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Señorita Prim

Muchos lectores recordarán la novela de Natalia Sanmartín, “El despertar de la señorita Prim”, porque no se publicó hace demasiado tiempo y tuvo bastante eco. La he releído para una tertulia. La problemática que traslada la autora, de un modo intencional, es de gran calado, porque, sin nombrarlo explícitamente, está en el aire la idea de trascendencia. Un tema por lo tanto de gran actualidad, quizá sobre todo por su escasez.

Familias numerosas

Tesoro escondido, silencioso, que surge de cuando en cuando con una luz propia, perfectamente detectable, porque es única, incomparable con ninguna otra riqueza, con ningún otro posible tesoro. Difícil de descubrir porque son escasas, pero allí donde sí existen son notorias, porque no hay, hoy en día, riqueza comparable a una familia numerosa.

Libros de papel

Hace unos años este título parecería una perogrullada. “Los libros son de papel…”, pero hoy ya no. Hay libros de papel y cantidad de libros digitales. Y podría parecer un hecho pacífico y aceptado, pero la existencia de estos libros digitales abre una serie de controversias que están presentes sobre todo en el mundo lector.

En forma física y espiritual

Es muy sorprendente hasta qué punto se ha generalizado, sobre todo entre gente joven aunque también entre mayores, la necesidad imperiosa de hacer ejercicio físico diario, “para encontrarse bien”. Surgen gimnasios por todas las esquinas, convencidos -imaginamos- de que el negocio es seguro, considerando el crecimiento de gente tremendamente “necesitada” de estar totalmente en forma.

Seguros en la dirección

Andando por los diversos caminos de nuestra sierra de Guadarrama me llama la atención la cantidad de veces que algún paseante o montañero me ha preguntado cual era el camino adecuado para llegar a tal o cual sitio. Raro es el día que no hay alguien que me pregunta y puedo asegurar que no llevo ningún distintivo que pueda hacer pensar que soy un guarda forestal. Lo he pensado varias veces y solo se me ocurre una idea: ellos van con dudas, mirando para aquí o para allá, buscando el camino en Google Maps; a mí me ven caminando con seguridad mirando al suelo para no tropezar, si hay piedras y disfrutando del paisaje.

Sentir la misa

En un ambiente tradicionalmente cristiano es normal que la gente asista cada domingo a misa. Es la norma general que supone una participación peligrosamente rutinaria y, somos conscientes, de la rutina a ir dejando de cumplir hay un paso. Sobre todo cuando el ambiente social ya no es precisamente cristiano en nuestra sociedad.

El tremendo escollo del odio

Resulta sorprendente comprobar hasta qué punto hay personas que viven años, quizá toda su vida, arrastrando el agravio sufrido. Matrimonios que se rompen, familias que se dividen y se alejan, amigos que no vuelven a hablarse, una inquina insalvable contra ese compañero de trabajo; y ya no digamos la amargura interior cuando un personaje público “odioso” aparece en la pantalla, sobre todo si brillan sus éxitos.

Adorar

Es un verbo que puede utilizarse en el lenguaje coloquial en muchos sentidos. Cuanto más se utiliza en el día a día, menos se entiende lo que verdaderamente significa, porque solo un sentido de esa palabra es preciso y, de la misma manera que creemos en un solo Dios, solo debería hablarse de adorar al Dios verdadero. Pero ya se sabe, “este chico es adorable”, “tengo auténtica adoración por mi madre”, etc., son modos de hablar que manifiestan admiración, agradecimiento, amor profundo.

El terror de la guerra

He tenido ocasión de ver recientemente dos películas sobre guerras, “Civil war” y “El ministerio de la guerra sucia”. No me gusta este tipo de películas, prefiero historias más tranquilas, más agradables de ver, que te dejen un sabor atrayente, pero a veces, por razones sociales normales, toca ver lo que les gusta a otros. La verdad es que me cuesta entender por qué a bastante gente les gustan los tiros, las violencias, o imágenes ciertamente desagradables.

La importancia de leer

El Papa Francisco se ha expresado con detalle y suficiente explicación sobre la importancia de la lectura. Estaba pensando en la formación de los seminaristas, pero ha querido advertir a un público general sobre esa actividad que tanto ayuda a la persona. ¡Qué bueno sería hacer eco a lo que su Santidad ha expresado con interés! Y podríamos decir también que sería importante que haya muchas otras personas que se impliquen en la misma línea. Todo lo que se diga es poco.

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