Ausencia de caridad cristiana



Muchas veces me he preguntado, y supongo que no
soy el único, por qué son tan frecuentes en las informaciones diarias, de radio
o de televisión, las noticias sobre actos  violentos. ¿Es que verdaderamente hay más violencia
hoy que hace 20 años o es que es parte del morbo que procuran transmitirnos
para que no apartemos nuestros ojos de la pantalla?


 


En todo caso parece que los hechos son ciertos,
lo que sin duda lleva a preocuparnos al comprobar cómo está la sociedad: malos
tratos en las familias, robos violentos, a veces con muertes, abusos sexuales, atropellos
por gamberradas, etc. Aproximadamente la mitad de los informativos.


 


Impresiona especialmente la violencia doméstica.
Que haya bandas de ladrones nos parece totalmente habitual, y pensamos que
seguramente serán menos que las de siglos pasados, en los que salir de viaje a
los caminos era siempre un peligro. No nos cabe la menor duda de que malos
tratos dentro de la familia han existido siempre, y desde luego el sexo débil
ha sufrido mayormente las consecuencias. Pero las noticias que nos hablan de
muertes, casi todos los días, parecen increíbles.


 


Y uno se pregunta: ¿Qué está pasando? ¿Cómo es
posible que el mal entendimiento dentro de una familia llegue hasta el asesinato?
Eso supone o bien un trastorno psíquico grave o un odio visceral. Sólo una de esas
dos posibilidades. Si alguien dentro de la familia está loco, no nos vamos a
extrañar demasiado de que cometa locuras. Pero que el odio o el egoísmo lleven
a los extremos de atentar contra la vida parece que requiere una situación
límite.


 


Pensaba en estas cosas después de leer en el
evangelio las palabras de Jesús: "Paz a vosotros (…). Recibid el Espíritu
Santo". No resulta difícil revivir la experiencia de tantos ambientes
cristianos en los que reina verdaderamente
la
paz. Y

pienso que si en otros hogares no hay paz es porque no se admite a Jesús; porque
el Espíritu Santo ha sido expulsado de sus vidas.


 


Muchos han olvidado casi totalmente la vida
cristiana. Es triste pero es cierto. No frecuentan los sacramentos, no asisten
a misa los domingos, no se dirigen a Dios de un modo habitual. Debemos estar
convencidos de una cosa: en el momento en que quitamos a Dios de la vida se
instala el egoísmo, y en el ambiente familiar, cuando cada uno va a lo suyo, lo
que debiera ser un hogar se convierte en un infierno.


 


Vivir el espíritu cristiano lleva a perdonar
–incluso a los enemigos, dice Cristo-, a comprender, a servir, no una vez y
para quedar bien sino por sistema. Vivir cristianamente lleva a ceder una y mil
veces, a ser generoso sin llevar las cuentas, a sonreír aunque domine el
cansancio. Jesús nos trae la paz y nosotros debemos empeñarnos en instalarla en
la familia. Entonces no se llega jamás a la
violencia porque se cuidan los pequeños detalles.


 


 


Ángel Cabrero Ugarte


 


Radio Intereconomía, 16 de mayo de 2008, 20,25
horas


 


 


Para leer
más:


 


Lewis, C.S. (1998) El
perdón y otros ensayos cristianos
, Andrés Bello


Benedictos XVI (2006) Deus
caritas est
, Madrid, Palabra


Guitton, J. (2002) Sabiduría
cotidiana
, Sudamericana


Hahn, S. (2005) Lo
primero es el Amor
, Madrid, Rialp