Decálogo del buen ciudadano

 

Con esta expresión, el profesor universitario Víctor Lapuente (1976) ha redactado una propuesta de ética social y política destinada a devolver esperanza e ilusión al pueblo europeo de la postpandemia del siglo, es decir, a personas que sorpresivamente han visto alterada repetidamente su vida, sus rutinas, motivaciones y planteamientos, así cómo han visto fracasar las propuestas de tantos líderes que han puesto por delante del bien común sus ideologías y previsiones electorales (173, 201).

La situación la describe contundentemente desde las primeras líneas: “Derecha e izquierda han desmantelado la fuente primigenia de sus convicciones morales. La derecha ha matado a Dios y la izquierda a la patria, desatando ambas al Narciso que llevamos dentro” (16).

La propuesta del profesor Lapuente es la construcción de una verdadera ciudadanía sobre bases morales y éticas solidas que ayuden al ciudadano a poner el interés general por encima del particular, colaborar a la reconstrucción social y al estado del bienestar, es decir a administrar el capital humano e intelectual que indudablemente poseemos actualmente en Europa como fruto de las raíces cristianas (189).

Lo más impresionante, es el testimonio sereno y confiado relatado por el propio autor en las primeras páginas del libro, cuando, con gran sencillez y naturalidad, describe que ha sufrido un diagnostico terrible y demoledor: un mieloma múltiple. De ahí, que los consejos, orientaciones e ideas de este trabajo adopten el tono del que desea dejar un testamento a su familia y a su propia sociedad (11).

Es interesante que el autor comience por proclamar la unidad de todos los ciudadanos europeos por encima de ideologías, credo o aficiones. La unidad hoy más que nunca es útil y necesaria y las ideologías partidistas y combativas son nefastas siempre, pues se basan en la violencia y no en el amor, y más ahora, pues el lema es o salimos juntos o no salimos. Es interesante que promueva la democracia deliberativa (213, 206, 212).

El autor, por falta de fe, evita expresamente acoger la revelación cristiana (249, 256) y, por tanto, a revitalizar las raíces de Europa para desde ahí dar el sentido de la vida plena y lograda de la amistad con un Dios personal, consecuentemente, aplicar las aportaciones de la Doctrina Social de la Iglesia (90-93). Sin embargo, la lectura de este libro podría provocar en los lectores a pedir a Dios la fe en Jesucristo y en su doctrina salvadora y a leer la Encíclica Frattelli Tutti donde se aportan las luces necesarias e ilusionantes para construir lo que el papa Francisco llama la “Revolución de la caridad”.

En las páginas centrales del trabajo, el autor busca una ética común que devuelva la esperanza al mundo occidental en la construcción de una comunidad de valores europea, y propone un decálogo de valores en cuyo centro estaría como fundamento “el concepto de trascendencia impersonal” (78, 248). Evidentemente, en opinión del creyente, Lapuente queda corto, pues no se trata de vivir bien la religión (129), sino de construir la vida personal y social desde la amistad con Jesucristo como afirma el papa Francisco.

José Carlos Martín de la Hoz

Víctor Lapuente, Decálogo del buen ciudadano, Cómo ser mejores personas en un mundo narcisista, ediciones península, Barcelona 2021, 269 pp.