Blog de acabrero

Abuso de las horas de trabajo

He releído ahora un entretenido libro de Amélie Nothomb, “Estupor y temblores”, previsto para una tertulia literaria. Se puede decir que es simpático por eso de que la autora no ahorra exageraciones y situaciones cómicas, aun cuando el tema sería muy duro si hubiera sucedido tal y como ella lo narra, teniendo en cuenta que advierte que es una historia en la que la autora es la protagonista.

Sin hogar

Dos libros que reflejan la tragedia del “sinhogarismo”. “La asombrosa tienda de la señora Yeom” es una historia en Seul, escrita por un coreano. Empieza con la situación penosa de un personaje desconocido que vive malamente en la calle. Como es una historia con gente buena, la situación termina solucionándose. Es una historia amable y curiosa porque no deja de ser un escenario lejano, aun cuando Corea del sur tendrá bastante de escenario moderno y, sorprendentemente, cristiano.

Muchos hijos, pocos hijos

Es bastante sorprendente observar los contrastes que se dan en nuestra sociedad, donde nos encontramos con matrimonios sin hijos, otros que solo tienen uno, más frecuente encontrar “la parejita”, pero también encontramos no pocas familias con 4, 5 o 6 niños. Las reacciones son muy variadas. Los que viven en ambientes de pocos niños se sorprenden, a veces incluso se manifiestan asustados, al ver las familias con cinco chavalitos pequeñajos.

Amor, atracción, egoísmo

Cada vez somos más conscientes de que en el día a día, entre las personas que conocemos, con dificultad se percibe un auténtico amor. Es indudable que una relación lógica de hombre y mujer surge por una cierta atracción, que va confirmándose con el trato, con el profundizar más en quién es quién. De un modo superficial no se puede hablar de amor. Muchas veces hemos oído que una persona ha tenido un descubrimiento, un flechazo que le ha llevado a mirar de modo distinto a alguien.

Recuerdos de una infancia

Jesús Montiel, después de los libros estupendos que ha ido publicando, nos presenta en el último, “El niño que he sido”, una visión bastante distinta a lo que leíamos en los anteriores. Cuando un escritor, más aún si es poeta, escribe un libro muy pendiente de lo que ve, está poniendo en verso o en prosa su experiencia. Montiel es muy poeta y su prosa es rica en descripciones y, sin duda, manifestación de sentimientos y de admiraciones.

Los Finzi-Contini

“El jardín de los Finzi-Contini” es una de esas obras que permanece, porque es una historia que sitúa ante temas que recuerdan momentos históricos trascendentales en nuestra memoria. La persecución nazi a los judíos es en este caso el tema de fondo. Aun cuando haya una historia más personalizada en superficie, el fondo ambiental es históricamente inequívoco.

Los semblantes callejeros

Viviendo en cualquier ciudad más o menos grande puede ocurrir que uno se mueva casi siempre en su coche, porque tiene donde aparcar, o que se mueva en medios públicos, o que dedique un tiempo importante a caminar por la calle. Esto último tiene algunas ventajas que los otros no tienen. Cruzarse por la calle con la gente es todo un aprendizaje de no poco valor.

La esperanza no defrauda

“Spes non confundit”. La esperanza nunca se pierde, pero qué bien nos viene que nos lo recuerden. En este año santo denominado de la esperanza, tendremos siempre más cerca, más dentro, ese impulso, esa seguridad, esa alegría que procede no de cálculos humanos sino de la confianza en Dios. Por eso el Papa Francisco nos conduce hacia esa alegría de fondo de saber que Dios está siempre con nosotros.

Un niño nos ha nacido

Sin dolor ninguno para su madre llegó Jesús. Ella podría recordar después, cuando lo tenía delante en la cruz, en el Calvario, que no había permitido para ella ningún dolor, ni el del parto. Sin dolor, sin sangre, sin romper. Así quiso Él a su madre. Así llegó Dios al mundo material. José se admira de esa paz, de esa serenidad, de ese nacimiento incruento. Y miraba a aquel bebé absorto, sin palabras. Era un muñequito encantador, como uno más, pero no podía parar de pensar que no era como los demás. Ese bebé era Dios, y no podía menos de estremecerse. Y José miraba a María con asombro; era la madre de Dios. Y María estaba absorta, mirando, tocando, abrazando a ese niño que era su hijo y era Dios.

Desmoralización social

Jiménez Lozano, ya con muchos años, escribió un libro que manifestaba su preocupación por la decadencia moral de la sociedad en la que vivía. “Carta de Tesa”, que así se titula, es una historia, una novela nostálgica, que deja entrever el empobrecimiento ético de la sociedad que le rodeaba. El conjunto de la obra tiene un tinte triste porque seguramente el autor no ve luces, solo advierte sombras, sobre todo si lo compara con lo que vivió cuando tenía treinta o cuarenta años. El declive moral es patente.

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