San Germán/Aitana

Coordinador: Ángel Cabrero Ugarte

Lugar: Hotel Aitana, Paseo de la Castellana 152, Madrid

Fecha: Cuarto viernes de mes, a las 18:30, 26 de abril de 2024

Septiembre, 2023

Suite francesa

Némirovsky, Irene

Novela excepcional escrita en condiciones excepcionales, "Suite francesa" retrata una época fundamental de la Europa del siglo XX. Imbuida de un claro componente autobiográfico, "Suite francesa" se inicia en París los días previos a la invasión alemana, en un clima de incertidumbre e incredulidad. 

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Imagen de Azafrán

En las cincuenta últimas páginas, el editor ha querido incluir las notas y apuntes de Irène Némirovsky sobre la novela que pensaba escribir, lo que iba escribiendo, así como sus comentarios sobre lo escrito, cartas y correspondencia con sus editores y con su amigos en las que pedía ayuda tras ser apresada por los nazis y enviada a un campo de concentración en la frontera polaca. Fue este episodio el que causó la muerte de la autora y por lo tanto, igualmente, el hecho de que la novela quedara inconclusa: de las cinco partes que la autora se propuso escribir, sólo consiguió terminar las dos primeras.
Suite francesa hace referencia al sentido musical que acompaña la creación literaria. La autora se imagina el ritmo musical con el que va presentando los personajes y sus vidas, así como la terrible situación que Francia, al igual que otros países del continente europeo, tuvo que vivir bajo la invasión nazi.
Así concibió Inène Némirovsky su obra. Como una gran composición musical en la que la partitura incluye un coro de voces compactadas que representarían el sufrimiento general del país y algunas voces protagonistas, solistas, que cantan su tragedia personal, sus sentimientos ante la terrible situación, su lucha por sobrevivir al sufrimiento general de la sociedad, su manera de huir de él, de refugiarse en sus pasiones, en sus ideales, en sus miserias.
Los personajes van apareciendo a medida que la historia de la invasión nazi se despliega en suelo francés. Comienza con la invasión de París, un 21 de junio de 1939 y termina un año después, con la entrada de Rusia en la guerra y la salida de parte del ejército nazi en dirección al este de Europa.
La autora nos presenta a los personajes en diferentes capítulos que alternan lo que les sucede a cada uno de ellos desde que salen de París, hacia la región de la Loire, y cómo les afectan los acontecimientos de la invasión nazi. Poco a poco irán surgiendo incidentes que provocarán que aquellos que en un principio no se conocían, lleguen a convertirse en amigos, enamorados, colaboradores de la resistencia, y que aquellos otros, que en tiempo de paz parecían amigos, o al menos mantenían algún tipo de relación laboral, de vecindad, etc., lleguen a desentenderse, a odiarse, a delatarse por intereses mezquinos.
Como siempre, Némirovsky, es capaz de sorprender al lector con el análisis, mejor, con la disección psicológica del personaje. El lector llega a comprender, tras un rápido y profundo análisis, las razones últimas que mueven a cada personaje.
Igualmente sorprende la sistemática elección de lo perverso como solución a todas las situaciones problemáticas. El lector descubre que siempre puede existir una maldad mayor en el ser humano.
Investiga como Flaubert, para conseguir presentar situaciones creíbles, reales, al lector y siempre es Tolstoi, una referencia. Sobre todo para alejarse de la tendencia del autor ruso de presentar los problemas del conjunto de la sociedad en primer plano. Némirovsky quiere que los problemas de sus personajes sean lo que destaque y que la tragedia de la nación permanezca siempre como fondo.
Némirovsky cita en numerosas ocasiones a Chateaubriand. Y como el autor francés, ella también utiliza la técnica de repetir a sus personajes en diferentes situaciones, les hace converger en diferentes circunstancias, lo que permite al lector reconocerlos en posteriores apariciones y desear descubrir lo que el destino les tiene deparado más allá de la guerra.
En las notas y comentarios que figuran en las cincuenta últimas páginas, el lector puede satisfacer su curiosidad pues la propia autora deja claro el final que tenía previsto para los principales personajes: historias amor, de supervivencia y también de muerte.
Apasionante, como todas las otras novelas de la autora.

