Dos parejas se han citado a cenar en un moderno y exclusivo restaurante de Ámsterdam. Mientras saborean el aperitivo y charlan con aparente despreocupación sobre la última película de moda y sus planes para las vacaciones, son conscientes de que, tarde o temprano, deberán abordar el incierto y acuciante asunto que los ha llevado a reunirse: el futuro de Michel y Rick, sus hijos de quince años, que según algunos indicios podrían estar envueltos en un caso de violencia grave. Así pues, tras los postres, cuando la cena llegue a sus últimos compases, la tensión entre los comensales habrá alcanzado su punto culminante y la cadena de secretos y revelaciones confluirán en un final dramático en el que nadie podrá esgrimir su inocencia.
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
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2010 | Salamandra |
288 |
978-84-9838-426-0 |
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Paul, el protagonista, es la voz que nos cuenta su historia personal. El ideal de “familia feliz” parece ser el motor de su vida. El drama que recoge la novela es precisamente el de que se pueda romper la familia, su familia: Paul, Claire y el hijo de ambos, Michel. Cerca de esa “trinidad” está la familia de su hermano Serge y su cuñada Babette, sus dos sobrinos y el hijo africano adoptado, Beau o Faso (procedía de Burkina Faso).
Mikel y sus dos primos Rick y Beau, como adolescentes, acudieron a una fiesta y a la salida, de madrugada, visitaron un cajero de un banco. Allí encontraron una vagabunda “apestosa” que se había refugiado para pasar la noche. La despertaron y le pidieron que se fuera para que ellos pudieran hacer uso del cajero automático. Pero la vagabunda no se movió y les insultó. Ellos le arrojaron la basura que encontraron en las proximidades, incluido un bidón con restos de gasolina al que prendieron fuego. Toda la escena fue recogida por las cámaras del banco aunque no se apreciaban claramente los rasgos de los jóvenes que llevaban gorras.
La novela plantea cuál debe ser la reacción del padre que educa al hijo. ¿Acaso debería denunciarle? La ley no obliga al padre a denunciar al hijo. ¿Es mejor ayudarle a ocultar este homicidio y darle una segunda oportunidad?
¿Cuál es el grado de responsabilidad del hijo que podría haber recibido una herencia genética? ¿La responsabilidad del hijo que ha crecido junto a un padre que reacciona con violencia excesiva habitualmente?
El hermano de Paul, Segre, es el candidato a primer ministro y ante el asesinato de la vagabunda se plantea renunciar a presentarse a las elecciones y denunciar a su hijo.
Paul y Claire se reúnen con Serge y su mujer, Babette, en un restaurante de alto nivel. Ambos desean encarar la situación con una postura conjunta. Pero Claire toma la iniciativa y no permite que Serge siga adelante con la renuncia y mucho menos que denuncia a los muchachos.
El autor manifiesta su postura ante las adopciones de niños a quienes considera como ajenos al sentimiento de familia. En esta novela Beau intenta chantajear a Rick y a su primo Mikel aprovechándose de su conocimiento como persona próxima. Y en cierta medida, defiende el asesinato de los “indeseables”, al menos como posibilidad.
Para el autor, esa selección de “indeseables” está justificada incluso antes del nacimiento, mediante la amniocentesis y el aborto. Aunque Paul parece ironizar sobre su propia existencia pues descubre que padece algún tipo de tara psicológica.
El autor manifiesta una postura agnóstica, anticristiana en distintos momentos: “Pero luego vino el cristianismo y todo empezó a irse a pique” pág. 173.
La novela comienza con la llegada al restaurante de Paul y Claire. Poco a poco vamos conociendo las reacciones de Paul ante tanto lujo superficial. El relato está dividido en capítulos que coinciden con los platos que se sirven en la cena. Mediante los recuerdos que los cuatro comensales tienen, conocemos su vida pasada, los principales momentos de sus vidas y entendemos un poco más sus reacciones.
De este relato se podría concluir que una sociedad sin valores morales claros, vividos desde el interior de la persona, puede sufrir una grave conmoción. Aunque las leyes castiguen al culpable de un homicidio, al violento, todos podemos encontrar manera de burlar esas leyes y de justificar esos actos delictivos como medio para la propia supervivencia. No necesitamos el castigo para sobreponernos a nuestras malas acciones. Tan sólo la complicidad de los más próximos. La novela no llega a esta conclusión. Tan sólo plantea esa posibilidad. Si pretende avisar de que es lo que acontece en nuestra sociedad actual es para echarse a temblar.
Una novela ácida y provocadora que ha impactado a miles de lectores en todo el mundo.
¿Hasta dónde es capaz de llegar un padre para encubrir a un hijo que comete un delito injustificable? ¿Debe prevalecer el instinto de protección paterna, o la lealtad a unas normas sociales que garantizan la coherencia y la fortaleza del grupo? Estas y otras preguntas de igual calibre surgen como dardos durante la lectura de La cena, una novela que apunta sin miramientos a toda una clase social acomodada de los Países Bajos y, por extensión, de toda Europa, instalada en una inercia de autosatisfacción y complacencia, e indiferente hacia el devenir de la generación que ha de sucederla.
Tras cosechar un éxito inmediato y arrollador en Holanda —copó las listas de bestsellers, y ya ha vendido más de 340 mil ejemplares—, La cena ganó el Premio del Público y fue declarado Libro del Año 2009.