«¿Puedo ponerme contento?» Sin saber por qué, Jan intuye que no es tan buena noticia que ahora sean cinco en casa. Los abuelos Joan y Caterina han dejado Vilaverd y se han instalado con ellos en su piso del barrio de Sant Antoni, en Barcelona. Y este cambio alterará el día a día en casa, donde las palabras y los silencios adquirirán nuevos matices. Pero Jan y Joan tienen su mundo, lleno de paseos, árboles y letras con más significado de lo que parece.
Mientras los adultos hacen lo posible para que todo vaya como siempre, Jan se fija en los detalles de su alrededor y los va uniendo para entender qué pasa. Las conversaciones entre abuelo y nieto, con preguntas sin respuesta y respuestas sin pregunta, construyen un mosaico de escenas por donde avanza la relación entre los dos, cuyo hilo conductor será la historia de un sauce llorón.
Comentarios
Buen relato, en el que
Buen relato, en el que destacaría la mirada del niño narrador, candorosa, con imaginación y que trasluce el amor a la familia, sobre todo al abuelo, con el que hay una relación muy intensa y entrañable. El valor de la historia de los mayores, de los lugares de origen..., expresado sobre todo en la mirada a los árboles, en contraste con la vida en urbana, prosa cuidada, buena traducción del catalán a cargo de Carlos Mayor. Luis Ramoneda
Es indudable que la autora
Es indudable que la autora sabe escribir, premios tiene, al parecer, por sus relatos. Este libro parece, precisamente, eso, un conjunto de relatos, pues son capítulos muy cortitos, letra grande y aún así no llegan a veces a la página, en los que cuenta la vida normalita de una familia de dos abuelos, dos padres y un hijo. Yo diría que ahí está todo, y el único ritmo, lento, de algo distinto es la inminente enfermedad del abuelo. Nada más. O sea, un buen relato corto. Leer artículo >>