La lamentable situación a la que nos están llevando un grupo de sectarios nacionalistas en Cataluña hace más necesario que nunca la exaltación de determinados hechos y figuras históricas, relegadas durante mucho tiempo por la mentirosa leyenda negra fruto de la terrible envidia que nuestro país suscitaba y sigue suscitando en la actualidad.
El almirante Blas de Lezo personifica no una época pasada de heroísmos hispánicos, sino más bien una forma de ver y sentir la vida de una parte mayoritaria del pueblo español, que no ha desaparecido ni mucho menos en los tiempos actuales.
El denominado "Almirante medio hombre" al que las batallas habían privado de un brazo, una pierna y uno de sus ojos, pero al que la providencia había dotado de enormes cualidades de estratega, personificó la esencia y los valores de lo español: la hombría de bien y el sentido del honor y del cumplimiento del deber como motores de cada uno de sus actos al servicio del rey y de España.
La mayor hazaña de Blas de Lezo fue el éxito cosechado en la defensa en 1741 de la plaza de Cartagena de Indias, auténtico centro del comercio americano, cuya conquista por parte de los ingleses hubiera podido suponer un cambio histórico en la hegemonía española en América.
La armada inglesa al mando del Almirante Vernon era la mayor flota jamás vista en la historia hasta el desembarco de Normandía, pues estaba formada por 195 navíos, 3.000 cañones y unos 25.000 ingleses apoyados por 4.000 milicianos más de los EEUU. Las defensas de Cartagena de Indias, sin embargo, no pasaban de 3.000 hombres, 600 indios flecheros, más la marinería y tropa de infantería de marina de los seis navíos de guerra de los que disponía la ciudad.
El conocimiento del terreno, las plazas fortificadas que rodeaban a la ciudad y la astucia y la estrategia militar de Lezo, le hicieron resistir los continuos ataques de Vernon, que veía como sus hombres caían abatidos en gran numero por los defensores españoles en los ataques a las plazas fortificadas, sin que el grueso de la flota pudiera acercarse lo suficiente para que sus cañones alcanzaran Cartagena de Indias.
Lezo había ordenado colocar algunos de sus buques en las únicas entradas estrechas por las que podían acceder los barcos ingleses, con la orden de hundirles si eran superados por el enemigo y así hacer imposible el paso de la flota británica.
La encarnizada resistencia de Lezo, junto con la peste aparecida en los navíos ingleses por lo prolongado del asedio, obligó finalmente a Vernon a desistir en su empeño de conquistar la plaza española, y volver a Inglaterra.
Las órdenes e instrucciones recibidas por los marinos derrotados, de las autoridades británicas a su llegada a la metrópoli fueron tajantes: "La derrota perpetrada por parte de los defensores españoles en Cartagena de Indias nunca se había producido" y por supuesto había que contrarrestar y negar mediante la propaganda la realidad de los hechos ocurridos. Este no es más que uno de los ejemplos de la falsificación reiterada que han sufrido los diferentes hechos de la historia española a lo largo de los siglos y que por desgracia muchos españoles han creído a pie juntillas.
A lo largo de la batalla Blas de Lezo alentaba a sus colaboradores y a los defensores, diciéndoles que debían unirse a sus intenciones y que todo lo debían hacer por Jesucristo Nuestro Señor y por el rey y España. Esta visión de la vida profundamente trascendente ayudó, sin duda de forma decisiva, a la victoria final.
No es verdad que en nuestra sociedad actual haya desaparecido esta visión profunda de nuestra esencia nacional, en la que los valores de la unidad y de la grandeza de la nación española y de su papel decisivo en la historia de Europa y del mundo enorgullecen todavía a gran parte de nuestros conciudadanos. Las masivas manifestaciones a lo largo del territorio nacional lo demuestran de forma fehaciente.
Quizá los graves acontecimientos a los que estamos asistiendo, supongan un punto de inflexión, que marque el comienzo de unos nuevos tiempos de mayor unidad y concordia entre los españoles.
Juan Antonio Alonso
Presidente de “Solidaridad y Medios”