Algunas mujeres del Renacimiento

 

Sandra Ferrer (Barcelona 1976), después del éxito de edición y ventas de su gran trabajo sobre las mujeres en la Edad Media, acaba de publicar dos gruesos volúmenes sobre algunas mujeres en el Renacimiento. El primero de ellos, que ahora presentamos, versa sobre la presencia de la mujer en la Corte, la Iglesia y los límites de la ortodoxia. El segundo, del que nos ocuparemos más adelante, tratará sobre el arte y la cultura.

Hay que reconocer que la documentación consultada, de la que proporciona sólo una parte la bibliografía recogida, ha requerido muchos años de estudio e investigación serena y paciente hasta lograr preparar una acertada síntesis no sólo acerca del papel de la mujer en la época sino, sobre todo, del tiempo del Renacimiento en sí mismo considerado.

Hay cuestiones que algunos pueden considerar de detalle e intrascendente, pero que no lo son y corresponden al ángulo de la visión de la mujer, tantas veces desatendido en las investigaciones sobre historia cultural. Nos referimos a la vida doméstica diaria: alimentación, decoración de las casas y palacios, educación y crianza de los hijos, administración de los bienes, organización de la servidumbre y, en definitiva, ambiente adecuado en la trastienda.

En esta ocasión esa perspectiva novedosa lo percibimos en el detalle con el que narra la relación entre las primeras damas de las diversas Cortes europeas que resulta fundamental para entender algunos grandes tratados de gobierno que marcaron el destino de Europa o los gastos considerados por algunos como superfluos que llevaron a la ruina a los gobernadores pero que sucumbieron al poder y a la moda impuesta por sus esposas.

Respecto al ambiente moral de las familias reales y las cortes durante el Renacimiento fueron adoptando modas y estilos provenientes de la literatura clásica y del mundo greco-latino de la antigüedad (Renacimiento), donde la idolatría (politeísmo y mitología: si hay varios dioses es que estamos en el agnosticismo de Cicerón) se había aliado con Epicuro u la búsqueda de los placeres y las ostentaciones. Efectivamente, el humanismo renacentista en Italia (Florencia, Milán, Venecia) se fue paganizando y terminaría por influir en Francia, Inglaterra y Alemania. El tránsito a la ilustración y la expansión del protestantismo terminaría por deshacerlo todo.

Un apunte antes de terminar para recordar la diferencia entre el error dogmático y la herejía. Un error consistiría en contradecir algún punto de la revelación formulado por el magisterio de la Iglesia como verdad de fe. Herejía sería cuando alguien es pertinaz en mantener una visión contraria de la doctrina de Jesucristo cuando ya ha sido corregido por la autoridad magisterial.

José Carlos Martín de la Hoz

Sandra Ferrer, Mujeres silenciadas en el Renacimiento. La Corte, la Iglesia y los límites de la ortodoxia, Punto de vista editores, Madrid 2024, 298 pp.