Andando por los diversos caminos de nuestra sierra de Guadarrama me llama la atención la cantidad de veces que algún paseante o montañero me ha preguntado cual era el camino adecuado para llegar a tal o cual sitio. Raro es el día que no hay alguien que me pregunta y puedo asegurar que no llevo ningún distintivo que pueda hacer pensar que soy un guarda forestal. Lo he pensado varias veces y solo se me ocurre una idea: ellos van con dudas, mirando para aquí o para allá, buscando el camino en Google Maps; a mí me ven caminando con seguridad mirando al suelo para no tropezar, si hay piedras y disfrutando del paisaje.
El paseante novato sabe descubrir al montañero que se las sabe todas. Y lo más prudente es preguntar. Y pienso que esto es como en la vida misma. Que nos puedan orientar, enseñar, dirigir, es lo prudente. Ir por libre, sin dirección, supone casi siempre pérdida, ir por la vida sin destino cierto.
Si me preguntan, seguramente puedo decir “este camino es más cómodo”, o “este camino es más corto”. O simplemente, por ahí te pierdes seguro. El montañero que es nuevo en Guadarrama y que conoce bien otras montañas, es consciente de la importancia de acertar a la primera. Pero da la impresión de que en la vida de las personas cada uno pueda ir sin trayectoria concreta, sin dirección ni ayuda ninguna.
El montañero experto debe manifestar seguridad. Ante una pregunta sobre el camino a seguir en una encrucijada algo compleja -que las hay- no puede poner el dedo en los labios mirando aquí y allá para recordar cual es el camino cierto. El que preguntó se quedará desconcertado. Si no es muy experto deberá advertir: “mira yo se poco de estos lugares, solo conozco bien mi camino…”. Eso es prudencia. Y si no sabe, pero indica algo con aire de seguridad, es un irresponsable, que puede llevar al que consulta a un buen lío.
Porque en la montaña las posibilidades de perderse son abundantes, y a veces se llega a situaciones extremas en las que por la noche hay que salir en la búsqueda del imprudente. Claro, en el camino de la vida hay revueltas, cruces y atajos falsos, que pueden llegar a ser muy peligrosos. Motivo por el cual es conveniente preguntar al experto.
Por eso es necesario que a los que sabemos nos vean seguros y que sepamos explicarnos con claridad. En el monte y en la vida. Porque hay veces que a un caminante que pregunta dónde está la desviación para el camino bueno hay que decirle: todavía te queda un buen trecho, no te salgas de esta pista, etc. Lo mismo que ocurre en la vida misma, donde ocurre a veces, con cierta frecuencia, que algunos se precipitan.
Lo que parece claro es que el ignorante que busca el camino en el monte no va a consultar a ese que está mirando en el móvil por donde ir. No hay situación que pueda producir menos seguridad que la del que saca el móvil en medio del monte. Sin duda es un inexperto. No sabe el camino. Son señales que nos hacen comprender que no es mi guía. De la misma manera que en la vida espiritual no vamos a fiarnos de quien manifiesta ciertas dudas, ciertas contradicciones.
Hay que demostrar seguridad para guiar, que no es autoritarismo ni rigidez, es mostrar lo que se conoce con experiencia, lo que es mejor para cada persona.
Ángel Cabrero Ugarte