Personajes en “Tempestad”
Los Michaud, matrimonio que trabajan para un banquero en París y que tienen que viajar a pie a Tours pues su lugar, en el coche del banquero, lo ocupa Corail, la amante del banquero, con sus maletas. Son los padres de Jean Marie, alistado en el ejército francés, herido y cuidado en una granja por dos jóvenes. Una de ellas, Madeleine, se casará con Benoît, granjero rudo y que en “Dolce” asesinará al teniente alemán que, llegó a insinuarse a Madelein, ya su mujer.
Personajes en “Dolce”
El personaje central de “Dolce” será Lucile. Su esposo, prisionero de los alemanes, mantenía una relación adúltera con una costurera en la ciudad. Lucile lo descubre y se resigna. Su suegra, la señora Angellier, vigila a su nuera y la relación que empieza a surgir entre ella y el oficial alemán que se acomoda en su casa.
Benoît acude a Lucile para que le esconda y le ayude a escapar de los alemanes tras haber asesinado a un teniente. Lucile le lleva a París a casa de los Michaud, quienes, en “Tempestad” fueron socorridos por las señoras Angellier en su huída de Paris. Así es como se conocen Jean-Marie y Lucile.

Imagen de fcrosas

Es una novela inacabada llamada a ser una obra maestra; como en tantas ocasiones, el odio nos ha privado de la vida y de la belleza...
Pero no es una novela para todas las personas ni para todos los momentos, por la dureza de su fondo moral.
Lo más llamativo y loable de la novela, la capacidad de la autora para examinar con brillante lucidez una guerra que está empezando y que va a acabar con ella pocos meses después. Sólo las almas grandes son verdaderos protagonistas y testigos de su tiempo.

Imagen de Porto

Es una pena que la autora no pudeira concluir su proyecto y que razones políticas y xenofobas acabaran con su vida. Es un relato excepcional, con movilidad propia y con colorido variado. Los personajes son ricos, muy bien diseñados, naturales. Muestran todas las posibilidades de la grandeza y de la bajeza humana. Los mismos invasores aparecen con un toque de humanidad que los aleja de la descripción común de perversidad. La descripción de paisajes es deliciosa. Merece la pena recrearse con ella.

Imagen de acabrero

Espléndida descripción de la crisis planteada en París ante la ocupación alemana en la II Guerra Mundial. Las multitudes, de todas las categorías sociales, que se ven obligadas a huir, con lo puesto, en condiciones muy difíciles. La autora describe las circunstancias de personas concretas en medio de esa masa de gentes que sufren la guerra. Y se ven los egoísmos humanos, la generosidad de algunos, la tragedia de la separación. En realidad la novela se queda en la mitad. La autora no pudo terminar su proyecto, que era mucho más amplio, como queda claro en unos apuntes que se añaden al final del texto. La calidad literaria de Nemirosky y la inmediatez del relato –ella no sabe realmente qué viene después- hacen de esta obra un testigo utilísimo de las circunstancias que se dieron en Francia en los primeros años de la Guerra.

Imagen de cattus

Pienso que es de las mejores novelas publicadas el año pasado. Sorprende que, en las terribles circunstancias en que ella y su familia se encontraban, la autora pudiera escribir una obra tan lúcida, con tanta riqueza de matices y con una prosa cuidadísima. La traducción es también excelente. Aunque escrita en francés, enlaza con la mejor tradición de las grandes novelas rusas del siglo diecinueve. Una obra maestra a la que se añaden al final notas tomadas por la autora sobre su proyecto en cinco partes y algunas cartas de quienes intentaron salvarla. Leer artículo>>

Imagen de wonderland

Concebida como una composición en cinco partes —de las cuales la autora sólo alcanzó a escribir dos— "Suite francesa" combina un retrato intimista de la burguesía ilustrada con una visión implacable de la sociedad francesa durante la ocupación. Con lucidez, pero también con un desasosiego notablemente exento de sentimentalismo, Némirovsky muestra el fiel reflejo de una sociedad que ha perdido su rumbo. El tono realista y distante de Némirovsky le permite componer una radiografía fiel del país que la ha abandonado a su suerte y la ha arrojado en manos de sus verdugos. Estamos pues ante un testimonio profundo y conmovedor de la condición humana, escrito sin la facilidad de la distancia ni la perspectiva del tiempo, por alguien que no llegó a conocer siquiera el final del cataclismo que le tocó vivir. En otoño de 2004 le fue concedido el premio Renaudot, otorgado por primera vez a un autor fallecido.