El juego del ángel

En la Barcelona de los años 20 un joven escritor, que sobrevive publicando historias por entregas para un periódico, recibe la oferta de un misterioso editor para escribir un libro como no ha existido nunca, a cambio de una fortuna. En torno a esto, una aventura de intriga, romance, tragedia que conforman la vuelta al Cementerio de los Libros Olvidados con una novela gótica, negra, de amor, y pretensiones de clásico.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2007 Planeta
672
978-84-08-16344-2

Primera edición histórica de un millón de ejemplares.

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Comentarios

Imagen de Porto

Se lee bien. Creo que está bien escrito, pero deja poco, alguna frase suelta y poco más. Sus personajes son extraños y precisamente eso hace que un cierto público lo valore. La pasión por la lectura, el valor del libro, hasta la amistad, el amor y la familia, rondan por la narración, pero no son claros, todo es difuminado en este autor, a mi entende ya le pasó en La sombra del viento y le sigue pasando aquí

Imagen de Azafrán

El realismo mágico de Jorge Luís Borges, con su biblioteca fantástica, está presente. Un realismo mágico que sumerge al lector en una vertiginosa espiral de crímenes que se suceden a mayor gloria y honra de un escritor que triunfa sobre la pobreza, la enfermedad e incluso, la muerte.
Que un escritor joven y proletario triunfe hoy día, hasta tiene su gracia. A comienzos del siglo XX, cuando dominaba una clase adinerada y burguesa, parecería cosa de brujas. Y brujas, también desfilan por las páginas del libro. Unas brujas que resultan inocentes al lado del Ángel que figura en el título y que parece ser el culpable de quemar a vivos y asesinar a muertos (al menos a alguno cuyo nombre rezaba en una lápida).
Carlos Ruiz Zafón sabe liar: domina el arte de enlazar acciones y dejar al lector con el ánimo suspenso hasta ver en qué para todo aquello. Levanta misterios por todas las esquinas de la ciudad condal, Barcelona. Y esa parece ser una virtud suficiente para promocionar este libro, allende los mares, con una edición millonaria.
Pero para el lector que busca una trama consistente podría resultar una sorpresa insulsa en la que todo lo “intelectual” se reduce a establecer las bases relativistas encaminadas a rebajar el concepto de “religión” a “conducta bonachona”. Cualquier idea religiosa se justifica con un interés de dominio económico-social por parte de una minoría que quiere controlar a la gran masa. Nada de lo que hasta ahora hemos entendido: religión como relación personal con un Dios que me hace superar mi tendencia egoísta para favorecer al otro, al prójimo.
De las influencias literarias en la obra cabe citar también, aunque Carlos Ruiz Zafón sólo le dedique una línea, a Oscar Wilde y su Retrato de Dorian Gray. De eso se trata: un joven escritor al borde de la vida o de la muerte que recibe la visita de un personaje misterioso –e inmortal por cierto- que le propone un pacto. Conservará su vida y su juventud, además de engrosar una cuenta bancaria, a condición de vender su arte y su alma. Deberá escribir una teoría religiosa nueva que subyugue a la masa. Una teoría que englobe todas las religiones existentes y que pueda, por lo tanto, atraer a todos los hombres: algo así como un “pacto de religiones”. Este doctorado en “religiones” es lo que le asemeja al Fausto de Christopher Marlowe, a su vez basado en un personaje alemán, posiblemente real, que también vivía de brujerías, poco anterior a la época de Shakespeare.
Para los anteriores Faustos, la elección entre el bien y el mal era una opción merecedora del cielo o del infierno. Para David Martín (que en algún momento se descuelga como Daniel Martín), el “Fausto” de Zafón, la opción es clara: el beneficio “bien vale una misa o unas cuantas homilías.”

Imagen de almudena

Un librero David Martín, representa el personaje prototipo del escritor o periodista que se tenía que ganar la audiencia palabra a palabra, en los relatos por entregas que publicaban o en la narración de una noticia. Rinde un homenaje a Balzac, Dickens, Victor Hugo, Dostoievski.
El amor a los libros y al mundo que este forma va tejiendo una serie de tramas que con gran habilidad conforman una novela negra, de intriga, amor, fantasía, drama. Recrea un universo de situaciones y personajes que te atrapan desde el principio con habilidad.
El protagonista, su padre, el librero Sempere e Isabella son personajes muy conseguidos. Parece que en ellos están claramente reflejados el propio autor y algunas de sus circunstancias personales. Conecta y se hace cómplice del lector el prototipo del "antihéroe" que tiene una vida normal, con un tinte de fracasado, sufridor e incomprendido. Una vida corriente y difícil. Los personajes femeninos están creados a capricho del protagonista, para que este pueda mostrar situaciones de ternura, odio, amor, abandono,etc...
El encuadre del lugar y las descripciones de Barcelona de los años 20 son brillantes.
En la primera parte recurre a ideas tópicas. Políticamente, deja claro quienes son los "buenos" y los "malos" sin posibilidad de discusión, en una época en que ni ellos mismos lo tenían claro. La Iglesia Católica es una forma de poder organizado. Antes de hacer un fuerte discurso sobre lo irracional de la fe comienza preparando el terreno con descripciones como las de las relaciones sexuales de un joven seminarista con su "novia" prostituta.
A través de las distintas situaciones planteadas siempre conduce a una idea: el vacío, la nada, el nihilismo en que se apoya la vida. Este es "el juego del ángel", el juego de Lucifer encarnado en el editor Andreas Corelli. Lo único que puede hacer para cambiar algo es "vender su alma al diablo". Porque el hombre es un mero espectador del destino, manejado por la biología. La fe, es una respuesta instintiva a aspectos de la existencia que no se pueden explicar. El hombre cree para sobrevivir, igual que respira. Por eso le pide que escriba, a cambio de la inmortalidad, una narración que despierte el alma, que componga una "religión". Ya que no se puede iniciar un diálogo racional con una persona respecto de creencias que no alcanzó por la razón no vale la simple retórica, necesita la fuerza del arte, la que sólo un buen escritor puede dar.
¿Dónde está la diferencia con una gran obra? ¿Con los grandes clásicos a los que parece hacer pequeños guiños en personajes o situaciones? Los grandes escritores nos enseñan un universo donde el hombre es el centro, para que nos veamos mejor, nos conozcamos mejor. Aprendamos la diferencia entre el bien y el mal. Sepamos distinguir dónde está la belleza y cuál es el auténtico sentido de las cosas. Y una vez aprendido todo esto, veamos en qué es posible mejorar la condición humana. Si realmente no se pudiera hacer nada más que esperar a que pase lo que tenga que pasar, o en el mejor de los casos hacer un pacto con el diablo para intentar volver a vivir algo otra vez pero sin posibilidad de cambio o redención, ¿qué sentido tendría la literatura? Parece que el que le dan actualmente muchos autores: un mundo en que evadirse y esconderse.
Como librera, he disfrutado mucho con la descripción de Sempere, la vida en la librería, su pasión por los libros y como su trabajo hace sacar lo mejor de él en su relación con los demás. "El señor Sempere creía que Dios vivía un poco, o mucho, en los libros y por eso dedicó su vida a compartirlos, a protegerlos y a asegurarse de que sus páginas, no se perdieran jamás, porque creía que mientras quedase una sola persona capaz de leerlos y vivirlos, habría un pedazo de Dios".