Hoy estoy de suerte, pues he abierto este pequeño libro del sevillano Chema Molina, un prometedor profesor del mejor colegio de Sevilla, y lo primero que me encuentro es con un sencillo y cautivador prólogo escrito por Carmelo Guillén. Tengo que reconocer que siempre me da mucha alegría leer a un poeta como él, pues su prosa contiene la poesía de la vida misma y expresa magistralmente el arte de pasearte por las “cosas de la vida” pasando por las cosas normales y corrientes y sacándoles el fondo que encierran y eso te levanta la moral de combate. Con Carmelo se aprende que podemos dar a todas las cosas el sentido de belleza que encierran.
Algo así es lo que ha conseguido también este profesor de literatura que se ha convertido en escritor. En efecto, los catorce cuentos narrados, de alguna manera, te llevan al portal de Belén, es decir, a descubrir que la vida de entonces y la de ahora es realmente un cruce de lo temporal con lo eterno, de lo finito con lo infinito, de lo natural con lo sobrenatural.
Cada día veo con más claridad que el dogma clave para entender todos los demás, es el la Encarnación; es decir, creer que Jesucristo tomó carne en las entrañas purísimas de santa María y habitó entre nosotros. Además, desde entonces, la Virgen se quedó para siempre pensativa, eternamente contemplativa, como muestra “la cieguecita de la catedral de Sevilla”. Precisamente, esas fueron exactamente las primeras palabras que escuché a don Ernesto Juliá un sacerdote sevillano nacido en Ferrol que vivió muchos años con san Josemaría y que era hermano de uno de los mejores historiadores de la primera mitad del siglo XX.
He leído este libro y lo recomiendo vivamente, primero, porque empieza bien, es decir, con un excelente prólogo de Carmelo Guillen. En segundo lugar, porque narra catorce cuentos que terminan todos bien, porque hablan de la grandeza del corazón humano y de la misericordia de Dios a los hombres y, tercero, porque sin decirlo explícitamente el autor, está reverberando la predicación de san Josemaría Escrivá de Balaguer sobre la confianza en Dios, la filiación divina, la humildad práctica, el amor a la Virgen y tantas otras lecciones que ahora nos llegan con la pluma y la vivencia del autor del libro y en todas las páginas. Se nota que sus padres le han dado señales profundas para la vida.
Además, conviene leer este libro, pues hay que recordar que Chema es profesor y muy buen profesor, por tanto, lleva toda la vida (y lo mucho que le queda seguramente) enseñando a amar y a vivir y a conocer, que son tareas maravillosas que se pueden realizar en este mundo. Se nota que tiene el autor tiene en la cabeza, a sus alumnos y a las familias de sus alumnos y a los compañeros profesores que comparten con él sus quehaceres y, por eso, el libro es claramente pedagógico. Quizás desde el “Pedagogo” de Clemente de Alejandría, todos los profesores están siempre en vigilia permanente. Es, por tanto, un libro que hará mucho bien y que merecería ser republicado en otra editorial de mayor difusión para que muchos aprendan a “materializar su vida cristiana”.
José Carlos Martin de la Hoz
Chema Molina León, Un belén como otro cualquiera. 14 cuentos que te llevan al mismo sitio, ediciones Espoesía, Sevilla 2021,