¿Adónde condujo la Iglesia san Juan Pablo II?

 

Después de cuarenta años, con algo de perspectiva histórica, podemos afirmar que Juan Pablo II, esencialmente condujo a la Iglesia a una decidida pastoral de la santidad. Es significativo al respecto, que el santo Padre Francisco haya hecho coincidir las canonizaciones del Santo Padre Juan XXIII que convocó el Concilio en 1959 y del santo Padre Juan Pablo II quien llevó a cabo la implantación de las Actas Conciliares en el mundo entero.

En efecto, el Arzobispo de Cracovia, Karol Wojtila, fue llamado a participar en el Concilio Vaticano II como el resto de los obispos del mundo entero en la asamblea conciliar más amplia y católica de la historia de la Iglesia. Las actas publicadas del Concilio demuestran la gran actividad del futuro Juan Pablo II en la elaboración de dos documentos conciliares de particular interés y relevancia, como Lumen Gentium y Gaudium et Spes, así como en otras Constituciones y Decretos. Por tanto, podemos afirmar que llevó a la práctica los documentos conciliares que él mismo contribuyó a redactar.

En muchos lugares del orbe católico, tergiversaron los textos reales con el “espíritu del Concilio”. El hecho fue que los documentos Conciliares llegaron a las Iglesias del mundo más tarde que las falsas interpretaciones. Recordemos, por tanto, el dolor de san Pablo VI, quien sufrió indeciblemente al comprobar como ese aire fresco y de profunda eficacia del Concilio, era sustituido en algunos lugares por un conjunto de afirmaciones que llevaron a muchas almas a la confusión.

La riqueza del Concilio Vaticano II necesitaba ser profundizada, explicada e interpretada con autoridad y, además, que llegara al orbe cristiano y al mundo. Alguien debía desentrañar teológicamente los contenidos que el Espíritu Santo había suscitado. El concilio necesitaba, por tanto, un desarrollo teológico y filosófico, que explicitara la riqueza del propio concilio, y lo aplicara a los problemas del hombre.

En ese sentido, fue providencial la elección de Joseph Ratzinger como Prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe realizado por Juan Pablo II en 1981. Recordemos que Joseph Ratzinger, catedrático de Teología, había participado activamente como Perito Conciliar en el Concilio Vaticano II con el cardenal Frings de Colonia y había sido consagrado arzobispo de Münich y Freising, en 1977.

El conjunto de las Encíclicas, Cartas Apostólicas y Exhortaciones Postsinodales, que ha firmado Juan Pablo II en su largo Pontificado, constituyen esa explicitación teológica del Concilio: la Trinidad, La Moral católica, la Creación, la Sagrada Escritura, la Doctrina Social de la Iglesia, la misionología, la vida, el trabajo, la mujer, el matrimonio y la Familia. No hay cuestión teológica de interés actual, que no haya sido abordada. El programa realizado fue completo.      

Los viajes del Santo Padre, llenaron de esperanza y de ilusión y, además, daban materia al Papa de investigación, estudio, cercanía de los problemas que debía iluminar. También hemos asistido a un rebrote de santidad y espiritualidad en el mundo entero: una teología fuerte, produce frutos hondos de espiritualidad.

De particular importancia han sido las Causas de Canonización que fueron desarrolladas durante su Pontificado. Es ilustrativo que el Espíritu Santo quisiera conceder muchos milagros a través de beatos y Siervos de Dios, de modo que durante este Pontificado se han beatificado y canonizado más santos que en toda la historia de la Iglesia anterior.

José Carlos Martín de la Hoz