El último rabino es la demostración de que la historia supera la ficción, porque ninguna etapa más apasionante que la historia con rigor novelada el autor: el conflictivo reinado de Enrique IV, el azaroso acceso al trono de Isabel la Católica -tras ganar la guerra contra los partidarios de Juana la Beltraneja-, y el intenso reinado de Isabel y Fernando. Tiempo convulso, surcado de intensas polémicas, en el que los personajes parecen sacados de la leyenda, pero son estricta historia de España. Abraham Seneor, rabino mayor de las aljamas de Castilla, amigo personal de Isabel, factor clave en su ascenso al trono, se verá inmerso en la vorágine de la tormenta desatada que culminará en la expulsión de los judíos. De fondo, una sociedad de pasiones intensas, un Estado en formación y una España que recupera la unidad política perdida con la invasión musulmana. Sobresaliendo en el paisaje agitado de ciudades fabriles, aún fresco su espíritu de frontera, el marco incomparable de Segovia.
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
---|---|---|---|---|
2009 | Homolegens |
410 |
97884-92518-197 |
Subtítulo: Abraham Seneor, el amigo de Isabel la Católica |
Comentarios
No creo ser capaz de4 hacer
No creo ser capaz de hacer un comentario suficiente de esta excelente novela histórica. En ella hay cosas que me conmueven, desde el propio autor hasta el hecho de haber visitado la judería de Segovia, lugar donde se desarrolla la novela. El relato comienza en el reinado de Enrique IV de Castilla, llamado "el impotente". El protagonista es Abraham Seneor, rabino de la "aljama" o comunidad hebrea de Segovia y joyero de profesión. La llegada al trono de Isabel, la Reina Católica, que Seneor apoyó, lejos de favorecer a los judíos, permitió la introducción en Castilla del Tribunal de la Inquisición, dirigido por Tomás de Torquemada, confesor de los reyes. Este dominico persiguió con saña a los judíos hasta lograr que fueran expulsados de Castilla y Aragón. Tan dolorosa como la persecución de los judíos fue la de los conversos, judíos convertidos al cristianismo y a los que se acusaba de "judaizar", observando ocultamente la Ley mosaica. Hombres de excelente conducta y posición social; servidores de la Corona, incluso clérigos, fueron investigados para comprobar si tenían antepasados judíos. Estas investigaciones recibieron el nombre de expedientes de "limpieza de sangre" y los que no eran "cristianos viejos" incurrían en sospecha o veían limitado su acceso a los cargos civiles o eclesiásticos. En un momento en el que imperaba la relajación de las costumbres en el clero, incluso en la Sede Romana, se echa la culpa de todos los males a los judíos. Pronto se iba a comprobar como los males de la Iglesia no provenían de la Sinagoga. Un fraile alemán iba a desafiar al Papado, apartando de Roma a la mitad de la cristiandad. Junto a la historia de Abraham Seneor y la Reina Católica la novela sigue a otros personajes menores, como el alegre Galcerán de Velazquez, al que las intrigas amorosas obligaron a sentar plaza en la guerra de Granada y terminó embarcándose con Cristobal Colón.
La novela está muy documentada, se lee bien, y es didáctica respecto de los reinados de Enrique IV de Castilla y los Reyes Católicos. La considero recomendable, especialmente para el público juvenil.
La historia de la conversión de una de las grandes familias de rabinos en 1492 le da pie al autor para enmarcar la época histórica subrayando con gran vigor los contrastes entre hombres santos como Hernando de Talavera y la Reina Isabel y otros que no estaban ni a la altura de los tiempos, ni de los requerimientos de la Reforma de la Iglesia. El autor expone la Inquisición sin marco histórico, lo que la hace incomprensible. Evidentemente esa institución fue un paso erróneo, pero tenía un fundamento que hubiera requerido una mejor exposición. La figura de Torquemada está falseada. La novela tiene cierta fuerza narrativa, está escrita con gusto, pero le falta ritmo.