Tesoro escondido, silencioso, que surge de cuando en cuando con una luz propia, perfectamente detectable, porque es única, incomparable con ninguna otra riqueza, con ningún otro posible tesoro. Difícil de descubrir porque son escasas, pero allí donde sí existen son notorias, porque no hay, hoy en día, riqueza comparable a una familia numerosa.

Antes era normal, ahora es una joya. Las familias sin hijos o con uno o dos hijos son una lástima, pero en todo caso hay diferencias. Hay quien ha puesto todos los medios para tener hijos pero no llegaron. Claro, buscar esa maravilla con un matrimonio de contrayentes ya mayorcitos es pedir un milagro, que a veces llega. Pero aun así tiene sus riesgos, porque con padres mayores la educación de varios hijos es más complicada.

Esos tesoros difíciles de encontrar en nuestra sociedad -mucho más en el resto de Europa- tienen que ver con jóvenes que se casan pronto. Esto es fácil de desear y promover, pero la realidad es que hay dificultades abundantes. Sale el muchacho o la joven a la calle, a hacer vida social indispensable para descubrir su pareja ideal, joven por supuesto, y se encuentran con que esos jóvenes, de su edad, están en otras cosas.

Tienen muchísimo trabajo. Hay bastantes empresas que abusan notablemente de la necesidad del recién licenciado por empezar a trabajar, y les ponen horarios prohibitivos. Horarios que dificultan las situaciones que antes, en otras épocas, eran normales: ratos lógicos en que uno puede salir a dar una vuelta o tomar una cerveza en una terraza. Ahí se pueden ocasionar encuentros razonables de jóvenes con ilusión de formar una familia. Pero hoy en día es más complicado.

Porque los horarios de trabajo son prohibitivos. Porque en cuanto hay un huequillo hay que ir al gimnasio. Esto parece prioritario en la mayoría de nuestros jóvenes. El aspecto físico, la buena forma está muy delante de la formación intelectual, la vida social, el estar con otros. Y luego, en cuanto te descuidas, están viendo series. En casa delante de la tele.

Puede que sean estos los problemas para que los jóvenes tarden en casarse. Pero también son los múltiples viajes o estancias en el extranjero por motivos profesionales -los envía la empresa al extranjero- o por motivos formativos -es imprescindible hoy en día saber idiomas-. Sin olvidar que hay parejas que antes de casarse ya han dedicado bastante tiempo en viajes turísticos a lugares exóticos. Estos son los que piensan que antes de casarse y tener hijos hay que dedicar unos años al divertimento y el turismo.

Así nos vamos encontrando con que algunos, cuando por fin se dan cuenta de que sería bueno que se casaran, tienen dificultades para encontrar con quién o si llegan a casarse ya no llegan los hijos. A parte ya de los que no tienen ninguna intención de pasar de la parejita. Y así, como quien no quiere la cosa, nos encontramos con una sociedad que envejece, una población que disminuye, un ambiente encanecido.

Por eso las familias numerosas son auténticos tesoros. Esto lo reconoce hasta el más timorato, hasta el más egoísta del panorama social, hasta el personaje más rico del mundo, que ha tenido esposas, pero no tiene hijos. Todos se maravillan cuando ven a unos padres jovencitos con tres, cuatro o cinco críos por la calle.  ¿Será posible que haya alguien a quien eso no le guste?

Ángel Cabrero Ugarte

Comentarios

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Lamentablemente, el uso sistemático de los anticonceptivos orales hace que cuando se quiera concebir sea más difícil, por otra parte para poder atender a los hijos es preferible ser joven. Hay dos refranes que se utilizaban cuando a la gente no le importaba ser pobre, sino ser feliz. El primero decía que "Cada hijo viene con un pan debajo del brazo", el segundo que "El hijo más pequeño va a ser el que más alegrías os va a dar". Doy fe de los dos.

Lo anterior no quiere decir que se deban tener hijos irreflexivamente, hay que pensar en lo que se puede y, sobre todo, en lo que puede tu cónyuge.

Juan Ignacio Encabo Balbín.