Lo que no sabemos de la guerra

 

“Suite francesa” es una magnífica novela escrita en plena II Guerra Mundial en Francia. La autora, Irene Némirovsky, de ascendencia judía, nació en Kiev y se trasladó a vivir a Francia. Se convirtió al catolicismo, igual que su marido. Sus dos hijas fueron bautizadas también nada más nacer. Pero los padres fueron detenidos y enviados a un campo de concentración, en diferentes momentos y lugares. Y murieron, como tantos otros judíos, a manos de los nazis.

La autora era célebre por sus novelas. Había publicado ya varias antes de comenzar la guerra. Y estando, como estaba, inmersa  en el conflicto bélico, escribe su última e inacabada obra sobre la situación en Francia, ante la invasión de los alemanes. El hecho de que una escritora de gran nivel escriba una historia sobre lo que está viviendo, en directo, hace que el relato de “Suite francesa” sea de una profundidad difícil de superar.

El lector se adentra en las escenas, las vive, las sufre. Comprende los desvaríos de los personajes que aparecen, es capaz de profundizar, de ponerse en la situación de lo que supone vivir en guerra. Y, quizá por eso, ve con ojos distintos las noticias que hoy nos llegan sobre la situación en Ucrania. Es fácil para el europeo medio leer algunas noticias, más o menos terribles, sobre los ataques de los rusos, y cerrar el periódico o el móvil y quedarse tan tranquilo. Bastantes dificultades tiene ya la vida como para pensar en los ucranianos…

Y nos vamos de vacaciones tranquilamente, porque realmente no podemos hacer mucho para ayudar a aquella pobre gente. Aunque quizá podríamos pararnos un ratito y pensar si realmente no puedo hacer nada por esos ucranianos que se está quedando sin casas, sin ciudades, por el egoísmo de un autócrata.

Esta novela se publicó en España en 2005 y  luego ha tenido diversas reediciones. Por qué no se publicó antes esta obra de Nemirosvky y otras muchas, tiene que ver con las dificultades de las hijas de la escritora, que han ido encontrando diversos escritos que su madre tenía más o menos escondidas o que estaban en las estanterías de alguna editorial. Al releerla ahora, es más fácil, teniendo tan cerca Ucrania, sopesar los sentimientos, entender a los protagonistas, escandalizarte ante actitudes tremendamente egoístas que se dan en esos momentos dolorosos.

Nemirovsky  es capaz de meterse en los sentimientos de los personajes, en los agobios que produce el no saber cómo ayudar, qué se puede hacer, sobre todo cuando es imposible saber lo que va a ocurrir. Es el valor tan importante que tiene esta novela, porque se escribe cuando la guerra está en la mitad. La autora va al día. Está pensando en cómo terminar la historia cuando todavía no sabe en qué puede parar el conflicto.

Esto nos pasa ahora. Observamos tantas barbaridades en los planteamientos de Putin que ni siquiera sabemos si esto terminará en la III Guerra Mundial. Y si lo viéramos venir, casi sin darnos cuenta empezaríamos a pensar en nosotros mismos. Es lo que explica con rigor la autora de esta novela. Lo que cada persona tiene en su cabeza, en su corazón, cuando hay guerra, cuando es imposible avanzar que puede ocurrir mañana. Vivir al día con peligros inminentes y dificultades para vivir.

A la altura de los clásicos, esta autora consigue que en cada relectura topemos con nuevas profundidades y que en algunos párrafos surjan los escalofríos, porque sientes el conflicto.

Ángel Cabrero Ugarte.