Son los pequeños héroes los que protagonizan la novela, encabezados por Liesel, una niña que vive en una pequeña localidad cercana a Munich con sus padres de acogida, Hans y Rosa, y un judío, Max, refugiado en el sótano de la casa familiar.
Liesel, que comparte sus juegos con Rudy -un muchacho inconformista que llega a pintarse de negro con carbón para parecerse al atleta Jesse Owens ganador de cuatro medallas de oro olímpicas en Berlín 1936-, descubrirá el poder de las palabras cuando su padre le enseñe a leer en un libro que la niña robó en el cementerio donde fue enterrado su hermano.
A partir de ese momento, Liesel irá construyendo un mundo paralelo, empleando otros libros que va robando poco a poco y las páginas que escribe para ella Max, quien llega a blanquear las hojas de "Mein Kampft" para poder llenarlas de palabras nuevas.
Son las palabras que lee Liesel las que confortan a sus vecinos durante las noches de bombardeos.
Comentarios
Tiempo de guerra, aficción a
Tiempo de guerra, aficción a la lectura, un acordeonista... componentes de esta historia "hermosa y cruel que ahora ya es una novela inolvidable". La autora, la muerte.
Hace tiempo que leí esta encantadora novela y la releería con gusto. Muy recomendable.
Una novela original, por ser
Una novela original, por ser la muerte la narradora. Dura pero llena de ternura.
Original narración. Dureza
Original narración. Dureza sencillez, ternura e intriga.
El autor se esconde detrás de un narrador omnisciente, la muerte, quien se dirige al lector para explicarle las causas de los hechos, o bien para adelantarle el futuro mediante frases “lapidarias” en las que resume los hitos de su presencia entre los humanos.
Liesel es una niña alemana que sufre la acción de la muerte en su familia como consecuencia del hambre y la enfermedad que acompañan a la guerra (la segunda gran guerra).
La locura generalizada de la sociedad alemana que persiguió el exterminio de los judíos y de otros grupos raciales no arios, no impidió que algunos alemanes supieran valorar la amistad y los sentimientos de la compasión y supieran arriesgarlo todo en ayuda del más necesitado.
Hans Hubermann, el padre adoptivo de Liesel, pertenece a ese grupo de personas que saben ver en el otro, un ser humano. Hans sobrevivió a la primera gran guerra porque un judío aseguró que sabía escribir: el resto de su batallón pereció en aquella batalla. Hans visitó a la viuda del hombre judío a quien le debía la vida y de quien había aprendido a tocar el acordeón. Pocos años después pudo devolver el favor al hijo aquel hombre. Acogió en el sótano de su casa a Max, el hijo de aquel judío. Su mujer, Rosa, supo también colaborar tan buena obra.
Entre Liesel y Max surgió una amistad fuerte; más fuerte que la propia muerte. Liesle también contaba con la amistad de una mujer importante: la mujer del alcalde quien había perdido un hijo y quién le permitiría disfrutar de los libros de su biblioteca privada, incluso robarlos.
Liesel conoció la amistad profunda y cálida de un adolescente de su edad: Rudy. Con él cometió sus hurtos de libros y con él compartía juegos y juicios sobre la situación de Alemania.
Rudy era un chico fuerte y noble que sufrió el reclutamiento de su padre y el hambre. Esperó incansable un beso de Liesel. Pero llegó antes la muerte y se lo llevó.
La Alemania nazi se deslizó, poco a poco, desde 1930 a 1935 por el terreno inclinado de la búsqueda de la ventaja económica: precisaba mano de obra barata para relanzar su economía. Por eso comenzó a reclutar hombres y mujeres de sus cárceles –presos comunes- y extranjeros como mano de obra gratis. Un cambio en las leyes facilitó el tránsito hacia la esclavitud: los campos de concentración se ubicaron en las proximidades de las minas y de las principales canteras o fábricas. Lo primero fue definir qué es un ser humano: un ser sano, un ser con buen aspecto físico, un ser de raza aria. El resto de la humanidad sólo contaba en la medida que podía trabajar gratuitamente para la raza aria o como cobayas para los experimentos de sus médicos e investigadores. Unos seis millones de judíos y extranjeros sufrieron hasta la muerte trabajos forzados o bien el exterminio directo. Pero también murieron muchos alemanes y otros europeos bajo las bombas durante la segunda guerra mundial.
Esta novela es un relato que recoge todo ese dolor aunque de forma poética, fijándose más en la gente de buen corazón.
Me ha parecido un librazo! de fondo la dura etapa de los nazis que te hace estar "asustada" por lo que puede llegar a pasar todo el rato... pero es a la vez una historia llena de ternura: cómo se presenta la amistad que crece ante las dificultades... muy recomendable, para adultos. demasiado duro para adolescentes.
Es una novela que se puede recomendar a todo el público porque sabes que va a gustar.
Presenta la situación de la II Guerra Mundial, vista desde la perspectiva de los alemanes y narrada por una niña, inteligente, con inquietudes y buen corazón -a pesar de lo que ha sufrido-.
Está cargada de humanidad; dura porque relata la guerra pero, suavizada con la sencillez de los niños.
No he podido dejar su lectura desde que la comencé hace tres días. Apasionante descubrimiento. Crudo y a la vez esperanzador relato de una horrible guerra, con una humanidad desbordante y unos personajes que hacen llorar. No lo veo para público juvenil, pero sí con una cierta edad para poder apreciarlo.