La niña Sâo, nacida para trabajar, como todas en su aldea, decide construirse una vida mejor en Europa. Tras aprender a levantarse una y otra vez, encontrará una amistad nueva con una mujer española que se ahoga en sus inseguridades. Sâo le devolverá las ganas de vivir y juntas construirán un vínculo indestructible, que las hará fuertes.
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En "Contra el viento" la autora trata de hacer una suerte de paralelismo entre la violencia psíquica y física en la vida de la pareja. A la primera se refiere el primer relato, que lleva por título "Mi madre". Es una historia costumbrista y cruel al estilo de Camilo José de Cela. La violencia física aparece en la segunda parte de la novela, bajo el título de "Sao". El desequilibrio entre ambos relatos, treinta páginas el primero y doscientas el segundo, hace que la convergencia entre ambas historias no esté conseguida. Sao, María Conceiçao, es una joven caboverdiana que emigra a Europa. En Lisboa se enamora de un hombre que la conquista, pero después la maltrata hasta obligarla a escapar con su hijo. "Contra el viento" es un documento y una denuncia. Un documento sobre la dureza de la vida en el Tercer Mundo -en este caso en el archipiélago africano de Cabo Verde-, que no abre otra puerta a la esperanza que aquella de la emigración. La denuncia es sobre la violencia que sufren algunas mujeres a manos de sus parejas -violencia oculta o violencia declarada-, la cual les hace perder la alegría y las ganas de vivir. Cada una de ellas afrontará esa situación con distinto coraje y valentía. Algunas no lo harán nunca, hundiéndose en la más negra depresión. La novela brilla un momento al presentarnos el personaje de Pablo, esposo de la narradora, para volver otra vez al relato esquemático, con una prosa narrativa y falta de brillantez. No veo calidad suficiente en la novela, aunque es sabido que éste no es requisito indispensable para ganar el Premio Planeta.
Es una obra bien construida pues refleja vidas reales de inmigrantes actuales. Un mundo que conocemos y que no conocemos. Ayuda a comprender mejor las dificultades y vida dura que llevan esas personas con las que nos encontramos en la calle, o que trabajan en nuestras casas. Todas ellas son personas con un pasado, a veces muy duro, con una dignidad que merece respeto.
La autora se ha servido de casos reales y en ello reside la fuerza de la novela, bien llevaba y cuidada en la exposición. Por desgracia apenas se aprecias las creencias de estas mujeres, que tienen más sentido de Dios de lo que insinúa la novela, aunque tengan una tremenda falta de formación. Podríamos decir que tienen creencias pero tienen poca fe y menos formación cristiana. De ello deriva su conducta moral no recta, aunque sea con buena intención, como es el amor humano. De sus errores proceden tambén sus sufrimientos. En cierta medida, más de lo que refleja la novela, son vidas desestructuradas, madres sin ayuda e hijos sin padre. Vidas más o menos rotas, que sólo se recomponen cuando encuentran la comprensión y dedicación de gente recta. Algunas escenas de sexo están suavizadas por la óptima femenina de la narradora, que evita así la crudeza en que suelen incurren los autores masculinos. Recomendable en todo caso para personas formadas.