación se quejaba de la pérdida, del vacío creado en nuestra vida cuando nos robaron el pasado, lo que nos convirtió en exiliados en nuestro propio país… El peor crimen que comenten las ideologías totalitarias es que obligan a los ciudadanos, incluidas sus víctimas, a ser cómplices de sus crímenes. Bailar con el propio carcelero o participar en la propia ejecución son actos de extrema crueldad… La única forma de salir del círculo, de dejar de bailar con el carcelero, es descubrir la manera de conservar la individualidad, esa cualidad única que escapa a la descripción pero que distingue a un ser humano de otro.” Págs. 109-110
Como profesora se planteó cómo contribuir a la defensa de las libertades que poco a poco iban desapareciendo en su mundo universitario y social.
“¿Es posible escribir una novela que sea reverente y que sea buena?” pág. 77
“-¿Y qué ocurre si decimos que está bien hacer lo que queremos hacer y no lo que la sociedad, o una figura autoritaria, nos dice que hagamos?” Pág. 78
“Una novela buena es la que enseña la complejidad de las personas y abre un espacio parar que estos personajes tengan voz.” Pág. 181
“La idea o ideas que existen tras el argumento deben arribar al lector en tanto vive la experiencia de la novela y no como un añadido.” Pág. 152 “Una novela no es una alegoría sino la experiencia sensorial de otro mundo… Y la empatía es la clave de la novela.” Pág. 159
“¿Recuerdas aquello que decía con respecto a que la primera lección para luchar contra la tiranía era ir a lo tuyo y cumplir con la propia conciencia? … La literatura no era la panacea, pero nos ofrecía una forma crítica de valorar y llegar a entender el mundo. No solo el nuestro, sino también ese otro mundo que se había convertido en objeto de nuestros deseos.” Pág 376
Como profesora se niega a cambiar el programa de sus clases en la universidad de Teherán. En él incluía novelas que conforman el ideario del pensamiento occidental actual de los principales autores en lengua inglesa. Personalmente le exigen la utilización del velo en las aulas.
“Mi abuela llevó el velo hasta el día de su muerte, y fue muy longeva. Nunca se lo quitó. Pero le inquietó sobremanera que el Gobierno impusiera el velo no solo a los judíos, cristianos y ateos sino a las musulmanas como mi madre, que no querían llevarlo. Para ella el velo era un símbolo de fe, pero si todas las mujeres estaban obligadas a llevarlo, tanto si eran creyentes como si no, entonces se convertía en un símbolo de fuerza y un símbolo político del Estado.” Pág. 468
Estos dos requisitos, cambios en su programa y el velo, la alejan de la enseñanza en la universidad en un primer momento. Es entonces cuando se plantea continuar en su propia casa con la enseñanza de la literatura, de forma privada. Reúne a un grupo de jóvenes con inquietudes intelectuales y continúa clandestinamente su actividad docente. La novela que tenemos entre manos es la consecuencia de toda esa actividad.
El primer texto elegido será Lolita, de Nabokov, cuyo protagonista, Humbert, se casa con una viuda con la intención de seducir ilícitamente a su hija, Lolita, una niña aún. Más o menos lo que las jóvenes del mundo musulmán tienen que sufrir: un matrimonio de conveniencia que puede distar mucho de sus inclinaciones personales.
“La narración de Humbert es una confesión, pues está en la cárcel, escribiendo una declaración, mientras espera que se inicie el juicio por el asesinato del dramaturgo Clare Quilty, con quien Lolita se había fugado para huir de él y quien la había abandonado al negarse a participar en sus crueles juegos sexuales. Humbert aparece como narrador y seductor, no solo de Lolita, sino también de sus lectores. Según transcurre el argumento, se nos revela un crimen más profundo, más grave que el asesinato de Quilty: la captura y violación de Lolita… Lolita forma parte de una especie de víctimas indefensas: además de arrebatarle su vida, también le quitan la historia de su vida.” Págs. 55-56
A través de una reflexión sobre la obra de Henry James, el grupo de jóvenes reflexiona sobre la libertad de elección personal, también a la hora de tomar una decisión sobre su matrimonio.
