Esta obra se puede considerar como un muestrario de los temas y las formas que están presentes en toda su anterior obra narrativa: los mitos griegos de Edipo y otras canciones épicas homéricas; las leyendas medievales balcánicas, como el de la doncella a la que casan con una serpiente; las tradiciones albanesas, como el Kanun que exige la venganza de la muerte a la estirpe ofendida; los fantasmas de la tiranía comunista de Hoxa, Alia, Breznev y Ulbritch en búsqueda de una enigmática cueva que esconde las pruebas escritas de sus crímenes;...en fin, la borrosa y fascinante frontera entre lo real y lo onírico, la analogía y el juego con la semántica...Todo ello se pone en juego en el ámbito de una Albania en los albores del tercer milenio, en plena apertura a la Europa de la sociedad del bienestar y alrededor de una trama mínima en la que las relaciones – llenas de sensualidad y experimentación en una recién estrenada liberalidad sexual; detalles hasta ahora elegantemente obviados en sus novelas – entre un pintor funcionario y su modelo amante, sirven de escaso y quizá forzado bastidor. ( de Ángel García Prieto )
Comentarios
Si su anterior relato – El cortejo nupcial helado en la nieve- había tenido algunas críticas que lo consideraban deficiente en su resolución, éste ofrece muchas más posibilidades para poder considerarlo inconsistente. Pues a Kadaré en Frías flores de marzo, aunque haya que reconocerle algunos momentos muy sugestivos e incluso fascinantes, no hace si no plantear demasiados temas que apenas quedan deshilvanados, ambiciosos apuntes que no llega a desarrollar mínimamente. Y la atención del lector, como la tensión narrativa, se pierden, de la misma manera la savia en las ramas muertas, por estériles vericuetos que si no llegan a aburrir es porque nunca son extensos.
En fin, una novela que si bien muestra el mundo narrativo del sólido autor albanés, obliga a aconsejar que se busque en cualquiera de sus anteriores creaciones.
( de Ángel García Prieto )