Blasco Ibáñez, Vicente

~Nació en Valencia el 29 de enero de 1867 y murió en Menton  (Francia) el 28 de enero de 1928.
Desde pequeño fue muy inquieto, con un espíritu aventurero e inconformista, estudió en su ciudad hasta segundo de Derecho, pese a que a él le hubiera gustado ser Marino de Guerra, pero ahí lo dejó sin pena ni gloria hasta años después que pudo terminar la carrera de Derecho. De adolescente huyó de casa de sus padres. Se fue a Madrid. Y allí pasó hambre y necesidad hasta que un escritor, Manuel Fernández y González, le cogió como amanuense, y le dio un trabajo. A los seis meses regresó a su casa. Cuando pequeño estudió en un colegio religioso. Pero siempre creaba problemas y era mal estudiante. De ideas revolucionarias y partidario de la República, tuvo que huir en varias ocasiones. Fundó el periódico republicano “Pueblo”, en Valencia, de ideas izquierdistas, desde el que lanzó continuos ataques virulentos y demagógicos contra la política exterior en España. Sus artículos eran admirados por la masa y criticados por los políticos más sensatos. Su actitud antipatriótica en la Guerra de Cuba, le llevó un año a prisión.  Pero salió de allí como un héroe. Tras una fulgurante campaña política, fue elegido Diputado por Valencia, cargo que repetiría por seis legislaturas. Lo que le permitió cierta inmunidad política. Perseguido, antes de esto, viajó a Italia. E inquieto  también fue a Argentina. En la Patagonia puso en marcha unas granjas agrícolas que, pronto le llevaron a la ruina total. Regresó y se afincó en París, pero le cogió la guerra europea. Se dedicó a escribir una obra magna de Historia de la Guerra Europea, que dejó inconclusa. También colaboraba con artículos periodísticos que trataban de implicar a los españoles en la suerte de los aliados. Atacaba a la Monarquía lo cual llevó a problemas diplomáticos. Al terminar la guerra regresó a España, donde gobernaba la Dictadura con la que era incompatible. Así que finalmente regresó a su amada Francia, donde murió, siendo entonces uno de los novelistas de mayor éxito en Europa y Estados Unidos. A lo largo de su vida participó en una docena de duelos, lo que muestra una inquietud y un desequilibrio en su alma.

Su producción se considera suprema expresión del naturalismo francés. Cultivó una tendencia incluso superada en la época, incluso en Francia. Hay que tener en cuenta que él comienza a escribir al final del s. XIX y principios del s. XX.

Lo mejor de su obra es las novelas de viajes, y  la serie de novelas levantinas, que describe –no sin demagogia- la belleza de la zona, y sus personajes de forma radical, algo simplista (los malos muy malos; los buenos, muy buenos), lo cual haría que sus novelas fueran muy fácilmente legibles para la masa del pueblo. De ahí su gran éxito. Pronto fue traducido al inglés. Dotado de una gran fantasía y rico en vocabulario, supo hacer malabarismos retóricos su falta de escuela y contención.

Aunque él ejerció con la radicalidad de los laicistas, en el fondo de su corazón pudo haber un punto de esperanza hacia la luz de la fe, lo que pone en boca del pintor Renovales, una de sus criaturas “aunque  vivía como un incrédulo, conservaba un alma religiosa, que en los momentos difíciles de su existencia, le impulsaba a aclamar a todos los poderes sobrehumanos y maravillosos, como si estos tuvieran el deber ineludible de acudir en su auxilio. Señor, quítame este horrible pensamiento. Aleja la mala tentación. Que no muera; que viva, aunque yo perezca”..