Consideraciones espirituales

 

Hace ahora 90 años, El 2 de julio de 1934, salía de “la imprenta moderna” de Cuenca los primeros ejemplares del primer libro publicado por San Josemaría Escrivá de Balaguer, titulado “Consideraciones espirituales”.

Las circunstancias históricas en las que tuvo lugar esa edición se pueden recordar brevemente: el obispo de la ciudad Mons. Cruz Laplana, pariente de la madre de san Josemaría le había ofrecido una canonjía al joven sacerdote aragonés que andaba en Madrid preparando su Tesis Doctoral en historia del derecho y realizando una amplia labor apostólica entre universitarios y jóvenes profesionales y, también, en los arrabales de la capital.

El Fundador del Opus Dei aprovechó un viaje a Madrid del Sr. Obispo para encontrarse con él y explicarle el querer de Dios: la fundación del Opus Dei que había comenzado el 2 de octubre de 1928. Un camino nuevo en la Iglesia destinado a “hacer divinos los caminos humanos de la tierra”.

Desde aquella fecha, nació una profunda relación espiritual entre el Obispo, un hombre santo que moriría mártir en los primeros días de la guerra civil española en 1936, y san Josemaría que terminaría por ser canonizado por san Juan Pablo II el 6 de octubre de 2002. No es extraño que o bien a través del canónigo archivero de Cuenca, el también aragonés, Sebastián Cirac que había conocido a san Josemaría en Zaragoza, o directamente, se procediera a la publicación de Consideraciones en Cuenca.

La censura eclesiástica del libro la realizaron entre el sr obispo y el canónigo Cirac y procedieron con gran rigor y exhaustividad, pues ambos apreciaron un estilo moderno y atractivo, lleno de una sincera piedad y autenticidad en la oración personal con Jesucristo, pero también algunas expresiones como “la santa intransigencia” o” la santa desvergüenza” que finalmente fueron suprimidas o cambiadas por términos parecidos como “frescura laica”.

Descendiendo a la consideración de algunas notas histórico-teológicas del libro que ahora tratamos conviene recordar que, en realidad, san Josemaría no escribió ese libro sino sencillamente escuchó la iluminación del Espíritu Santo, anotó los chispazos, los llevó a su oración personal y finalmente ordenó esas “consideraciones espirituales” por temas y las fue utilizando en su predicación y en la dirección espiritual.

Aquellos jóvenes que acudían a su meditaciones, clases o pláticas de san Josemaría estaban muy mal acostumbrados, pues con frecuencia el Fundador del Opus Dei hacía oración en voz alta delante de ellos para que aprendieran a dirigirse a Dios con confianza y sencillez. Lógicamente, les resultaba tan fácil y práctico el método que cuando en vacaciones o en verano se desplazaban a otros lugares y se sentaban a hacer un rato de conversación con Dios echaban de menos esa facilidad que habían experimentado. Enseguida, surgió la petición “desesperada” al Fundador del Opus Dei para que redactara las anécdotas, las frases y ejemplos gráficos y los ordenara por temas y se lo enviara. Ese es el libro que recordamos hoy.

José Carlos Martín de la Hoz