Las doce sillas

“Las doce sillas” es un clásico indiscutible de la literatura rusa del siglo XX. Ambientada en la Rusia soviética de los años 20, recrea el ambiente de la Nueva Política Económica propiciada por Lenin con un pretexto de gran rendimiento: la búsqueda por toda Rusia de doce sillas idénticas, en una de las cuales una dama de la antigua nobleza ha escondido unos diamantes. El héroe principal es un pícaro timador lleno de ingenio y recursos, que se aprovecha de la avaricia o estupidez de los burócratas, comerciantes, antiguos aristócratas, miembros del clero y demás personajes que pueblan la obra. A pesar de su desfachatez, se gana la simpatía del lector, que a menudo lo identifica con una especie de justiciero popular. El resultado es una comedia extraordinaria en el tono de los mejores Lubitsch, Mark Twain o Conan Doyle.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
1999 Acantilado
536
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3
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Comentarios

Imagen de fcrosas

Aunque la novela está muy pegada al terreno y a la época, puede seguir leyéndose con gran interés siempre que, como en la edición reseñada, lleve unas cuantas notas. Me parece un clásico de la literatura satírica. Fuerte ironía (no amarga) y un final ocurrente no exento de dureza proporcionarán al lector impenitente un placer estético no pequeño.

Imagen de cdl

Ilf, seudónimo de Iliá Arnóldovich Fainzilberg (1897-1937), y Petrov, de Eugeni Petróvich Katáev (1903-1924), fueron dos periodistas y escritores satíricos nacidos en Odesa. Se conocieron en Moscú en 1925 y decidieron escribir en colaboración. Entre 1927 y 1937 crearon una obra en común que abarca dos novelas: Las doce sillas y El becerro de oro; un relato largo: Una personalidad brillante; y una gran cantidad de cuentos humorísticos y satíricos, de obras dramáticas, cinematográficas e incluso un libro de viajes por los Estados Unidos: La América de uno solo piso. Ilf y Petrov dejaron de ser publicados en la URSS desde 1939 hasta 1956.
Las doce sillas es un clásico indiscutible de la literatura rusa del siglo XX. Ambientada en la Rusia soviética de los años 20, recrea el ambiente de la Nueva Política Económica (NEP) propiciada por Lenin con un pretexto: buscar doce sillas iguales, en una de las cuales hay escondidos unos diamantes de una dama de la antigua nobleza. Esta situación da pie a la creación de un mundo lleno de escenas satíricas de la vida soviética que quedan lejos de la realidad de un lector que no es ruso.
El héroe principal, Ostap Bénder, es un pícaro que a veces se presenta ante el lector como timador, a veces como justiciero o también como un inocente que pone de manifiesto la estupidez y la avaricia de los antiguos aristócratas, de los miembros del clero, de los burócratas y de los comerciantes. Todos estos personajes permiten crear una clara idea del conocido nepman: el hombre fustigado por la Nueva Política Económica leninista que está siempre alerta ante los cambios políticos y de las estructuras económicas, obligado a huir o a asimilarse al nuevo régimen. Otro reflejo del momento es el tema del retorno ilegal de emigrados, contrarrevolucionarios y espías, así como el clima de preguerra con Occidente.
En 1928 empieza una época de progresivo endurecimiento de la situación política y de represiones coincidentes con el ascenso de Stalin, un individuo asocial y antisoviético por naturaleza como Ostap Bénder no podía ser del agrado de la crítica soviética y de los neorealistas socialistas. Así, es comprensible que su segunda novela: El becerro de oro fuera su última novela. Aún la censura, estos dos autores han seguido leyéndose y han continuado gozando del favor popular hasta el presente, de modo que muchas de sus frases se han hecho proverbiales, y sus personajes y situaciones se han convertido en lugares comunes de referencia para todos los ex soviéticos.
Finalmente, es interesante observar como al poner de manifiesto todo el ambiente de corrupción y de caos propio de una época de postguerra, el lector español puede compartir una empatía con la obra rusa; pero sí le quedaran lejos la picardía de Ostap Bénder y muchas de las situaciones irónicas. Así, mientras Las doce sillas es fuente de proverbios y lugar de referencia en Rusia, desde fuera es una obra anclada y enjaulada en un contexto temporal y geográfico a la que le resulta imposible superar las fronteras de espacio-tiempo.

Núria Barnolas