Peter Kreeft, apologista católico americano, está convencido de que estamos en guerra. Es más, lo peor que nos puede ocurrir es que no nos demos cuenta de que estamos en pie de guerra. Habla del conflicto cultural, pero deja claro que nuestros enemigos no son los ateos, los musulmanes, los judíos y los materialistas. “¿Quién no sabe que los bárbaros están a las puertas?; ¿no, que ya las han cruzado, y que están escribiendo los guiones de los programas de televisión y de las películas, escribiendo los libros de textos de los colegios públicos y redactando las decisiones judiciales?” (p. 26).
El enemigo es el pecado, enemigo es el diablo. Esto no son conceptos que se manejen demasiado en el mundo de la información. Algunos seguramente se reirán, cínicamente, ante estas afirmaciones. Pero el autor de este libro –“Cómo ganar la guerra cultural”- nos anima a una lucha decidida, de manera que nunca demos por perdida la batalla. “Debemos ir a los bajos fondos, como hizo la madre Teresa. Aunque no todos nos adentremos en ellos físicamente, como ella hizo, sí debemos sumergirnos en las alcantarillas espirituales, porque es ahí donde hacemos falta, ahí donde moran los moribundos espirituales” (p. 34).
Está en el Evangelio, pero quizá no pillamos la idea: “Os digo a vosotros, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después de esto no pueden hacer más. Os mostraré a quién debéis temer: temed a Aquel que, después de matar, tiene poder para arrojar a la gehena; sí, os repito: temed a ése” (Lc 12, 4-5). Quien puede arrojar a los hombres al infierno es el diablo. No solo puede si no que pone todos los medios para conseguirlo. Pecar es hacer la obra del diablo, y nos damos cuenta de que hay tantos pecados, también en nosotros.
Advierte de un modo de vivir muy frecuente en Estados Unidos, pero creo que podríamos decir que en todo Occidente, que es el espiritualismo. Advierte este autor de que estamos en un nuevo gnosticismo. “La religión más popular en Estados Unidos -dice- no es el cristianismo. Tampoco es el ateísmo el materialismo, el cientificismo, el secularismo ni el naturalismo. Es la “espiritualidad” (p. 41). Podríamos llamarlo espiritualismo. Es el planteamiento de aquellos que consideran una cierta religiosidad misteriosa, no trascendente, más cercana al budismo.
Cuanta gente que dice dedicarse a la meditación, al silencio, pero no creen en nada. Todo lo que hacen es cerrarse en sí mismos buscando tranquilidad. Es un invento muy antiguo, de quinientos años antes de Jesucristo, invento de Buda, que busca una manera tranquila de vivir. Esto está muy de moda en tantas personas que no están dispuestas a observar ningún mandamiento, solo consideran valores.
Debemos combatir esta guerra cultural. No podemos quedarnos al margen expectantes. El autor de este libro habla de la necesidad de los santos. “Sin importar lo impopular que pueda ser la descripción del trabajo de un santo, su doble devoción a la verdad y al amor es la única arma que puede ganar la guerra contra la cultura de la muerte. Solo los santos pueden salvar el mundo” (p. 134). Y se atreve a decir que la auténtica razón por la que la Iglesia es débil y el mundo se muere es que no hay suficientes santos. “No, eso no es del todo cierto. La razón es que nosotros no somos santos”.
Merece la pena la lectura de esta obra. Da ideas. Anima a salir de la comodidad, porque el mundo necesita de muchas personas dispuestas a mostrar a Dios sin disimulos.
Ángel Cabrero Ugarte
Peter Kreeft, Cómo ganar la guerra cultural, Ediciones Cristiandad, 2017