Las palabras y los muertos
A la muerte del presidente Fidel Castro, el hombre que más cerca ha estado de él -su guardaespaldas predilecto- rememora lo sucedido en más de cuarenta años, desde que, siendo un niño, se unió a los rebeldes en las montañas y se ganó la confianza del líder para convertirse en su sombra. Bajo esa mirada -cegada por la admiración, cargada de fidelidad-, la trama recorre los más señalados hitos de la Revolución Cubana, pero no evocando la historia oficial, sino la que el pueblo se ha forjado en la intimidad, más cercana a la posible verdad.
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Facundo es el guardaespaldas
Facundo es el guardaespaldas de Fidel Castro durante mucho tiempo -según la novela- y tiene una gran confianza con "El Jefe", que le lleva a tener muchas confidencias. Facundo ha estado presente en innumerables conversaciones delicadas, sobre el gobierno de Cuba, sobre decisiones un tanto complejas. Ahora, en el comienzo de la novela, le llega la noticia de que Fidel ha muerto. Durante todo un día está encerrado en su despacho y repasando su memoria. La novela está muy bien escrita, dejando al lector con la duda de qué es cierto, qué es pura invención, ya que escribir una novela histórica no es lo mismo que escribir una biografía, con las correspondientes referencias. Quizá un poco larga, ya que las diversas vicisitudes de los años vividos juntos se pueden antojar un tanto reiterativos, aunque no se repitan los personajes. Muchas obscenidades en los diálogos hace que uno tenga algunas reservas a la hora de recomendarla.