En un gran bosque, repleto de vegetación y criaturas fantásticas, dos clanes de bandoleros, capitaneados por Mattis y Borka, viven en un castillo enfrentados entre sí. Sus respectivos hijos, Ronja y Birk, a pesar de los primeros recelos, iniciarán una intensa amistad que contribuirá a superar, no sin dificultades, la enemistad entre los dos clanes antagónicos, y que les llevará a aprender y descubrir por sí mismos los secretos de la naturaleza y a sobrevivir a los múltiples peligros que se les presentan.
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Ronja nace en un castillo, guarida de una banda de asalteadores y ladrones. Su padre, Mattis, salvaje y brutal, aprende a mostrarse tierno con la niña que crece segura del afecto de su familia y aprende a vivir en una naturaleza de climatología tan dura como los bosques de Suecia.
El día de su nacimiento, en otra parte del bosque, el mayor enemigo de Mattis, y su rival, Borka, también recibe el nacimiento de su hijo Birk.
Las fechorías de ambas bandas atemorizan a los viajeros y un regimiento de soldados ocupa el bosque.
La banda de Borka se traslada a una parte abandonada del propio castillo ocupado por la banda de Mattis. De esta suerte, Ronja y Birk, el hijo de Borka, llegarán a conocerse y a establecer un vínculo de amistad.
La amistad de Ronja y Birk crecerá firme frente al odio que enfrenta a las dos bandas de ladrones.
Cuando el niño empieza a descubrir afectos fuera de su entorno familiar, deja de ser niño. También es entonces cuando empieza a percibir que sus padres no son perfectos. Es capaz de intuir los defectos de sus progenitores que, hasta ese momento, han ocupado el centro de su vida.
La superación de ambos conflictos –amistad contraria a los criterios de los progenitores y aceptación de los defectos de los padres- constituye la temática de este relato.
Otro aspecto muy interesante es el difícil equilibrio que debe darse entre la protección de los padres y la autonomía que el hijo necesita para ir alcanzando la madurez. Hasta dónde es conveniente protegerlo o si convendría dejar el hijo solo frente a los problemas, aún a riesgo de sufrir.
Astrid Lindgren, en este relato, no da soluciones. Simplemente expone situaciones que no se deberían dejar sin comentar entre padres e hijos preadolescentes, o entre profesores y alumnos. Este libro pudiera ser una buena disculpa.
Relato fantástico, lleno de magia y realismo a la vez que exalta a la naturaleza, la amistad, la tolerancia y la libertad. La historia está bien contada y el lenguaje es adecuado. Las ilustraciones son expresivas y muy bien hechas, a plumilla, en blanco y negro. Complementan muy bien al texto. Son innecesarias algunas descripciones en la que se bañan desnudos (p. 94-95). Gustará a partir de 11 años.