El profesor Luis Cano, miembro del Instituto Histórico San Josemaría de Roma ha coordinado la edición de los dos primeros volúmenes que contienen las Cartas que san Josemaría fue redactando a lo largo de su vida en las que se contiene la sustancia del espíritu del Opus Dei acerca de diversas cuestiones: espíritu, lugar en la Iglesia, la formación de los fieles del Opus Dei, el trabajo de la Obra en el campo de la enseñanza, universidad, etc.
Hace unos días le comentaba, en la intimidad de la alcoba una esposa, una jovencita de 64 años, a su marido, un hombre maduro de 72 algunas cuestiones relativas a la familia y a su propia relación de pareja. Lógicamente, el marido, sonrió, manifestó estar de acuerdo en casi todas las cosas, mostró desacuerdo, pero aceptación, en algunas otras cuestiones y quedaron en seguir hablando tranquilamente más adelante.
Evidentemente, hablar de la vida de los supernumerarios del Opus Dei que están en proceso de beatificación es también acercarnos a la intimidad de la vida conyugal, a esa locura de amor que se desató con el enamoramiento inicial, que trascendió al amor maduro y que desembocará en la eternidad. El alma, como el amor, nace, pero no muere; se puede enfriar y se puede encender.
Recuerdo una conversación con uno de los primeros del Opus Dei que había convivido con san Josemaría en los años cuarenta, cuando le preguntamos: “¿Qué hacíais vosotros desde 1939 hasta 1947 que empezaron los medios de formación para personas maduras?”. Enseguida respondió: “¡Tenerlos encendidos!”. Es lógico: el amor a Dios como el amor a los demás, como el conyugal o crece y se expande y se concreta, o fácilmente se enfría y se acomoda. Es decir, hay que reencenderlo.
Precisamente, la reciente edición crítica elaborada por Luis Cano, de la carta de san Josemaría dirigida a sus hijos e hijas casados, que habían de santificarse en el ámbito del amor conyugal y familiar, subraya en todo momento el intenso programa de amor que debían convertir en la materia diaria de su personal santificación.
La carta está fechada el 9 de enero de 1959 y es un canto a la naturalidad y a la normalidad con la que la mayoría de los fieles del Opus Dei despliegan su vida de entrega a Dios en medio del mundo, desarrollando todas las facetas de sus vidas: profesionales, familiares y sociales apoyados en el incesante afán de santidad, de enamoramiento de Jesucristo y en Cristo en el amor a la mujer y a los hijos, a la Iglesia y a la sociedad entera.
Precisamente, la llamada universal a la santidad proclamada por el Concilio Vaticano II en la Constitución “Lumen gentium” capítulo V, nos recuerda que el mundo necesita ejemplos de vida y eso han de ser los hombres y mujeres del Opus Dei con su palabra, con sus vidas y con sus amores. El fundador repitió muchas veces que debían formar “hogares luminosos y alegres” que serán ejemplares para otras familias cristianas y desde ahí se iluminará el mundo desde dentro.
José Carlos Martín de la Hoz
San Josemaría Escrivá de Balaguer, Carta nº 29, edición crítica y anotada de Luis Cano, publicada en Studia et Documenta, Roma 2023: SetD 17 (2023) 279-351.