Henning Mankell es ya sobradamente conocido por los lectores gracias a sus novelas policíacas protagonizadas por el inspector Kurt Wallander. En "Comedia infantil", sin embargo, descubrimos otra faceta muy distinta del escritor, que, mediante imágenes de fuerte carga poética, describe la atroz vida de Nelio, un niño de la calle de Mozambique al que acaban de disparar y que está agonizando. Este mísero país africano, donde Mankell vive gran parte del año, se ha convertido en su segunda patria, y esta novela, la primera de un extraordinario ciclo africano, supone un espléndido y emotivo homenaje.
Comentarios
( de Ángel García Prieto) Desde luego, esta novela no tiene nada que ver con las anteriores que conocemos de Henning Mankell y aunque no hay que minusvalorar momentos llenos de poesía, recursos literarios atractivos – como el uso que hace del teatro en la narración, las descripciones realistas, la manera de abordar los últimos decenios de la nación bajo el imperio de un gobernador de sainete...- el conjunto puede interpretarse como escaso en armonía y la tensión narrativa parece que se escapa por los entresijos de un conjunto que no ha quedado acabado de ensamblar hasta conseguir la unidad que le podría haber proporcionado convicción y eco emocional.
En una ciudad portuaria africana, un hombre solitario contempla el panorama nocturno desde el tejado de un teatro. A sus pies, en un sucio colchón, yace moribundo un niño escuálido y maltrecho al que ha recogido herido y ha llevado hasta allí. Nelio, niño de la calle y profeta, posee a los diez años la sensatez y la sabiduría de un anciano. ¿Quién es este niño en realidad? ¿Quién le disparó a bocajarro sobre aquel escenario desierto? ¿Y por qué lo hizo? Durante nueve noches de agonía, Nelio relata la historia de su vida al hombre que lo atiende, consciente de que morirá cuando acabe su narración. Es una historia estremecedora y fascinante, que comienza el día en que Nelio llega a la ciudad huyendo de una tremenda catástrofe. Su relato nos conduce por los entresijos de un paisaje de belleza, barbarie y rebeldía. En su conciencia de niño cobra vida una imagen de nuestro tiempo que permanecerá indeleble para nosotros.