La interesante reflexión del profesor de historia de la Universidad de la Sorbona, Laurent Vidal acerca de la desaceleración, al menos momentánea o cuarentena, que ha supuesto efectivamente en el mundo entero la pandemia del año 2020, se conjuga con la tendencia tradicional a la lentitud de muchos de nuestros conciudadanos que de toda la vida deciden actuar juiciosamente, trabajar bien, y disfrutar de la vida, la cultura, el arte, y, por supuesto, saborear la amistad (136).
Indudablemente, el tiempo es superior al espacio, como recuerda el papa Francisco, y con estos ensayos antropológicos del profesor Laurent Vidal hemos de constatar que desde hace muchos siglos existen llamadas parte de la población a la otra parte para frenar la aceleración que estaba creciendo en nuestra civilización de una manera extraordinaria y en progresión geométrica y, por tanto, ya se podía hablar de vertiginosa. Son las llamadas sociedades metronómicas (117).
Este trabajo comienza por pedir al lector que aprenda el arte de “leer despacio el libro que tiene en sus manos” (31), pues es demasiado fácil leer los libros por encima y no caer en la cuenta realmente de lo que se está leyendo. Es más, poco después, añadirá con claridad: “En la historia lo más profundo puede ser también lo más cierto” (32). Precisamente, desde siempre, la diferente aceleración de la mitad de la población frente a la otra mitad, ha marcado los signos de los tiempos en un mundo libre.
Enseguida, nuestro autor, se empleará a fondo para marcar las diferencias entre “lentitud” y “pereza”. Desde luego, no hay que emplearse muy a fondo para distinguir las dos cuestiones, pues la lentitud está muy relacionada con el deseo de perfección, de hacer las cosas bien llegando hasta el final, con atención, dignidad y sosiego, de modo que la acción perfecciones al actor.
La pereza está más relacionada con la desidia, la depresión y las pocas ganas de hacer nada, ni bien, ni mal, por lo que la raíz es claramente opuesta a la de la sana lentitud. Como decía el poeta de Castilla: despacito y buena letra, el hacer las cosas bien importa más que el hacerlas”. Evidentemente que existe la lentitud del holgazán, como existe la prisa del perezoso que por no meter la cabeza en lo que hace, termina por ser despreocupado y desaliñado. Lo que llamaba Robinson Crusoe: “la ociosidad es la hez de la vida” (129).
Asimismo, nuestro autor se detendrá en la versión de la pereza rayando en la tibieza que los autores espirituales denominan acedia o sencillamente tener “falta de cuidado” en la vida espiritual (42). Es interesante la descripción del “pecado” de pereza que señala nuestro autor, tanto cara a Dios como cara a la sociedad (46), que sucede según cuando se impone el reino de la “hamaca” tal y como caracteriza algunas tribus indígenas americanas (53, 57). También hay referencias racistas a los negros indolentes (115) y a la siesta española (181).
José Carlos Martín de la Hoz
Laurent Vidal, Los lentos. La resistencia a la aceleración de nuestro mundo. Del siglo XV a la actualidad, ediciones errata naturae, Madrid 2024, 229 pp.