Cuentos de Grimm

Jacob Grimm (Hanau, 1785-Berlín, 1863) y Wilhelm Grimm(Hanau, 1786 - Berlín, 1859), huérfanos desde muy temprana edad, tuvieron una juventud dificil y durante toda su vida se mantuvieron muy unidos. Cursaron estudios de derecho y ejercieron de bibliotecarios en Cassel, y más tarde de profesores en la universidad de Gottingen –de donde fueron expulsados por sus ideas liberales–, y en la universidad de Berlín. 
Investigadores infatigables y atentos observadores emprendieron una labor de recolección de documentos sobre los mitos y leyendas heróicas de la antigua Alemania, así como de poesía medieval y de cuentos populares de la tradición oral. Fruto de esta labor fueron estos Cuentos de Grimm, que tuvieron un éxito inmediato: ya en su tiempo se tradujeron a otros idiomas, y hoy son conocidos en todo el mundo.

Reseña del editor

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
1997 Juventud
160
978-84-261-1098
Valoración CDL
4
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4
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Imagen de mikolaj

FAIRY TALES
Wilhelm y Jacob Grimm. Penguin books. Middlesex 1952

Librito de cuentos infantiles. Edición antigua ilustrada con grabados del s. XIX. Inspirados en Esopo y la tradición popular alemana, muchos de ellos han sido la base para películas de Disney: Cenicienta, Blancanieves, Hansel y Gretel... Su calidad literaria no es elevada, pero se leen con facilidad. Terminan con moraleja donde triunfa la valentía, la honestidad, la sinceridad. Demasiados enanos, hadas, príncipes y animales que hablan. Para que se duerman los nińos.

Imagen de cdl

En esta edición de Alianza se recopilan cincuenta piezas de los Cuentos infantiles y del hogar que los hermanos Grimm publicaron entre 1812 y 1822, con el afán de fijar por escrito las narraciones orales de su país. Aquí están muchos de los cuentos que oímos en nuestra infancia, en versiones más o menos fieles, suavizadas según la edad y el cuentacuentos: Cenicienta, Caperucita, la Bella Durmiente, Blancanieves, Hänsel y Gretel, El sastrecillo valiente, Pulgarcito... El mundo en el que se desarrollan estas historias, típicamente medieval, responde a un sorprendente realismo, aunque aparezcan aquí y allá brujas, hadas y animales que hablan, discuten o regatean con los humanos. Sorprende, al releerlas, caer en la cuenta de que Caperucita, por ejemplo, le llevaba a su abuelita una botella de vino, o que cuando los lobos se comen a sus víctimas nunca las mastican, sino que se las tragan enteras. La sabiduría popular está presente en todos los rincones de estos cuentos, y un fondo de bondad logra atenuar la dureza de algunas situaciones, insoportables para un tierno niño: padres que venden a sus hijos por dinero, hombres ambiciosos que nunca se conforman con lo que consiguen, malvadas familias que maltratan a sus vástagos inteligentes y sensibles. A menudo se pone a prueba la habilidad de los pequeños héroes mediante pruebas de fuerza o ingenio, o se mide su estatura moral con el truco de facilitarles todos sus deseos. La alegría domina casi todos los finales, tengan o no moraleja. Los diálogos vivos, ajenos a toda literaturización, ayudan a la credibilidad de las historias y a la humanización de los personajes, tanto más simpáticos cuanto más avispados. Aunque a veces resulten engañados tontamente, como la ingenua y despistada Caperucita...