Colección de ensayos del psiquiatra Juan José López-Ibor relacionados con cuestiones religiosas. Da título al volumen el primer ensayo dedicado a San Juan de la Cruz.
"De la noche oscura a la angustia" no es un tratado sistemático de psicología, sino una colección de ensayos en los que se percibe la fuerte inspiración cristiana del autor. López-Ibor parte de un "proyecto vital" personal, que puede ser consciente o inconsciente. No todos tienen ese proyecto en su vida, sino que muchos actúan sólo y exclusivamente en el presente más inmediato. La vida humana –nos explica el autor- se mueve en dos planos distintos: lo que llama la vida auténtica, dirigida por uno mismo con una finalidad, y la vida cotidiana o habitual en la que los actos se repiten como ritos, casi sin sentido. Vivir en la pura cotidianeidad puede ser exasperante. Es preciso que la vida habitual sea dotada de sentido y finalidad por la vida auténtica ("La llamada de Dios"). El autor define la angustia como el sentimiento de disolución del "yo"; la libertad como fidelidad a uno mismo y al proyecto vital elegido ("Religión de la libertad") y la madurez como lo opuesto a la personalidad narcisista. No todo en el libro tiene el mismo interés. Hoy es poco frecuente hablar de la "psicología profunda" e ignoro si es acertado afirmar que "el alma es la imagen de Dios en nosotros" o que "el inconsciente es el lugar donde se encuentran Dios y el alma". El autor es clarividente al señalar el "germen nihilista del progreso técnico, a no ser que éste se envuelva en una atmósfera de fuerte irradiación humana" y también al denunciar el peligro de la instrumentalización y masificación de la medicina, por lo que pide una práctica médica atenta y respetuosa con los pacientes ("Los católicos y la evolución de la Medicina"). López-Ibor atribuye al psiquiatra la misión de ayudar al enfermo a "encontrar su 'yo', perdido o desdibujado en la niebla de la angustia" ("Obsesiones, fobias y escrúpulos"). Sobre el cristiano el autor afirma: "La vida humana suele medirse por el rasero de las realizaciones. En la vida profesional el baremo está en los éxitos y en el rendimiento. El proyecto vital está, pues, muy determinado por los contenidos, que siempre son contingentes y temporales. La vida del cristiano no puede medirse con arreglo a ese baremo. La imagen de su vida es la imagen de Cristo". No voy a decir que el libro sea fácil de leer y como en todas las obras de psicología hay que separar el grano de la paja, pero, una vez hecho, resulta gratificante.
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"De la noche oscura a la angustia" no es un tratado sistemático de psicología, sino una colección de ensayos en los que se percibe la fuerte inspiración cristiana del autor. López-Ibor parte de un "proyecto vital" personal, que puede ser consciente o inconsciente. No todos tienen ese proyecto en su vida, sino que muchos actúan sólo y exclusivamente en el presente más inmediato. La vida humana –nos explica el autor- se mueve en dos planos distintos: lo que llama la vida auténtica, dirigida por uno mismo con una finalidad, y la vida cotidiana o habitual en la que los actos se repiten como ritos, casi sin sentido. Vivir en la pura cotidianeidad puede ser exasperante. Es preciso que la vida habitual sea dotada de sentido y finalidad por la vida auténtica ("La llamada de Dios"). El autor define la angustia como el sentimiento de disolución del "yo"; la libertad como fidelidad a uno mismo y al proyecto vital elegido ("Religión de la libertad") y la madurez como lo opuesto a la personalidad narcisista. No todo en el libro tiene el mismo interés. Hoy es poco frecuente hablar de la "psicología profunda" e ignoro si es acertado afirmar que "el alma es la imagen de Dios en nosotros" o que "el inconsciente es el lugar donde se encuentran Dios y el alma". El autor es clarividente al señalar el "germen nihilista del progreso técnico, a no ser que éste se envuelva en una atmósfera de fuerte irradiación humana" y también al denunciar el peligro de la instrumentalización y masificación de la medicina, por lo que pide una práctica médica atenta y respetuosa con los pacientes ("Los católicos y la evolución de la Medicina"). López-Ibor atribuye al psiquiatra la misión de ayudar al enfermo a "encontrar su 'yo', perdido o desdibujado en la niebla de la angustia" ("Obsesiones, fobias y escrúpulos"). Sobre el cristiano el autor afirma: "La vida humana suele medirse por el rasero de las realizaciones. En la vida profesional el baremo está en los éxitos y en el rendimiento. El proyecto vital está, pues, muy determinado por los contenidos, que siempre son contingentes y temporales. La vida del cristiano no puede medirse con arreglo a ese baremo. La imagen de su vida es la imagen de Cristo". No voy a decir que el libro sea fácil de leer y como en todas las obras de psicología hay que separar el grano de la paja, pero, una vez hecho, resulta gratificante.