Camus, Albert

Biografía: 

Ensayista, novelista y dramaturgo francés. N. el 7 nov. 1913 en la localidad argelina de Mondovi, en una familia de obreros agrícolas, siendo la madre de ascendencia española. Becado, cursa los estudios del bachillerato. En 1930 enferma de tuberculosis. Se casa en 1933 y se divorcia un año más tarde. Alterna sus estudios en la Facultad de Argel con ocupaciones múltiples para vencer la estrechez monetaria en que vive. A pesar de todo, es activo deportista. Y encuentra tiempo para fundar una compañía teatral, en la que hace de actor, autor, etc. (monta adaptaciones de varios autores y una pieza, escrita por él en colaboración con sus compañeros: Révol!e des As!uries, sobre la revolución española de 1934). Por entonces se afilia al partido comunista, que abandonará más tarde. En 1936 consigue la licenciatura en Filosofía con un trabajo titulado S. Agus!ín y Plo!ino. La enfermedad tronca su carrera universitaria. En 1937 viaja, ocasionalmente, por España, Italia y Checoslovaquia y ha de ser internado nuevamente en un sanatorio, a causa de una segunda manifestación de la tuberculosis. Practica el periodismo en Argel ( Alger Républicain) y en París (France-Soir). En 1940 vuelve a casarse. Después del armisticio vive en Lyon y Orán. Colabora en la resistencia francesa. Después de la liberación de Francia, ocupa el puesto de redactor-jefe de Comba! ; en 1950 publica los editoriales allí aparecidos: Ac!uelles. De esos artículos se deduce su ideología; en ellos se manifiesta, p. ej., contra la represión de los patriotas, contra la admisión de España en la UNESCO, contra la represión soviética en Berlín-Este, contra la ocupación de Hungría por los rusos. En el semanario L 'Express escribe sobre la guerra franco-argelina de modo tan ambiguo que le vale la enemistad de los dos bandos. Desde Argel lanza un llamamiento en favor de la paz y del entendimiento de las dos comunidades (22 en. 1956).

Varios: 

Por sus tomas de posición frente a problemas políticos y por su literatura se convierte en un nombre internacional, tipificador del espíritu de las gentes de la generación posterior a la suya. Sus obras son leídas en todas las lenguas. Sin duda, entre 1950 y 1960 fue el escritor francés más leído fuera de Francia, especialmente por los jóvenes. En 1957 obtuvo el Premio Nobel de Literatura". M. en accidente de automóvil el 6 en. 1960.

El ensayista. Los varios títulos de estos libros responden a materias y propósitos muy diversos. Le!!res a un ami allemand (Cartas a un amigo alemán), 1948, nace de la inmediata experiencia guerrera y es un intento de buscar una aproximación entre los enemigos seculares; Ac!uelles I (1950) y Ac!uelles II (1953) son las tomas de posición frente a problemas y situaci9nes de cada momento; La peine capi!ale (1957), escrito en colaboración con A. Koestler, es un alegato contra la pena de muerte; Ac!uelles III (1958) se ocupa del problema argelino.

Otros: L 'envers e! l'endroi! (El derecho y el revés), 1937; Le my!he de Sisyphe (El mito de Sísifo), 1942, y L´homme révol!é (El hombre en rebeldía), 1951, contienen el pensamiento de C. en cuanto al hombre y su situación en el mundo. No cabe decir que estos tres títulos sean los más importantes; todos los libros de ensayo de C. revelan su actitud vital, sea de modo teórico, sea por su manifestación frente a cuestiones de cada momento (de ahí el título de «actuales» dado a tres de ellos).

