Hermanos de sangre

La compañía E de la 101 División Aerotransportada de los Estados Unidos, de paracaidistas, participó eficazmente en las principales batallas del escenario europeo durante la Segunda Guerra Mundial. El relato que realiza el autor de las acciones de guerra en las que participó esta unidad, dentro de lo que es la dureza de las batallas, resulta ameno y fácil de leer; pero no constituye lo más importante del libro. Lo fundamental de éste es cómo se formó una compañía de tan excepcional calidad entre tantas otras de la misma División y Ejército. El primer elemento fue la instrucción. La fase de instrucción la realizó la unidad en Toccoa, Georgia, comandada por un maníaco, un capitán cuya única ambición era que sus soldados fuesen los primeros en todo. "Si hubiéramos ido a la guerra bajo su mando –diría alguien después- nos hubieran matado a todos el primer día". Con el capitán Sobel la compañía alcanzó dos objetivos: una excelente preparación y una intensa unión entre los soldados y los suboficiales basada en el odio al capitán. Faltaba un tercer elemento, el liderazgo, y éste se consiguió cuando el capitán Sobel fue relevado de su puesto y la Compañía fue puesta bajo el mando del Teniente Winters. Dick Winters alcanzó el grado de capitán y después el de comandante. Los hombres le seguían y hubieran dado su vida por él. Los soldados distinguían entre un mando al que consideraban "un militar" y aquellos otros que se limitaban a aplicar el Manual. Estos últimos se centraban en los aspectos formales y disciplinarios, pero en combate carecían de iniciativa y ponían a sus hombres en peligro. Como un fantasma y en un segundo plano seguiremos viendo al capitán Sobel, destinado ahora en suministros. Terminada la guerra, y después de varios fracasos en la vida civil, Sobel se suicidó culpando de todos sus problemas a la División 101. Cuando un soldado está dispuesto a dar su vida por un compañero y sabe que él hará lo mismo se crea lo que el autor llama la "hermandad de sangre". Los supervivientes de la Compañía E consideraron a sus compañeros de armas como los mejores hombres y amigos que habían conocido jamás. Siempre cercanos a Richard Winters, se siguieron tratando, reuniendo y ayudando mutuamente en la vida civil. Sus relatos fueron la base de este libro.