Pérez-Reverte cuida la ambientación del siglo de Oro español de forma notable, muy bien documentada y dosificada, y nos sumerge en una aventura de capa y espada digna del mejor Dumas. En este caso, los dos compañeros reclutarán a una serie de bravucones relacionados con el contrabando de oro proveniente de las Indias. M.Villanueva.
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La verdad es que El Oro del Rey sigue la misma línea que las demás novelas del Capitán Alatriste, podemos decir que es un nuevo capítulo de este capitán medieval, amiguete de Quevedo, que centra sus andanzas en la castilla más castiza.
La novela no aporta nada destacable al personaje, se limita a pasar una hoja de la vida de tan singular espadachín, así que creo que Arturo Pérez Reverte se ha acomodado en demasía con este personaje que, tiene un arranque de historia realmente apasionante pero que cada vez se hace más predecible, ¿será que ya empeizan a notarsele los años al bueno de Alatriste?
La última entrega del Capitán Alatriste no desmerece a las anteriores, manteniendo ese aroma a novela tradicional de aventuras que desde el primer volumen Arturo Pérez-Reverte ha sabido imprimir a los relatos de Diego Alatriste Tenorio. El hecho de que siga manteniendo el éxito comercial (su edición electrónica ha batido records) de las primeras entregas es un dato importante para hacernos una idea de la calidad tanto del autor como del libro, pero para mí no es la más importante, ya que el éxito comercial de una obra no es, ni mucho menos indicativo de calidad fiable. Pero Arturo Pérez-Reverte y su serie del capitán Alatriste es la excepción que confirma la regla ya que a mi entender se ha convertido en el mejor escritor español de aventuras y novelas de la última época.
En esta ocasión, el autor cartagenés nos traslada a la Sevilla del segundo cuarto del siglo XVII, con el tráfico de riquezas que tenía lugar entre las Américas y España de trasfondo para las nuevas aventuras del capitán y su fiel mochilero Íñigo de Balboa. De nuevo será su amigo el poeta Francisco de Quevedo el encargado de meterles a ambos en un aprieto, al involucrar a los protagonistas en una arriesgada misión: recuperar el oro que está siendo evadido por parte de la nobleza andaluza en colaboración con un carguero holandés, sofocando de paso la posible sublebación de los señores andaluces contra el rey Felipe Cuarto. Este argumento le sirve a Reverte, a través de los pensamientos de Íñigo, para hacernos un perfecto retrato de la España de la época y más concretamente de la ciudad de Sevilla a la que describe como "patria común, dehesa franca, globo sin fin, madre de huérfanos y capa de pecadores, como la misma España de aquel tiempo magnífico y miserable a un tiempo, donde todo era necesidad, y sin embargo ninguno que supiera buscarse la vida la sufría." Así, a través de este libro conoceremos lugares tan pintorescos como el Corral de los Naranjos, la Cárcel Real o las tebernas de Triana, sumergiéndonos, quizá más que en ninguno de los anteriores libros de Alatriste, en el submundo de los espadachines, valentones, asesinos y buscavidas de la Sevilla del XVII.
Y es eso lo que me gusta, más si cabe que la acción de espada y daga. La manera tan acertada, a mi entender, con que ha reflejado la conflictiva época en la que el poderío que amasara España allá por el siglo XV y XVI con los primeros austrias comenzaba un lento pero cruel deterioro, agrabado por las incontables guerras sostenidas en media Europa, muchas veces no sabiendo muy bien porqué y que junto a una monarquía débil de carácter, más preocupada en el ocio que en la administración y unos funcionarios y nobles corruptos, sangraron y dilapidaron todas las riquezas provenientes de América y que tanto bien podrían haber hecho de haber sido bien invertidas en mejorar el nivel de vida de los españoles. Era aquella una España en la que hasta el más pintado tenía un precio y en la que te podías encontrar con dos cuartas del mejor acero toladano saliéndote por el estómago en un decir amén. Era por tanto una España solo apta para individuos como el Capitán Alatriste, individuos de un cuajo especial hecho a prueba de bombas. Individuos que quizá no dudarán a la hora de ensartarle a uno con su acero, pero que cuando menos son mucho más honorables que los ladinos políticos y cortesanos que conspiran desde las sombras del poder oculto. En fin, un libro que ante todo entretiene y que de paso nos enseña algo sobre una época oscura en la Historia de nuestro país.