Luppé ha sido el primero en darse cuenta de que el pensamiento de C. nace de una impresión que le revela la rutina ciega y sin sentí do de la vida cotidiana. Esta impresión reveladora, en una segunda fase, se convierte en noción (lo sentido pasa a ser un conocimiento). Tras estas dos fases, una tercera produce el hastío de ese vivir mecánico y anulador de la persona, y así se llega al cansancio de la vida. Más para que la impresión originadora de la actitud ante el mundo llegue a conseguir todo su efecto revelador es preciso que se produzca un distanciamiento entre el hombre y su personal vivir, entre el que recibe la sensación y la sensación misma (C. parece haberla sentido en un tranvía, mientras se dirigía a sus rutinarios trabajos: ¿cuándo era empleado de la prefectura en Argel?. Ese alejamiento necesario hace que el hombre se convierta en extranjero de sí mismo, al no reconocerse en el hombre anterior sometido a lo falso e inútil de su trama vital. En el hombre reflexivo, esos procesos concluyen en la angustia, en el momento en que comprende que la vida es un camino ineluctable hacia la muerte a través del tiempo. C. no se detiene tanto en la consideración de la muerte como en el proceso que conduce a ella: el tiempo, origen del cansancio vital. El hombre cansado de una vida sin sentido y mecánica, ¿encontrará justificación para el suicidio? A esta cuestión está dedicado El mito de Sísifo.

Para C., no hay más que un problema filosófico «serio»: juzgar que la vida vale o no vale la pena de vivirla. es responder al interrogante fundamental de todo pensamiento filosófico. Concluye que admitir el suicidio equivaldría a destruir la fuente de pensamiento, aquella que ha hecho que el hombre lúcido adquiera conciencia del absurdo en el que está sumido. Y esa conciencia es la único válido y valioso, aquello que debe ser protegido y estimulado.

Si rechaza la solución del suicidio, rechaza también la esperanza, ya que ésta exige la existencia de un Dios ordenador del universo, y C. no cree en Él. Suicidio y esperanza se le presentan, pues, ambos como la aceptación de los mecanismos absurdos del vivir. Por eso, entiende que la esperanza equivale al suicidio (al menos, en el hombre lúcido), a la muerte de la conciencia del hombre. Son, dice, dos formas de escapatoria, de huida, dos maneras de eludir la luz (el descubrimiento de la futilidad vital) y la oscuridad (ese vivir fútil). La lucidez se consigue solamente en la rebelión o «confrontación del hombre con su propia oscuridad». El hombre rebelde es el que asume verdaderamente su condición personal y combate para despertar, o ayudar a despertar, a los otros hombres. En su rebelión se concitan los términos de todo el problema planteado: «lo racional, la nostalgia humana y el absurdo, he ahí los tres personajes del drama». En y por la rebelión se origina lo que C. denomina «absurdo»: el combate entre la «nostalgia humana» y lo «racional». La rebelión, que no es una reacción mecánica, sino un actuar consciente, preserva el momento revelador, la conciencia de la inutilidad de la vida. El absurdo se convierte así en motor del actuar del hombre, ya que los dos términos contradictorios que están en su origen han de ser sobrepasados o superados en la creación. Porque «en la fuente de la rebelión hay un principio de actividad superabundante y de energía». Y esta creación es la verdadera justificación de la vida del hombre.

Por este resumen se ve cómo el pensamiento de C. difiere del cristiano. No sólo la negación de la existencia de Dios, sino la reiterada oposición al cristianismo por considerarlo negador de la primacía del hombre, han sido afirmaciones permanentes en la obra de C. De ahí que resulte un tanto difícil comprender el intento de algunos por conseguir descubrir una especie de precristianismo en la actitud vital de C. Lo que es fácil de encontrar en C. es la reiteración del primado de lo humano, pero desprovisto de toda referencia a valores o entidades superiores al hombre.

En otros libros de ensayo: Naces (Bodas), 1938; Le minotaure au la halte d'Oran (El minotauro o el alto de Orán), 1950; L'été (El verano), 1954, se muestra el medio de hallar una especie de felicidad en la prudente fruición de las bellezas y de las sensaciones exultantes del ambiente mediterráneo. No se postula un hedonismo, sino la búsqueda de una felicidad pasajera y, casi siempre, sensorial.

