Gora

La novela tiene mucho de autobiografía de su autor. El padre de Tagore era un hindú fervoroso mientras que el autor militó largo tiempo en la secta Brahmo Samaj. Tagore ama a la India y no hay nada más propio de ese país que la religión hindú, que profesa la mayor parte de su población, pero esa religión y sistema de organización social –que ambas cosas es el hinduismo- crea barreras entre las personas. El contraste entre hinduismo y modernidad parece insuperable, pero abandonarlo semeja una traición a la India, a la familia y la comunidad. Para el autor la síntesis está en el amor y la sabiduría. Hay hindúes excelentes mientras que otros son miserables y fanáticos. De igual forma hay brahmos religiosos y los hay rastreros. La madre de Gora y Binoy tiene un corazón inmenso en el que caben todos, mientras que el padre de familia se mantiene apartado para no contaminarse o contaminar sus alimentos. Al mismo tiempo Krishnadayal Babu se interesa por cualquier gurú o yogui. La familia de Lolita y Sucharita pertenece a la secta Brahmo. El padre, Paresh Babu, es uno de los personajes entrañables de la novela y en él encuentran consuelo sus hijas en sus dudas espirituales, mientras que la madre, Baroda, es una verdadera arpía, sólo atenta a que sus hijas hagan buenas bodas dentro de la secta. La conclusión a la que llega el autor es que la religión tiene que ser un instrumento de paz interior y un cauce de amor entre las personas, no un instrumento de separación en clases o grupos. La novela trata de los problemas de la India hace un siglo, pero no deja de plantear una cuestión actual no resuelta, como es el problema del interculturalismo y su antítesis, que es el fanatismo religioso y cultural. La obra se lee fácilmente. La prosa es buena (Tagore recibió el Premio Nobel en 1913), pero nos encontramos ante una novela de tesis y tiene poca acción.