Causa de Martirio

 

Las causas de martirio que se han ido abriendo en diversas diócesis de España desde 1987, con motivo de la persecución religiosa en la Segunda República y la Guerra civil han abierto los ojos a los cristianos del siglo XXI, como modelos e intercesores, pues ahora nosotros estamos llamados también a ser mártires sin morir, para defender la fe como lo hicieron ellos.

A veces nuestra época recuerda a la de San Eulogio de Córdoba en el siglo IX cuando veía por todas partes la “conversión al islam por deslizamiento”, es decir, veía cómo la cultura árabe, la lengua, la poesía, la música, la literatura, los hábitos de vida se iban imponiendo en los jóvenes cristianos mozárabes que veían recortados sus derechos de manifestar públicamente su fe, y solo podían vivirla y expresarla en las ceremonias litúrgicas en el templo y no podían hablar de Jesucristo abiertamente.

Sin duda, en España en la primera mitad del siglo XX, la gracia martirial no faltó y fueron muchos los obispos, sacerdotes, religiosos y laicos que dieron su vida por el odio a la fe en aquellos años del siglo pasado. Es importante descubrir el nivel de fe que había en los seminarios, la catequesis, la formación que se impartía pues pudieron responder a la gracia martirial en gran número,

Como se comprobó es importante mantener viva la fama de santidad en el momento de la muerte o de martirio, que no se apague, hacer una estampa, recordar los hechos, recoger favores y gracias. Por ejemplo, en Valencia, al terminar la guerra civil la diócesis se ocupó a través de los párrocos que se investigara a los martirios especialmente del clero secular y religioso y algunos de acción católica.

Cuando se cumplieron los treinta años se pudo preparar todo y presentarlo a la congregación de las causas de los santos. Lógicamente, san Pablo VI consultó a la recién creada conferencia episcopal española, a comienzos de los años sesenta, que decidieron esperar un tiempo pues no deseaban interrumpir el proceso que se había puesto en marcha de “Reconciliación” en de la Iglesia española.

Finalmente, pasado casi veinte años, Juan Pablo II prefirió beatificarlos en los primeros años de su pontificado y, seguidamente, se abrieron los procesos en todas las diócesis de España. Eso sí, con la llegada de la democracia, la transición, etc. Una vez que se había separado claramente la muerte por motivos políticos, de la muerte martirial por odio a la fe.

El problema actualmente en España es que ya han pasado muchos años y han ido desapareciendo los testigos “de visu” y los de “ex auditu” van llegando a una edad donde flaquea la cabeza.

Indudablemente, la Santa Sede promovió el nombramiento de la primera directora de la Oficina para las Causas de los Santos de la Conferencia Episcopal española, Encarnación González, teresiana que organizó encuentros anuales, promovió desde la Conferencia la constitución de delegaciones en las diócesis, etc. Es un hecho que los frutos fueron indudables y ya se puede ver una floración de causas y de beatos y santos

José Carlos Martín de la Hoz