El novelista. Las novelas de c. son ilustraciones del pensamiento expresado en sus ensayos. En 1942, L 'étranger fue saludado como la mejor novela francesa posterior al armisticio. El extraño es un empleadillo de una oficina en Argel. La novela es la descripción de una vida mediocre en la que ocurren hechos que la diferencian de otras vidas rutinarias: en el mismo día en que muere su madre, el héroe va a bañarse al mar, comienza una relación amorosa con una dactilógrafa,...Y súbitamente mata a un árabe. Luego es condenado a muerte. Leemos la relación de la monotonía de los días, incluso de los festivos y la repentina aparición de la muerte a través del crimen gratuito. En la prisión, el condenado comprende o ve el absurdo del mundo y no se siente ligado a él. Tal es la explicación de su lejanía de los seres y de las cosas que no llega a poder decir si amaba a su madre. La novela está escrita en un estilo desnudo, des- provisto de toda ornamentación adjetiva, sin detalles inútiles. Todas las palabras son significativas y todas apuntan a hacer comulgar al lector con la experiencia del «raro», el que ha descubierto la falsedad de la vida común.

En 1947, C. publicó La peste. Uno de los personajes principales expone el sentido de la narración o crónica (así dice el subtítulo): «10 que me interesa es saber cómo uno se convierte en santo. / Pero Vd. no cree en Dios. / Exactamente. Saber si se puede ser santo sin creer en Dios, es el único problema concreto que me preocupa hoy». El médico que cura a los apestados es la figura de la santidad en el sentido de C.: el hombre rebelde que asume el absurdo y de él obtiene la fuerza necesaria para luchar por los demás.

La Chute (La caída), 1956, es el soliloquio con un interlocutor mudo mediante el que se confiesa un abogado caído en todas las torpezas derivadas de un vivir sometido a las rutinas y las convenciones. En esta novela se ha querido ver un antecedente de la «nueva novela» , pero ni técnicamente ni por el propósito creador cabe afirmar que se encuentre fuera de la tradición formal del género. En cuanto al estilo conviene indicar cómo el empleo del subjuntivo en todos sus tiempos parece dar nueva vida al francés actual.

También publicó, en 1957, un conjunto de novelas cortas: L'exil et le royaume (El destierro y el reino).

El dramaturgo. Le malentendu y Caligula (1944, ambas) son la dramatización del sentimiento del absurdo. En la primera, se produce la representación de la inutilidad de los lazos de la sangre y del afecto. Una madre ha llegado a la insensibilidad a través de sus experiencias, el hijo y la hija son la interrogación y la respuesta acerca de lo que sea el amor. Es significativo que la última palabra de la obra sea el adverbio «no».

Caligula (escrito en 1938) es la representación dramática de la locura del emperador. Calígula acepta el absurdo del mundo y quiere someterlo al servicio de su voluntad, con frialdad matemática. Como no puede modificar el universo, mata a los hombres, para afirmar su libertad personal. Muere bajo las espadas de los rutinarios y de los idealistas. C. manifestó su propósito creador: «Se trata de imaginar un mito que se haga inteligible a todos los espectadores». Como trata de representar el combate entre la vida rutinaria y la rebelión del amor y de la libertad, los diálogos son simples intercambios de ideas y su interés dramático decae.

Los otros dos dramas pueden ser calificados de teatro de rebelión. En L 'état de siege (El estado de sitio), 1948, se representa una situación parecida a la de La peste. Los personajes son símbolos: la negación total, el crimen, la rebelión al servicio de los demás, etc. El interés filosófico de la obra sobrepasa su valor dramático.

En Les Justes (1950) se propuso representar un hecho histórico: un episodio de la lucha de los terroristas rusos, acaecido en 1905. «Por extraordinarias que puedan parecer ciertas situaciones de esta pieza, no dejan de ser históricas». Se oponen los dos tipos revolucionarios: el que desea imponer su ideología por todos los medios y el que lucha por la implantación de justicias concretas. Entre ellos, una mujer: el amor entre la destrucción y la tragedia: «Incluso en la destrucción hay un orden, hay unos límites», gritará.

C. sigue teniendo lectores adictos, que perseveran gracias a su gran sentido de lo humano en medio de las extralimitaciones de todos los sectarios y también a su magnífico dominio de la lengua, por lo que la lectura es siempre un renovado placer.

Nacimiento: 
1913
Fallecimiento: 
1960