Desde tiempo inmemorial, en los países civilizados, ha existido un empeño social, refrendado por el Estado y con el esfuerzo de organizaciones públicas o privadas, de asistencia para cuidar la salud de las personas. Se ha dedicado mucho dinero, casi siempre público, por curar a los enfermos. También de enfermedades mentales, porque hay locuras pasajeras, momentos delicados en la vida de algunas personas, que necesitan de alguien que les mantenga el sentido sagrado de la existencia. Y se han salvado muchas vidas que habrían desaparecido por un momento de desesperación.