Villanueva

Moderador: Gabriel Rodríguez Pazos

Universidad Villanueva. Costa Brava 6, Madrid.

Cuarto miércoles de mes, a la hora del almuerzo. 

Septiembre, 2016

David Copperfield

Dickens, Charles

David, como Dickens, vivió una infancia feliz leyendo y asistiendo a la escuela, hasta que su suerte cambió. La transmutación íntima de ambos, protagonista y autor, fue compleja y sutil, y aunque ficción y realidad no siempre coinciden, las desdichas de la niñez, el trabajo en la abogacía, la condición de escritor y varios de los personajes responde a la experiencia personal de su autor.

Comentarios

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Verdaderamente magistral. Durante el tiempo que lleva leerla, en más de una ocasión se puede pensar: “es una novela larga”. Al terminar se da uno cuenta de que no sobra nada. Todos los personajes tienen vida, tienen sentido. Es admirable repasar cada uno de esos protagonistas -muchos- con su vida, con su carácter, con su bondad o su maldad. Todos están presentes a lo largo del libro, dejando un poso de humanismo, de trascendencia, de conocimiento de los defectos y de las virtudes. Quizá donde se deja ver un planteamiento protestante de la vida es en el fatalismo presente, que hace que el que es malo, lo es siempre y terminan mal. Aunque también los hay buenos que terminan mal, pero de modo heroico y ejemplar. Hay personajes ruines presentes en la novela con cierta frecuencia, y hasta el final. Pero sobre todo quedan muy marcadas las personalidades bondadosas, que influyen tanto en la vida del protagonista. Añadir cualquier detalle sobre estos personajes o sobre la trama es traicionar a la intención indudable del autor de mantener la intriga hasta las últimas páginas, de manera que, durante una buena parte del final del libro, el desenlace se va preparando, manteniendo al lector en ascuas.

Imagen de wonderland

Charles Dickens se nutrió de su experiencia infantil como obrero en una fábrica para escribir uno de los clásicos de la literatura universal: David Copperfield, considerado su obra maestra.

La infancia del protagonista, narrada maravillosamente por el novelista inglés, basta para llenar las páginas de mayor contenido humano que posiblemente se hayan escrito nunca. Es un claro ejemplo de la sociedad inglesa victoriana, lleno de realismo, variedad de personajes de distintas procedencias sociales que se entrelazan unos con otros en el característico discurso narrativo de Dickens que provoca en el lector una profunda mirada introspectiva. Una obra que pone a la vista las mejores virtudes del ser humano, su capacidad y afán de superación, y también sus peores acciones frente al individuo y la sociedad.

Constituye el mejor Dickens y el más autobiográfico.

Una mirada crítica a la sociedad victoriana e industrial y una aguda percepción de la naturaleza humana.

Desde su publicación por entregas entre 1849 y 1850, «David Copperfield» no ha dejado más que una estela de admiración, alegría y gratitud.