Lo mejor de este libro es indudablemente el título pues sustancia adecuadamente el contenido del mismo. En efecto, Francesc Torralba (Barcelona 1967), catedrático de filosofía de la Universidad Ramón Llull de Barcelona, recoge en este trabajo una relación epistolar entre dos antiguos compañeros de colegio que hacía cuarenta años que no se veían.
Se trata de una larga conversación de dos personas que piensan, que se plantean los problemas reales de la existencia humana, que son sinceros y profundos, que no se conforman con recetas heredadas de otros, sino que desean profundizar y aprender constantemente.
Enseguida, el lector descubre que Guillem es un descreído y estoico, un agnóstico como tantos otros, que ha aprendido a manejarse en la vida y que ha sobrevivido como ha podido al tedio de la vida cotidiana y a la falta de comunicación con su mujer y sus amigos pero que no ha fundamentado la vida en Dios sino en una vida acomodada y en lecturas que le han tenido entretenido y más o menos sostenido. La vida se la ha ido pasando.
Francesc, en cambio es un cristiano que se esfuerza por ser coherente que ha procurado estar cerca de Dios y aprender de las diversas conversiones de la vida a plantearse horizontes humanos y divinos, aunque la vida también le ha llevado a momentos de decadencia y rutina, ha padecido las crisis de la vida, en las que ha aprendido a confiar en Dios.
Hay muchas claves antropológicas en este trabajo que conviene tomar nota y leer y releer pues pueden aportar al lector muchas claves para vivir apasionadamente la vida cristiana, secundando la acción del Espíritu Santo en el alma y aprender a reconocer en nuestros errores falta de correspondencia a la gracia de Dios. Indudablemente es muy fácil engañarse, de ahí la insistencia de la Iglesia en la necesaria formación espiritual y en el acompañamiento espiritual.
El autor aporta ideas para plantear el cristianismo de una manera atractiva y realista: al tratarse de una relación personal con Jesucristo, que es amor y que lo único que nos invita es al amor, el caminar cristiano no se resuelve con dedicar un poco de tiempo a la oración o tener conversiones periódicamente, o leer algún rato el evangelio y algún libro interesante.
Como reza el título del libro, las bienaventuranzas serán la gran respuesta a todos los problemas planteados a lo largo de la primera parte del libro, por lo que, como se puede observar en la bibliografía, nuestro autor ha hecho un esfuerzo denodado para leer y sintetizar los grandes estudios acerca del sermón de la montaña y de las bienaventuranzas para realizar un completo resumen y propuesta de la vida cristiana. En definitiva, las bienaventuranzas, como ya explicaba san Agustín, son un don de Dios que concede a quien busca disponer su alma (135).
José Carlos Martín de la Hoz
Francesc Torralba, Bienaventuranzas para agnósticos, Fragmente editorial, Barcelona 2024, 327 pp.