“Cuando seleccioné Daisy Miller y Washington Square para comentar en clase, no creí que las señoritas Daisy Miller y Catherine Sloper podían llegar a ser temas tan polémicos y obsesivos… Clarissa Harlow y Sophia Western, dos jóvenes modestas y, al parecer, obedientes, se negaron a casarse con un hombre al que no querían, cambiaron el curso de la narrativa y cuestionaron las instituciones más básicas de su época, empezando por el matrimonio.” Pág. 228
”Para Henry James, su verdadero país, su patria, era la imaginación… Wahington Square parece muy sencilla, aunque los personajes engañan: hacen lo contrario de lo que se espera de ellos, empanzando por Caherine Sloper, la protagonista. Catherine está a merced de un padre inteligente y triunfador que no le hace caso y la desprecia: a su tímida y devota hija no le perdona haber perdido a su amada esposa, que murió al dar a luz. Tampoco es capaz de superar el desengaño que para él supone que Catherine no sea hermosa ni inteligente. Catherine está a merced de su amor por Morris Townsend, el joven “hermoso” (dice ella) y despilfarrador que la corteja solamente por su dinero. La señora Penniman, su frívola, sentimental y entrometida tía viuda, que intenta sosegar las ansias románticas de Catherine haciendo de correveidile, completa el triunvirato del mal… Cahterine es lo opuesto a nuestra idea de cómo debería ser una heroína. Es robusta, goza de buena salud, es poco agraciada, aburrida, sin imaginación y sincera; está atrapada entre tres personajes vistosos, inteligentes y egocéntricos, que la maltratan y la subestiman; ella, mientras tanto, sigue siendo leal y bondadosa. James despoja a Catherine, una a una, de todas la cualidades que hacen atractiva a una heroína; lo que a ella le quita, no obstante, lo reparte entre los otros tres personajes a quienes priva de una sola cualidad de la que es poseedora Catherine Sloper: la compasión….
Catherine se equivoca. Está convencida de que Morris la quiere… Los protagonistas de James no suelen ser infalibles. Sus errores, como el defecto trágico en la tragedia griega, son esenciales para su madurez y desarrollo…. El doctor Sloper, el más malvado de los tres, es también el más correcto en su vida profesional y en su vida privada y todos sus pronósticos sobre su hija son acertados, o casi todos: ningún joven con bigote se enamoraría de su hija…
A Catherine le rompen el corazón dos veces: una, su presunto enamorado; otra, su padre. El padre es culpable del mismo delito del que acusa a Morris; es decir, el desamor por su hija. Pensando en el doctor Sloper nos acordamos de la máxima de Flaubert “Hay que tener corazón para sentir el corazón de los demás”…
El doctor Sloper, así, comete el delito más imperdonable que pueda perpetrarse en literatura: la ceguera. La compasión es la contraseña, dice el poeta John Shade en Pálido fuego de Nabokov. En ese respeto hacia el otro, en la empatía hacia los demás, reside la clave de la novela. Es la cualidad que vincula a Austen con Flaubert y a James con Nabokov y Bellow. Creo que así es como ha nacido el malvado de la novela moderna: una criatura sin piedad, sin ningún sentido de la empatía. Un héroe es el que salvaguarda, casi a cualquier precio, su integridad individual.
Catherine aprende dolorosamente a hacer frente a todos ellos… Su comportamiento no se deriva de un deseo de venganza, sino de su sentido del decoro y de la dignidad, dos términos anticuados pero muy utilizados por los protagonistas jamesianos.
Solo Catherine tiene la capacidad de cambiar y madurar. Al final, muchos de los personajes de James son infelices y aun así les confiere un aura de victoria. Lo que sus personajes ganan es la autoestima.” Cfr. capítulo 26, págs. 300-303
“Creo que toda cultura, sobre todo las culturas puritanas, han tenido problemas con Eros, o con la verdadera sensualidad, porque normalmente los criterios sobre la mujeres van de un extremo a otro: o se idolatran y se veneran en un altar, o se perciben como mujerzuelas y objetos para satisfacción sexual. Así que expresarse como seres sensuales ha supuesto una lucha y un reto para las mujeres. Para lograr la igualdad completa, también es necesario expresar quiénes somos, cuáles son nuestros deseos, tanto física, intelectual como emocionalmente.” Pág. 470
La profesora Azar Nafisi relata en su novela Leer Lolita en Teherán la constante presión que sentía durante su tarea docente. Siempre había alguien en sus clases que representando al gobierno radicalizado criticaba sus comentarios y espiaba sus enseñanzas. Debido a ese acoso se vio obligada a someter a un juicio la novela El gran Gatsby, considerada como propaganda del mundo occidental y exaltación del capitalismo.
