Lázaro es un joven aprendiz de escritor que, en opinión de su maestro, es incapaz de escribir historias largas, a pesar de su talento, porque pertenece a la generación de lo fragmentario, del post bloguero, el mensaje de Facebook o Twitter y el vídeo de YouTube. Para Lázaro, el problema estriba en que no tiene argumentos, en que le falta una historia que contar.
Su maestro le regala la de Jorge, un joven madrileño como él, que setenta años atrás, el 13 de julio de 1941, salió con la primera expedición de la División Azul. Una peripecia pasmosa que le llevó a la batalla de Krasny Bor, en el frente de Leningrado, y después, en 1945, a defender Berlín con el uniforme de las Waffen-SS.
Acompañado por las lecturas de Walter Benjamin, Jorge Semprún o Günter Grass, Lázaro escribe un relato vibrante que, enhebrando estampas del hoy, desde las guerras de Irak y Afganistán al 15-M, recorre los escenarios de una Europa en guerra, e, hijo de su tiempo, comprende que con esa suma de fragmentos, escenas, lugares e historias ha construido, finalmente, una novela.
Comentarios
La construcción literaria de este libro es de gran interés y proporciona un tono a la obra que gana ampliamente sobre lo que hubiera sido una simple narración sobre la División Azul. Las fases narrativas comparando la II Guerra Mundial con las guerras que están librando nuestros ejércitos llena de vida e interés el relato. Introduce al lector en un tema poco conocido, aparte de películas, que sí las hay. Me parece que si la pretensión es crear una novela sobre el tema, le faltan personajes reales. Los que tiene, incluidos los protagonistas, son bastantes planos. La segunda parte, con las descripciones sobre el final de la guerra en Berlín, me parecen de una viveza interesantísima. Lo que no entiendo es que tenga que poner un epílogo para explicarnos por qué ha hecho la novela. ¿Necesitaba curarse en salud? Lo políticamente correcto llega hasta estas situaciones curiosas. Si no peligran los premios.
"Niños feroces" no es una
"Niños feroces" no es una novela corriente sino un alegato pacifista con una historia de fondo. El autor expone la tesis de que los dirigentes políticos manipulan el idealismo de la juventud con la finalidad de arrastrarla a guerras que responden a los intereses de los primeros. Utiliza para ello un ejemplo histórico, el de la División Azul o División Española de Voluntarios que luchó junto con los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. "Rusia es culpable" –había gritado el ministro Serrano Suñer y miles de jóvenes enfervorizados corrieron a alistarse para luchar contra el comunismo ruso. Entre ellos se encuentra Jorge García Vallejo (nombre ficticio) cuyo padre había sido asesinado al comienzo de la guerra española.
La División Azul combatió en Rusia durante casi dos años hasta que el Gobierno español decidió repatriarla. A la vista de los reveses militares sufridos por las armas alemanas en Rusia y el norte de África Franco decidió declarar la neutralidad española en la guerra. Los jóvenes que habían salido de la Península para luchar como héroes se encuentraron a su regreso con que la política española había evolucionado hacia el pro-americanismo y que Serrano Suñer había sido excluido del Gobierno. Jorge no puede aceptar esta realidad y regresa a Alemania clandestinamente para luchar encuadrado en las Waffen-SS. Con la unidad "Valonia" participará en la defensa de Berlín.
Lorenzo Silva recuerda a los actores inocentes de aquel drama. Al Premio Novel alemán Günter Grass que en su autobiografía, "Pelando la cebolla", reconoce haberse alistado voluntariamente a los diecisiete años en unidades SS para luchar contra el comunismo. A los militares alemanes que pusieron en marcha la Operación Valquiria para terminar con Hitler y con la guerra y que murieron ahorcados como traidores. A los filósofos y literatos alemanes desaparecidos como Edith Stein, discípula de Husserl, que fue gaseada en Austwitz, o al politólogo Walter Benjamin que llegó hasta la frontera española arrastrando una maleta llena de documentos y se suicidó allí mismo ante la posibilidad de ser devuelto a los alemanes.
La pregunta es a quién benefició todo aquello si es que benefició a alguien. El autor también se pregunta a quién ha beneficiado la guerra de Irak en la que soldados españoles estuvieron presentes en condiciones nunca aclaradas. El lector puede ir más allá y preguntarse quién movió a las multitudes en Túnez, Egipto, Libia o Yemen para que se decidieran a derribar gobiernos que parecían inconmovibles, o qué mueve a los sirios a desafiar a Bachar al Assad sin más resultado que unos centenares de muertos diarios.
El autor cruza su mirada con los indignados del 15-M pero no está seguro de que esta sea la juventud idealista a la que él se dirige. El libro resulta algo duro de leer, pero los pasajes novelados facilitan la tarea. De todas formas, y como se ha dicho, no nos encontramos ante una novela al uso, sino ante el intento de Lorenzo Silva de abrir los ojos al lector sobre las guerras, quienes las provocan y quienes las sufren.
Novela valiente por el tema y el modo de desarrollar el argumento que ha elegido el autor; atrevida en cuanto al modo de plantear y resolver las ideas que soportan trama tomando postura ante ella; y acertada en cuanto al epílogo –el autor no lo llama así-, que cierra la novela con unas consideraciones en absoluto convencionales.
Lorenzo Silva va desmenuzando la trama de forma viva, con tensión y vibración. Con una prosa intachable va desgranando un argumento que se hace cada vez más interesante, sorprendiendo a cada paso el devenir de la acción, dotándola de un contenido sugerente que reclama un posicionamiento por parte del lector, y que el autor no elude, planteando una tesis que presenta sin demagogia, tópicos o lugares comunes, sin miedo a salirse de lo políticamente correcto, para ofrecer un fondo que pocos se atreven a abordarlo abiertamente con seriedad y profundidad.
El modo de urdir la trama e imbricar la narración con lo que es un parecer del autor, hablando por sus personajes, o la invitación para el lector a tomar partido, es muy novedosa y nada convencional, creando un ethos que te introduce positivamente en la trama.
La conclusión es una obra lograda, madura, magistralmente escrita que pone al lector ante un tema actual, cuando se está combatiendo en unas guerras “encubiertas” bajo el sospechoso título de “misiones de paz”.