Hace unos meses escuchábamos al Prefecto del Dicasterio de los Causas de los Santos, Card. Semeraro, abrir el curso del Master de las Causas de los Santos en la Universidad de san Dámaso con un magnífico discurso acerca de la santidad como ejercicio de las virtudes teologales y, además, extraído del Compendio de Teología de Santo Tomás de Aquino, una de las obras cumbres de la especulación teológica en materia de la teología de la gracia. Con ese discurso deseaba subrayar la importancia de la mentalidad teológica que deseaba trasmitir al curso de Causas de los Santos.
Seguidamente, deseamos exponer algunas ideas acerca del rigor histórico y de la mentalidad histórica, pues nos parece importante imprimir dicha mentalidad a las personas que se interesen en las Causas de los Santos, pues solo el proceso puede considerarse como la voz autorizada de la Iglesia.
Indudablemente, la mentalidad histórica está tan presente que podamos afirmar que todo lo que toquemos tenga credibilidad: requiere que todo sea realizado con la honradez de un notario que da fe. Por ejemplo, un científico cuando entra en un laboratorio de geoquímica para analizar unas muestras de una sal depositada en las lavas de un volcán en erupción, lo primero que hace es hacer agua destilada para no introducir impurezas en las reacciones, El historiador se lava las manos antes de nada.
La mentalidad histórica conlleva el rigor histórico sin el cual las pruebas serían inválidas y producirían desconfianza en el pueblo de Dios y dejarían la infalibilidad pontificia y el magisterio de la Iglesia en entredicho. Como el Concilio de Nicea, La leyenda dorada de Santiago de Lavoragine y los bolandistas, por poner algunas fechas, ya subrayaron.
Inmediatamente, hay que señalar que los testigos interrogados, las pruebas y documentos extraídos de los archivos, las cartas presentadas, todo ello ha sido recogido con seriedad científica, por personas dignas de crédito, con los sellos, firmas y autenticaciones normales en estos procesos. Impresiona ver a una persona fotografiando con un “iphone” un incunable del siglo XV delante de la jefa de la sala Cervantes de la Biblioteca Nacional.
No podemos olvidar que la historia de la salvación, la historia de la santidad, la historia de la teología, la historia de la Iglesia son historia y teología. Historia y, por tanto, sometida a las leyes de una ciencia. Además, es teología: interpretación de unos hechos en equilibro de fe y razón acerca de la aplicación del tesoro de la revelación cristiana, a una persona o a un hecho. Por ejemplo, los documentos científicos que expresan que no hay explicación científica en un proceso super miro, se conjugan con los documentos donde se prueba la invocación a un Siervo de Dios. Ambos, deben ser científicamente obtenidos. Con la necesaria certeza moral.
Recordemos que: “Por los frutos los conoceréis”. Los historiadores vamos de los frutos a la acción del Espíritu Santo y a la correspondencia personal, hasta llegar al origen vocacional de la santidad. La santidad es conjunción de la gracia de Dios y la libertad.
José Carlos Martín de la Hoz