“Es verdad que Gatsby acepta que el dinero compone uno de los atractivos de Daisy. Es él en realidad quien atrae la atención de Nick sobre el hecho de que la seducción de su voz es el repiqueteo del dinero. Pero esta novela no habla sobre el amor al dinero de un hombre pobre y embaucador…
Recordemos cómo se describe Nick a sí mismo: Todos presumen de que al menos poseen una virtud fundamental, y esta es la mía: soy una de las pocas personas sinceras que conozco. De alguna forma Nick es el espejo. Al resto de los personajes, se les juzga desde la perspectiva de su sinceridad, y los que ostentan la representación de la riqueza son los menos sinceros.
Tom Buchanan engaña a su esposa, oculta el delito de esta infidelidad y no siente remordimiento. Su esposa, Daisy, seduce para que los demás sean cómplices de sus mentiras. Tom y Daisy son personajes despreocupados, arruinan objetos y criaturas para después refugiarse en su dinero o con cualquier otra cosa que les mantenga unidos, y dejan para los demás la tarea de arreglar el desorden que ellos han creado. A fin de cuentas, Daisy es quien atropella a Myrtle, la amante de Tom, y permite que culpen a Gatsby…” Págs. 1279-181
“Fitzgerald estaba obsesionado por los ricos y por la riqueza, en su literatura refleja el poder corruptor y decadente que la riqueza ejerce en personas básicamente honradas, como Gatsby.” Pág. 181
El tema de la libertad para una profesora de Literatura en Lengua Inglesa se concreta obviamente en la posibilidad de expresar su mundo interior, en la libertad de acceder al pensamiento de otras personas libremente manifestado y en la libertad de comparar el propio pensamiento con el de los demás y con esa misma libertad concluir qué es mejor y qué merece la pena ser cambiado para así contribuir a una mejora personal y de la sociedad en la que vivimos.
“Me obsesiona una fantasía mía sobre la inclusión de un nuevo artículo en la declaración d derechos del ciudadano: el derecho a la imaginación. He llegado a la conclusión de que sin la libertad de imaginar, sin el derecho a utilizar las obras de la imaginación sin restricción alguna, la auténtica democracia no puede existir. Para tener una vida completa, hemos de tener la posibilidad de formar y expresar públicamente mundos, sueños, pensamientos y deseos privados, de tener acceso continuo a un diálogo entre el mundo público y privado. ¿De qué otra manera podemos saber que hemos existido, sentido, deseado, odiado y temido?
Hablamos de hechos, y sin embargo los hechos, para nosotros, si no los repetimos y recreamos con las emociones, pensamientos y sentimientos, solo tienen una existencia parcial. Me daba la sensación de que no habíamos existido realmente o que solo habíamos existido a medias porque no podíamos realizarnos mediante la imaginación ni tampoco comunicarnos con el mundo, porque habíamos utilizado las obras literarias como si fueran peones de una trampa política.” Pág. 445
“En realidad ese es el tema principal de Leer Lolita en Teherán: el papel de la imaginación a la hora de crear espacios abiertos, de resistir a la tiranía tanto de la política como del tiempo.” Pág. 460
“La idea de que la imaginación siempre es subversiva y resulta peligrosa para mentalidades absolutistas o sin amplitud de miras... La estructura de la novela es democrática, ya que es multivocal. Tomemos por ejemplo Orgullo y prejuicio, o cualquiera de las novelas de Jane Austen. Cada una de ellas rebosa con las voces de los distintos personajes que conversan constantemente y que, en la mayoría de la veces, están en desacuerdo. Es esa polifonía, esa democracia de voces, lo que se convierte en algo tan peligroso para una mentalidad autocrática. Jane Austen era la hija de un clérigo y supuestamente tenía unos modales impecables. Y sin embargo, en sus libros se burla de todo eso, incluidos los clérigos. En una ocasión alguien me dijo que Jane Austen demostraba ser antirreligiosa por el personaje de Sr. Collins, pero en sus libros los clérigos son tanto ridículos como honestos y amables. Nos muestra que, como seres humanos, podemos ser muchas cosas distintas…
El texto es un ente vivo producto de la imaginación del autor y a su vez independiente de ella.
