Varón y mujer. Una diferencia que cuenta

El sacerdote y profesor de Psicología, Antonio Malo, comienza explicando las distintas formas de feminismo,así como la llamada ideología de género, para concluir que solo la relación conyugal heterosexual, abierta a una nueva vida, corresponde a la naturaleza sexuada del hombre y la mujer. El libro no intenta ser polémico sino explicativo, científico de algún modo, metafísico y profesoral.

El autor se adhiere al feminismo tradicional, que defiende la igualdad natural en derechos y dignidad entre la mujer y el varón. Sacerdote, omite referir que San Pablo escribe a los Corintios que "el varón es cabeza de la mujer", y a Timoteo le dice "no permito que la mujer enseñe en la Iglesia"; por lo tanto, la doctrina de la inferioridad social de la mujer respecto del varón viene de lejos, y ha de considerarse cultural, no aplicable a nuestros días. Nos hace recordar que ciertas enseñanzas de San Pablo son circunstanciales y ya no están vigentes.

Después de informar sobre la segunda ola feminista y la ideología de género, el autor pasa a tratar sobre los abundantes modelos de familia que hoy se afirma que existen.  Los que tal afirman, señalan que la familia se constituye por el consentimiento libre y que, en consecuencia, habrá tantos modelos de familia como posibilidades matemáticas entre dos o más personas (incluida la familia unipersonal). Confunden los términos matrimonio, familia y unidad de convivencia, pero pueden existir convivencia y afecto sin hablar de familia. Es especialmente gracioso escuchar a los dueños de mascotas -perros o gatos- decir "es como mi hijo"; se personifica a un animal para expresar la intensidad de convivencia y afecto entre el sujeto y su mascota.

Concordamos con el autor en la aplicación de los modelos en el ámbito familiar como origen de la inclinación sexual del sujeto (en realidad el autor repudia esta expresión). El hijo aprende a ser varón observando a su propio padre y la hija adopta la feminidad siguiendo el modelo de su madre, debidamente actualizado culturalmente; cuando el hijo rechaza el modelo paterno -p.e. infiel o maltratador- es posible -solo posible- que se adhiera a la figura y al modelo materno rechazando su propia masculinidad. De igual forma, cuando la hija rechaza el modelo materno de feminidad -p.e. si es exageradamente sumisa, sin caracter, o es superficial-  es posible -solo posible- que se adhiera al modelo paterno y rechace su propia feminidad.

Considero que en la relación homosexual también puede existir -al menos idealmente- ese don de sí mismo hacia la otra persona que el autor ve en el amor conyugal, en tanto que en los matrimonios heterosexuales pueden existir maltratadores, abusadores de los hijos, carentes de cualquier tipo de amor. No cabe la menor duda de que el amor heterosexual -cuando existe realmente- es más rico que el amor homosexual en cuanto que está abierto a una genealogía, a su prolongación en una familia más amplia. En este sentido el autor distingue entre deseo, eros, afecto y amor conyugal, característica que solo aplica a la relación heterosexual abierta a la vida.

En conclusión, la clave está en plantear el amor conyugal como ideal humano y cristiano, de entrega recíproca y fiel, abierta a la vida. Hay que pensar que los sujetos que no desean tener descendencia, con frecuencia no han experimentado en sí mismos, durante la infancia, el amor paterno y materno. Habría muchas más cosas en las que detenerse en este libro, que, por su dificultad, es principalmente para estudiosos de la materia y del que he hecho un comentario rápido y personal.

Una interesante síntesis sobre identidad y género. Leer artículo >>