Los jardines de los muertos

Una muerte en extrañas circunstancias, una abogada de la Corona de Su Graciosa Majestad, un caso judicial que vuelve a abrirse, removiendo conciencias sepultadas por el olvido... Los juzgados y los muelles de Londres dibujarán el paisaje en el que deben dilucidarse cuestiones tan complejas como la justicia, la inocencia o la línea que separa el bien del mal. Tal vez las respuestas se encuentren en el monasterio en el que se refugia un antiguo colaborador de la abogada muerta. Este monje será el encargado de desenterrar la verdad sobre un oscuro pasado, desvelando también el motivo de su tardía vocación religiosa. William Brodrick profundiza en la senda de la intriga psicológica iniciada con gran éxito en La sexta lamentación. Una apasionante historia de venganza y castigo, de daño y reparación que engancha y emociona.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2008 Alfaguara
401
978-84-204-7340-6
Valoración CDL
3
Valoración Socios
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Imagen de wonderland

La mayoría de los personajes que encontramos en las novelas de usar y tirar responden a ese perfil en el que los caracteres tienden a igualarse en una estela de rostros informes de los que, finalmente, no podemos recordar nada. Brodrick en sus novelas intenta huir de eso, y en parte lo consigue. Quizás un aspecto que debe resaltarse, dentro del género que limita y mucho, es el intento de profundizar en la psicología de los personajes. Por eso la obra es, a veces, psicológicamente más compleja de lo que cabría esperar en un libro de esta clase. El padre Anselm, no deja de cuestionarse sobre las motivaciones últimas del hombre para cometer un crimen o las débiles fronteras por las que se mueve la libertad humana. Sin embargo, la respuesta final ni es simple ni tampoco cínica, que no es más que simplicidad vuelta del revés para crear un efecto deformante. Del argumento podemos desvelar que Anselm antes de ser monje ejerció de abogado. Una antigua compañera, Elizabeth Glendinning, muere repentinamente, pero ha dejado una serie de indicios y pruebas que han de conducir a Anselm a un caso que se cerró hace mucho tiempo gracias a su pericia como defensor. A partir de ahí se tiende una trama en la que cada puerta que se abre presenta más de un pasadizo que puede seguirse. Con todo, Brodrick logra mantener el control de todos los hilos impidiendo que el argumento se desgarre o pierda la intensidad lograda.