Otro aspecto de la novela que resulta muy peligroso para una mentalidad autocrática es el uso del humor y la ironía… Con la imaginación lo único que se considera sagrado es el permiso para ser profano. En la novela tienes que ser fiel a ti mismo, tienes que ser divertido y crítico, y autocrítico, y permitir que incluso los villanos tengan voz…
Y hay algo más sobre la novela que me gustaría mencionar: la cuestión de la ambigüedad… La novela explora la ambigüedad y la paradoja y la contradicción, y no permite que te salgas con la tuya, porque todos los personajes de la novela son responsables de sus acciones….” Págs. 465-466
“Así debería ser el verdadero intercambio cultural: un diálogo constante sobre nosotros y los demás, una observación crítica constante y un interrogatorio además de una celebración de nosotros mismos a través de los ojos de los demás…
Pero una última cosa sobre los lectores occidentales; en el libro menciono una cita de Saul Bellow sobre los personajes que sobrevivieron a la terrible experiencia del Holocausto: “¿Sobrevivirán a la dura experiencia de la libertad?” Bellow habla en sus libros de que lo que amenaza a Occidente es su “conciencia dormida”. Creo que lo más peligroso para los lectores occidentales es dar la libertad por sentada, sentirse demasiado cómodos, no mirarse a sí mismos a través de los ojos de los demás…
Lo que temo es que al desplazar las humanidades de nuestro sistema educativo, mediante la politización de todos los campos hasta el punto de abandonar la lectura simplemente por el placer sensual e intelectual de leer, acabaremos atrapados en lo que Bellow denomina “la atrofia de los sentimientos”. Y eso es lo que debería preocuparnos: la inhabilidad de sentir y pensar.” Pág. 466
Con un título sugerente y
Con un título sugerente y atrevido, esta novela cautiva desde las primeras páginas y cumple ampliamente con lo que promete en el título: la transgresión y la subversión frente a la opresión y el totalitarismo. Desde el momento en que la autora compara las dos fotografías de sus alumnas, que se reúnen en su casa para hablar de literatura, el lector se enfrenta ante dos realidades muy diferentes: la primera foto de las jóvenes representa la represión intelectual y política, la oscuridad; mientras que la segunda deja volar el pensamiento, los colores, la libertad; sus alumnas simplemente quieren ser mujeres, simplemente ser personas y mostrarse como son. Así, el título de la novela es un auténtico hallazgo, capaz de representar la antítesis que recogen las dos fotografías, tan opuesta la una a la otra, de la misma manera que es paradójico poder leer la obra de “Lolita” en la ciudad de Teherán: la adolescente seductora en un país radical (en este sentido, conviene no olvidar que Lolita es un diminutivo de Dolores, literalmente “que denota dolor”, siempre interesante para revisar posibles interpretaciones).
Y también en el propio título, la autora nos da la clave del argumento, el guiño a la literatura dentro de la literatura que va a impregnar las páginas de esta obra, plagada de citas literarias y con un estudio magistral de grandes clásicos de la literatura universal. En ellos, podemos encontrar el “país de las maravillas”, los espacios abiertos de las novelas frente a los espacios cerrados en los que las mujeres (y los hombres) viven confinadas en muchos países; así la literatura se convierte en un lugar de transgresión para superar la realidad e incluso ir mucho más allá: “Lo que buscamos en la ficción no es la realidad, sino la manifestación de la verdad”, dice Nafisi.
En definitiva, se trata de una novela cuya lectura no puede dejar indiferentes a los lectores por muy diversas razones: por los hechos históricos que relata, por el estudio sociológico y psicológico de los diferentes personajes, y por el análisis de las obras literarias que la autora sabe comentar desde los niveles más profundos de interpretación para transmitir el sentido último del mensaje de los textos. En palabras de Nabokov, al aproximarse a la literatura, “Íbamos a ver cómo las piedras corrientes de la vida cotidiana se transformaban en joyas gracias al ojo mágico de la ficción”.
