Este libro nos presenta la historia de un hijo perdido, Miguel, que abandonó de joven su familia, que se casó en un país lejano y que, tras una vida poco ordenada, murió en otro país lejano en circunstancias poco claras. Su madre podrá llorarlo, pero no entender sus secretos. Retomando una vieja forma narrativa, la novela epistolar, Natalia Ginzburg enhebra con maestría asuntos nucleares de su quehacer literario: la relación entre generaciones y la proximidad y lejanía de lo humano. Si bien esta novela se sitúa bajo el signo de la dispersión de los sentimientos y de su incomunicabilidad, apunta, por encima de todo, a la soledad esencial y su vacío.
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
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2000 | Acantilado |
216 |
Título original: Caro Michele. Traducción de Carmen Martín Gaite |
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2003 | Acantilado |
224 |
978-84-96136-09 |
Comentarios
El conjunto es de una riqueza vital pormenorizada en los detalles de apariencia nimia, pero que hacen llevadera a trancas y barrancas unas vidas quizá demasiado vacías de algo más profundo que todos echan de menos: “Y este pensamiento para mí es consolador, porque nos consolamos con nada, cuando no tenemos nada” – expresa Osvaldo, su mejor amigo – o, como dice su hermana Antonia, “Todos nosotros en alguna zona de nuestro ser andamos algo desorientados y a la deriva y nos sentimos fuertemente atraídos por el vagabundeo y por el deseo de no respirar otra cosa más que la propia soledad”...En fin, una historia en el fondo triste, pero muy humana y dicha con un acertado sentido del humor, tan sencillo como elegante, una poesía y una ternura vitalizadores.
( de Ángel García Prieto )