¿Cuánta verdad necesita el hombre?

 

El ensayista e historiador Rüdiger Safranski (Baden-Württenberg 1945) ha reeditado en castellano y actualizado (1ª ed. 2013) uno de sus ensayos más enjundiosos acerca de la búsqueda de la verdad y del compromiso del intelectual.

Indudablemente, como explicaba Pascal en sus pensamientos, la verdad es poliédrica y hasta llegar al cielo no podremos captarla con toda la riqueza que posee: el hombre siempre será deslumbrado por la verdad, como con Cristo que es camino, verdad y vida. De ahí la pregunta que plantea este ensayo: acerca de cuánta verdad somos capaces de aprehender y cuánta verdad necesitamos para vivir, pues las posibilidades de quedar saturados de verdad, pero sin penetrar en ella es muy alta.

Nuestro autor arranca su ensayo del momento de éxtasis o borrachera intelectual que sufrió Rousseau debajo de un árbol camino de las Tullerías en 1749 cuando descubrió que el hombre era “bueno por naturaleza y que únicamente son las instituciones las que lo envilecen”. Enseguida, añadirá Safranski: “Rousseau alcanza la certeza de que en él está la verdad, y ahí fuera, la mentira” (20).

Rousseau propiciará un itinerario de “regreso a la naturaleza” para encontrar el estado de naturaleza puro que se encuentra sencillamente “en nuestro interior”. De todas formas, hay que señalar que “el interior está más allá del bien y del mal” (22). Inmediatamente, nos recuerda Safranski que Rousseau estará enamorado de sus ideas e intuiciones y constantemente las anota para publicarlas, darlas a conocer, no teniendo otro límite que el lenguaje humano (24).

Pero la realidad contemplada de esta manera se vuelve contradictoria: “El mundo de armonía imaginado se transforma repentinamente en un mundo plagado de hostilidad. Este fue el destino real de Rousseau, que en las postrimerías de su vida se sintió sitiado y perseguido por intrigas y monstruos” (32).

Entre los miedos que experimentaba con frecuencia, el más destacado era el de que “ahí fuera opera la libertad de los otros”. Lógicamente ese miedo contrasta con “la gratificante experiencia de la propia libertad” (33). Enseguida, nos recordará Safranski, que para Rousseau “la libertad es la capacidad de poder empezar de nuevo a cada instante”, y añade: “la libertad tiene algo de contagioso. Tan pronto como fijamos nuestra atención en ella se nos aparece por todas partes” (34). Es más: “tuvo, incluso el valor de salir de si mismo mediante la libertad para mezclarse con el mundo y hacer realidad sus posibilidades” (36). Pero, finalmente: “ni el anhelo de la gran comunión ni el de descubrir el misterio de la libertad pudieron evitar que Rousseau finalmente se replegara en sí mismo” (37).

Finalmente, Safranski presenta al poeta y dramaturgo Heinich von Kleist, discípulo de Rousseau para terminar de redondear la cuestión, pues también Klein se replegó sobre sí mismo para no mostrar a los demás su propio ser (38). Solo el olvido de sí podría devolverle la paz (39). Así afirmará: “soy tal y como yo mismo me he hecho” (43).

José Carlos Martín de la Hoz

Rüdiger Safranski, ¿Cuánta verdad necesita el hombre? Lo que se puede pensar y lo que se puede vivir, ediciones Tusquets, Barcelona 2023, 220 pp.