Abriendo horizontes

 

Me ha impresionado hondamente leer con detenimiento las palabras del santo Padre Francisco en su encuentro fraterno y cordial con sus hermanos jesuitas de la Provincia de Portugal aprovechando la presencia del Pontífice con motivo de la Jonda Mundial de la Juventud en Lisboa de 2023.

En primer lugar, hay que destacar el clima distendido paterno filial, las preguntas y respuestas llenas de cercanía, naturalidad y verdadero realismo que manifestaban la presencia de esos jesuitas en las posiciones de vanguardia de la Iglesia en esa parte de Europa.

De hecho, convendría que los temas de las preguntas y las respuestas pudieran ser leídos por los cristianos europeos pues todos estamos metidos en las tareas de evangelización del mundo occidental.

En efecto, las respuestas nos recuerdan al más puro estilo del papa Francisco, optimista y realista a la vez, con fe en Dios y en la Iglesia y, a la vez, plenamente consciente de los problemas con los que se enfrenta la Iglesia de Jesucristo en estos tiempos de la primera mitad del siglo XXI.

La prioridad del santo Padre es la necesidad de la oración, de una vida espiritual fuerte y, a la vez, apoyada en la fraternidad cristiana, en un darse y recibir. La prioridad de los medios espirituales y materiales, pero todo en un clima de profundo espiritualidad anclada en el tiempo presente. Conmueve escuchar el mensaje integrador del Papa siempre “cresteando” y hacía adelante.

Impresiona mucho volver a escuchar las palabras de la misa del envío del Santo Padre en Lisboa: “En la Iglesia caben todos, todos, todos”. Indudablemente, el santo Padre alentó al trabajo apostólico, de caridad, de acogida a todos, emigrantes, pobres, descartados y, por supuesto, también a los homosexuales, lesbianas, personas transgénero y toda la variedad de personas de nuestra sociedad.

Indudablemente, el Santo Padre recuerda que hay que sentarse a atender almas una a una, familias una a una, personas necesitadas de escucha y de comprensión, una a una. Se ve que es lo que más hubiera deseado hacer en la JMJ escuchar a muchas más personas y comprenderlas.

¡Cuanto insiste! Como ha hecho en esta ocasión, en seguir profundizando en el conocimiento de la moral y la doctrina de la Iglesia Católica y también profundizar en las circunstancias cambiantes de la antropología de nuestro tiempo, para poder llevar la verdad del Evangelio y sanar los corazones heridos.

De ese modo, la doctrina del evangelio que predica la Iglesia se mantendrá siempre lozana y su aportación será medicina que sale, luz para el entendimiento y fuerza para la voluntad.

José Carlos Martín de la Hoz