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Obstinación o reconocimiento

Uno de los peligros más graves en que anda inmersa nuestra sociedad moderna es el acostumbramiento en modos de hacer que son objetivamente inmorales. Tiempo atrás la inmoralidad se detectaba y, por lo menos, existía una actitud de reserva, de ocultamiento. Hoy todo vale. Puede ocurrir incluso que alguien deba terminar en la cárcel, por una fechoría, pero si no le pillan, ancha es Castilla.

Amor al prójimo

En la vida de los cristianos, a poca formación que tengan, hay dos preceptos esenciales que informan -así debería ser- toda su vida: amor a Dios y amor al prójimo. En la medida en que hay auténtico amor a Dios surge más fácilmente el amor al prójimo. Quizá puedan surgir, en algunas ocasiones, las dudas sobre quien es mi prójimo y, sin pararnos en la dificultad de amar una persona concreta, tenemos que advertir que prójimo es el próximo en cualquier circunstancia, con más o menos cercanía. 

Y llegó el Espíritu Santo

“Yo rogaré al Padre y os dará otro Paráclito para que esté con vosotros siempre” (Jn 14, 16). Esta fue la promesa de Jesús, que repitió a sus discípulos varias veces. Y llegó el Espíritu Santo de una forma que no podían imaginar. Era espíritu y sus manifestaciones fueron lo menos materiales posible: fuego y viento. Pero con ello llegó una fuerza y un convencimiento extraordinarios.

Cuerpo y espíritu

Está muy de moda, desde hace ya un tiempo, el empeño por hacer algo de ejercicio todos los días. Creo que podríamos decir que sobre todo entre hombres, pero también entre mujeres. Lo recomiendan los médicos, aunque creo que, sobre todo, cuando se trata de gente mayor. Entre los jóvenes pienso que es una especie de preocupación por tener un cuerpo perfecto. Puede ser vanidad o puede ser precaución para mantenerse sanos. Pero llega a ser obsesivo.

La fe es razonable

Así se titula uno de los muchos libros del escritor Scott Hahn, teólogo converso, luchador incansable empeñado en ayudar a muchas personas católicas o cristianas en general a encontrarse con Dios. Hahn es catedrático de Teología bíblica y Liturgia en el seminario de San Vicente, en Pennsylvania, y profesor de Sagrada Escritura en la Universidad Franciscana de Steubenville.

Misericordia

Los contrastes en nuestra sociedad son muy grandes, la diversidad de situaciones humanas es sorprendente, el abismo existente entre los que viven en todo momento pensando en tener más, comprar, enriquecerse, y los que apenas tienen para comer, para mantener un miserable piso compartido con varias personas más para costearlo, es vergonzoso. El problema más habitual es que los primeros no se asoman para nada al mundo de los segundos.

Hacer el amor

Me parece que no hay frase que más daño haga para la comprensión de lo que realmente es amar, y es una frase repetida con mucha frecuencia y en muchos ambientes de nuestra sociedad. Con esas palabras se manifiesta, habitualmente, todo lo contrario a lo que es el verdadero amor: el de los esposos, de los padres con los hijos y los hijos con los padres, de los amigos, de los demás en general, porque el planteamiento cristiano de la vida es, antes que nada, aprender a amar, que es entrega, generosidad, darse.

La sombra de las redes sociales

No utilizo las redes sociales en el día a día. Se puede decir que me resulta de utilidad una, a la que recurro de cuando en cuando y que me sirve de almacén y modo de transmisión de algunos textos y vídeos. Pero salvo esa -YouTube- que uso de pascuas a ramos, el resto no las conozco.

El tesoro de la amistad

He vuelto a releer, después de unos años, un libro del que tenía muy buenos recuerdos y que me parece muy adecuado para tratarlo en una tertulia literaria. Se titula “La nieta del señor Linh”; Philippe Claudel es el autor y tiene poco más de cien páginas, pero un fondo de gran interés y la calidad propia de este autor.

Siempre alegres

Hace muchos años leí el que fue uno de los más célebres libros de Jesús Urteaga, “Siempre alegres”. Era un recordatorio, entonces elemental y fácil de entender, de que lo lógico para un cristiano es estar alegre. ¿Es lo mismo estar alegre que ser feliz? Pues sin duda podríamos encontrarnos con infinidad de matices y podríamos darle muchas vueltas.

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