Afirma con razón el ensayista y filósofo francés Gilles Lipovetsky (Millau, Francia, 1944) que se ha producido en nuestro tiempo una sublimación del concepto de autenticidad hasta destacarse en el horizonte cultural y ocupar un lugar exagerado en la escala de valores.

En cualquier caso, el interesante análisis que ha realizado nuestro autor, Indudablemente, comienza por la profundización interior puesto que “La filosofía invita a los hombres a volverse hacia su yo, examinar su conciencia, preocuparse por su progreso interior, cuidarse” (31) y de esa manera nos recuerda que ser auténticos es ser profundos, coherentes y maduros. Es indudable que en el exagerado concepto de autenticidad hay una raíz kantiana, según Lipovetsky impera el “liberar a los hombres del modelaje colectivo, obedecer solo a la ley de la propia conciencia, rechazar a las autoridades y los dogmas heterónomos de la moral: la ética de la autenticidad traduce la exigencia moderna de autonomía individual en el ámbito de la vida moral” (38).

Es de agradecer que nuestro autor repita una y otra vez, a lo largo del trabajo, que el mensaje de Rousseau es un modelo de autenticidad, pues eso nos deja muy tranquilos puesto que, como teórico de lo auténtico, estamos ante una obra de teatro, pues todos sabemos la falsedad y la exageración de la vida del pensador ginebrino por lo que terminamos por comprender la falsedad del modelo y, por tanto, concluimos que es un discurso vacío o sencillamente retórico (42).

Enseguida afirmará que “la ética de la autenticidad ha producido una forma nueva de familia: la familia elegida, individualizada, centrada en las relaciones afectivas y el bienestar psicológico de los cónyuges” (92). Indudablemente, han vuelto a subir los matrimonios católicos después de la pandemia y sobre todo está mejorando la continuidad en las parejas gracias al esfuerzo emprendido por el Papa Francisco en “Amoris laetitia” por cuidar los matrimonios jóvenes, estar a su lado con otros matrimonios, con medios específicos para ellos, con el mayor empeño en enseñar y vivir el amor conyugal, en central la pastoral familiar en el amor esponsal antes que en la educación de los hijos.  Es lógico que Lipovetsky termine por reconocer que el valor de la fidelidad es clave para el amor conyugal que no debe conformarse con los mínimos, sino que debe ir a más (101). Por eso terminará este capítulo: “Seguimos reconociendo el valor del compromiso siempre y cuando se adecue con el sí intimo y no contrarie la plenitud subjetiva” (108). Reconoce los sentimientos de la mayoría.

Es importante el panorama descrito por nuestro autor acerca de la autenticidad en todos los planos posibles, lógicamente algunos más interesantes que otros y con mayor o menor profundidad. Finalmente recala sobre la cuestión del compromiso, acerca de lo que concluye como siempre el miedo egoísta a comprometerse y su relación con la maduración de la persona (200).

José Carlos Martín de la Hoz

Gilles Lipovetsky, La consagración de la autenticidad, Anagrama argumentos, Barcelona 2024, 430 pp.