Cristianismo y revolución

 

En la obra que ahora presentamos, el académico francés Jean de Viguerie (1935-2019), profesor de la Universidad de Angers, presidente de la Sociedad francesa de historia de las ideas y autor de numerosas obras de investigación alrededor de la revolución francesa, narra magistralmente, a través de seis lecciones, el proceso sistemático de descristianización de Francia desde la Constitución de los Estados Generales, en los antecedentes y preludios de la revolución francesa (1789) y durante los primeros años de la misma.

En primer lugar, nuestro autor realiza un extenso y documentado estudio de la situación real de la expone de la Iglesia católica en Francia, antes de la revolución, incidiendo en la piedad religiosa, prácticas sacramentales, obras de misericordia y el trabajo denodado en favor de los pobres y desfavorecidos (47).

Indudablemente, nuestro autor nos explicará que la colosal tarea de deconstrucción que llevó a la ruina a una de las naciones cristianas más florecientes durante el periodo de la revolución francesa, solo pudo realizarse sobre la base de socavamiento de la ilustración que había minado muchos fundamentos.

La primera aportación del maestro Viguerie es demostrar cómo fueron los propios clérigos ilustrados quienes pudieron demoler la Iglesia y el cristianismo francés desde dentro, eso sí, dejando muchos mártires por el camino. Especialmente es resaltada la figura del ex obispo Tayllerand, pero fueron otros obispos y arzobispos quienes dirigieron desde la sombra esta vasta operación.

Es muy interesante la intensa descripción de los pasos que se fueron produciendo desde la constitución de la Asamblea constituyente, la desaparición del estamento del clero, la confiscación de los bienes del clero y la supresión de las congregaciones religiosas han preparado el terreno. La Asamblea edifica su nueva Iglesia sobre esa tabla rasa y le da una ley, la llamada Constitución civil del Clero” (100).

Llegado a este punto., conviene recordar al maestro de que la fe que el pueblo cristiano atribuía a la Iglesia católica, a su doctrina y a los sacramentos que recibía no era del mismo nivel ontológico y transformante que la fe que atribuía ese mismo pueblo a la farsa de la nueva religión de la razón o al propio concepto de nación. Prueba de ello es que pocos años después de concluir la revolución francesa y restaurada la monarquía en el siglo XIX, los seminarios volvieron a llenarse. Sencillamente, la familia cristiana había perdurado y había mantenido la verdadera de en su seno (90).

Indudablemente, los pasos de la revolución fueron metódicos y claros; el cambio de lenguaje, los refranes, la función del clero, la destrucción de los signos cristianos para hacer desaparecer las referencias, el cambio del calendario y las fiestas que influían en el peculiar imaginario del campo y la ciudad: toques de campana, cadencia de fiestas. Bastaría con hacer olvidar la navidad, la Virgen de agosto o los toques de campana para situar al pueblo en otras coordenadas no cristianas.

José Carlos Martín de la Hoz

Jean de Viguerie, Cristianismo y revolución, ediciones san Román, Madrid 2023, 356 pp.