Carta del Santo Padre Francisco acerca de la lectura

 

Es muy interesante leer y releer la extensa Carta del Santo Padre (Roma 2.VIII.2024) dirigida a los sacerdotes, agentes de pastoral y, en general, a los cristianos que deseen aprender a descansar leyendo, a formarse culturalmente y a prepararse para los debates de fondo que están en la sociedad actual.

Es indudable que podemos retirarnos de la primera línea y dejar a otros la tarea de formar a cabeza y el corazón de los cristianos que pueden aportar en la batalla cultural que está en un momento de especial interés.  También es verdad que, aunque sean otros los que hablen en los debates, escriban en la prensa, difundan la verdad de Jesucristo por internet, nosotros no podremos evadirnos de la cuestión porque, como afirmaba san Juan Pablo II “si la fe no se hace cultura es una fe no plenamente vivida”.

Es necesaria la cultura para conocer a Jesucristo y enamorarnos de Él, para conocer mejor a la Iglesia e identificarnos con ella y conocernos a nosotros mismos para poder amar más y mejor a Dios y a las almas.

El género teológico y escriturístico está completamente en alza desde el libro de Jesús de Nazaret del papa Benedicto XVI que atrajo al acerbo común de los sacerdotes las aportaciones sopesadas de la moderna exégesis.

En segundo lugar, conocer mejor el misterio de la Iglesia y los medios de santificación. Precisamente, el concepto de Iglesia de Comunión que fue una de las claves del Concilio Vaticano II.

El documento “Gaudete et exultate” del Papa Francisco (18.III.2018) nos ha ayudado a descubrir la riqueza del concepto de las bienaventuranzas y el de las virtudes como verdaderos dones de Dios y, por tanto, a plantear la vida cristiana como correspondencia de amor a una invitación de amor.

En cualquier caso, recordemos las conclusiones del congreso de vocaciones celebrado recientemente en el IFEMA con más de 3.000 participantes y casi setenta obispos españoles y todas las instituciones y diócesis. Para que pueda haber vocaciones y abundantes para regenerar el tejido cristiano y sacar adelante la Iglesia y la sociedad hacen falta familias. De esta responsabilidad no nos libramos ninguno: formar familias cristianas, ser rodrigones de las familias, estar cerca de las familias para que crezcan sanas en un ambiente inhóspito sin aislarse, sino en la confluencia con otras familias dispares.

Tanto “Familaris consortio” de san Juan Pablo II, como Amoris Laetitia de Francisco, son documentos de plena actualidad. Para poder enseñar a amar, necesitamos aprender a amar. Debemos enseñar a amarse a los esposos pues muchos ya no tienen la referencia de sus padres y abuelos. Evidentemente, necesitaremos leer muchos libros como se están publicando en todas las editoriales acerca de la familia, la amistad y el amor, pues son valores en alza en nuestra sociedad.

José Carlos Martín de la Hoz