Quizá haya que empezar esta
Quizá haya que empezar esta reseña advirtiendo que no es una novela, no es una obra de ficción, aunque se trate constantemente sobre obras de ficción. Esto es lo más fácil, decir lo que no es. Sí que es un escrito autobiográfico de la autora Azar Nafisi, profesora de literatura en Teherán. También es un canto a la libertad, como parte de una lucha contra el totalitarismo de un régimen extremista islámico. Quizá sobre todo es una defensa de la dignidad de la mujer, que dista mucho de verse en igualdad de condiciones con el hombre en el ambiente musulmán en general y muy en particular en la revolución islamista del Ayatolá Jomeini, en los años 70. Es también un alarde de conocimientos literarios que permite a la autora refugiarse en la ficción en tiempos tan tremendos como los que tuvieron que vivir. Es también un modelo estupendo de lo que deben ser las clases en la universidad y de la entrega del profesor por sus alumnos. Es un repaso profundo y total de lo que es el matrimonio, pensado como institución natural, y su desnaturalización en el mundo islámico. Son muchos registros que hacen de esta obra una ocasión de profundizar y relacionar los diversos aspectos de la vida y dan pie a una buena tertulia entre los lectores.
De un gran interés para conocer, con bastantes detalles, unos momentos históricos que tiene gran paralelismo con la violencia yihadista actual del ISIS, y para recapacitar sobre la libertad de las personas, un concepto tan manoseado y maltratado. El libro es muy recomendable y si pongo tres estrellas y no cuatro es porque comprendo que hace falta un cierto nivel cultural y de hábito de lectura para sacar toda la riqueza que encierra. Leer artículo...
~~Nafisi nos obsequia con una
~~Nafisi nos obsequia con una obra de madurez imponente. Al hilo de su actividad profesional en Teherán como profesora de literatura, ofrece una visión interna y única sobre la implantación de la Revolución islámica en Irán, centrándolo en la situación de la mujer dentro del totalitarismo religioso; pero, como ella misma apunta en una entrevista recogida al final de la edición castellana de su obra, no ha pretendido componer una historia política de la revolución acaecida en Irán; y es así, la obra presenta una rica variedad de registros humanos de la mano de las obras literarias que comenta a sus alumnos y, especialmente en el reducido seminario para algunas de sus alumnas, "sus chicas", en su casa.
En efecto, tomando pié del análisis humano de los diversos personajes, especialmente los femeninos, pone frente a sus alumnas los atropellos contra la dignidad de la mujer, descendiendo a detalles tales como el uso obligatorio del velo, o la precaria educación de la mujer formada en una carencia de identidad negándoles pensar por sí, tener iniciativas, etc., cuestionando la propia identidad femenina y el nulo papel de la mujer en la sociedad islámica; hasta tal punto que en los primeros tiempo después de su vuelta de Inglaterra y EEUU, ese vacío hace que se sienta exiliada en su propio país.
Contempla atónita la lucha entre los dos grupos revolucionarios en liza para hacerse con el poder: los marxistas y los fundamentalistas islámicos, truncando la esperanza de gran parte de la población que pretendía un cambio democrático a la política del Sha, desembocando en un totalitarismo que convierte la religión en ideología.
En sus clases, al presentar personajes tratando de descubrir su humanidad, con lo bueno y menos bueno, con sus ilusiones, sus ideales, sus principios morales, etc., ha de afrontar la crítica de la parte radical de su alumnado (generalmente hombres) de estar pregonando una moral que es corrupción, frente a la moral islámica, haciendo ver que en esta vida no todo es blanco o negro.
En este entorno, Nafisi toma partido por una oposición manifiesta que le acarreará ser expulsada de la Universidad haciendo su situación cada vez más insostenible: nos hace partícipe de su lucha interior; seguir dando clases y transigir con las exigencias de la revolución, lo que considera como "bailar con el carcelero", o por el contrario exiliarse, que es la opción que tomará no sin un duro debate interior donde entra en juego el amor a su país y a su gente y el modo de ayudarles, desde dentro, o desde fuera.
En el ámbito de su seminario," sus chicas" no son ajenas a los planteamientos inhumanos de la revolución y tomarán caminos diversos buscando su propia identidad y dignidad como persona y como mujer. Hasta tal punto es dramática la situación que dos de ellas que optan por quedarse en el país, manifiestan que lo único que les queda como buenas musulmanas es la fe que, al convertirla la revolución en ideología, se va debilitando dejándola vacía de identidad. Leer artículo...